Cultura, motor del desarrollo indígena

por | Ago 1, 2017 | Agosto 2017, Expediente Abierto | 0 Comentarios

Las poblaciones autóctonas del país son conscientes del valor comercial de sus conocimientos, expresiones culturales y tradiciones, así como de su capacidad para aprovecharlas en favor del crecimiento económico local

 

FOTO: PEDRO VALTIERRA /CUARTOSCURO

México es un país rico en cultura y tradición. Del total de mexicanos que existen, alrededor de 15 millones son indígenas y 6.6 millones hablan una lengua diferente al español, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Por su parte, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), señala que el país cuenta con 68 pueblos indígenas que representan cerca de 11 millones 132 mil 562 habitantes. De éstos, cerca de 70 por ciento viven en pobreza, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Asimismo, del total de la población indígena, 3 millones 953 mil 229 personas forman parte de la población económicamente activa (PEA), de los cuales, 96 por ciento cuenta con alguna ocupación, según cifras de la CDI.

Los pueblos indígenas y las comunidades locales en general son conscientes del valor comercial de sus conocimientos, expresiones culturales y tradiciones, así como de su capacidad para aprovecharlas en favor del desarrollo económico local.

“Lo que hemos podido constatar, desde hace 11 años, que es lo que llevamos trabajando con ellos, es que el impulso de estos procesos económicos no vienen desde el Estado, sino que son iniciativas autónomas que se entretejen con instrumentos del algún gobierno o institución”, señala Socorro Oropeza, presidenta de la Unión Nacional de Productores Artesanales Coyolxauhiqui, que representa a 15 mil artesanos de 23 entidades del país.

VIVIR DE LAS MANOS

Los ingresos derivados de la venta de artesanía fabricada de acuerdo con métodos, técnicas y conocimientos tradicionales, transmitidos a lo largo de generaciones, suelen ser fundamentales para el sustento de muchas comunidades.

El asentamiento de la población productora de artesanías se destaca en los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Michoacán, Tabasco, Veracruz, Querétaro, Hidalgo y San Luis Potosí. Sin embargo, en general, las localidades en donde residen los artesanos no cuentan con instituciones de crédito, por lo que deben generar estrategias para financiar su producción.

Algunos, por ejemplo, han recurrido a los programas de apoyo que ofrecen los gobiernos locales y Federal; otros han podido acceder a fondos de organismos internacionales; pero la gran mayoría trabaja con financiamiento propio.

Socorro Oropeza.
FOTO: ROSALÍA MORALES

Socorro Oropeza Morales apunta que las principales demandas de quienes producen artesanías son contar con espacios de venta, así como asesoría para la comercialización de sus productos de manera directa, pues la mayoría de ellos no cuenta con los conocimientos para ofrecer a precios adecuados su mercancía, ni para cerrar tratos comerciales a través de los cuales puedan llevar sus productos a otro nivel de venta.

“Las personas bajan de la sierra y lo que quieren es resolver, porque ya les exigen un registro federal de contribuyentes (RFC), y no saben a qué oficina tienen que ir, o tienen que tramitar el código de barras porque afortunadamente le salió un pedido, son cosas muy prácticas que deben de resolver”, apunta Oropeza Morales.

Por ello, cada año realizan la feria Las Manos del Mundo, que este año se llevará a cabo del 3 al 6 de agosto en el World Trade Center de la Ciudad de México.

“Lo que se busca con esta expo, en conjunto con varias actividades que hemos desarrollado a lo largo de estos años, —como talleres de diseño, contabilidad, costeo; exposiciones en diversos países del mundo como Alemania, Brasil, china, España e Italia; además de una dispersora de microcrédito que vamos a lanzar en breve con el apoyo de Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND)— es que los artesanos puedan establecer una red de contacto con mayoristas o empresarios nacionales y extranjeros que quieran invertir o exportar, el objetivo es que crezcan”, explica.

MUJERES IMPULSORAS DE ECONOMÍA

En las faldas del volcán Popocatéptl se encuentra la localidad de San Pedro Yancuitlalpan, municipio San Nicolás de los Ranchos, en Puebla. Ahí desde hace 13 años un grupo de mujeres campesinas e indígenas se organizó para producir primero y explotar después la cría del avestruz. Con los años, con mucha dedicación y creatividad Siauj Tekitl (en náhuatl, mujeres trabajando), que es como se llama la organización, han desarrollado varias líneas de producción a partir de la piel de esta ave.

Esther Sandoval Palacios.
FOTO: ROSALÍA MORALES

“Somos una comunidad indígena, la lengua que se habla es el náhuatl, que es la lengua materna, el proyecto ha contribuido bastante con el desarrollo. En un inicio teníamos la intención de proporcionarles una mejor alimentación a nuestros niños, pero con el paso del tiempo nos pusimos a explotar todo el proyecto, elaboramos plumeros, botas, cinturones, carteras, huaraches, todo lo que te puedas imaginar en piel; también vendemos la carne y tenemos un pequeño criadero de estos animalitos”, explica en entrevista María Teresa Ortiz López, líder del proyecto.

EMPLEOS VERDES

A la par de las actividades anteriores, la conservación de recursos naturales y de los ecosistemas se ha vuelto un factor importante para reducir la pobreza de las zonas cercanas a ellas. Desde 2013 a la fecha, la Comisión Nacional Forestal (Conafor), ha destinado alrededor de 160 millones de pesos (mdp) para la conservación y protección de 56 mil hectáreas con el programa de Pago por Servicios Ambientales (PSA) y Fondos Concurrentes.

“Se trata de un mecanismo financiero mediante el cual se realizan pagos a los poseedores de los terrenos forestales por conservarlos y manejarlos ya que son generadores de servicios ambientales”, explica Esther Sandoval Palacios, enlace de Servicios Ambientales de la Conafor en la Ciudad de México.

“Los beneficiarios, al firmar el convenio con la Conafor, tienen la obligación de crear una jornada de 10 personas como mínimo. Esta brigada está comprometida a realizar actividades de prevención, combate de incendios y monitoreo de plagas y enfermedades. Pero a su vez puede realizar otras actividades como el ecoturismo, y contratar a más personas, es decir crear empleos temporales”, explica.

La Conafor tiene seis áreas de pago diferenciado dentro del PSA que van desde los 1,100 pesos por hectárea hasta los 280 pesos por hectárea, pero el incentivo depende del tipo de ecosistema. Este programa es a nivel nacional y tiene una duración de cinco años.

Sandoval Palacios explica que el recurso baja al núcleo agrario, que está conformado por sus representantes legales que son el presidente, secretario, tesorero y un consejo de vigilancia.

El ecoturismo es otra de las actividades que apoya la Conafor, explica Luis Antonio Martínez Yáñez, jefe de departamento de producción de la gerencia estatal de la Conafor de la Ciudad de México, el cual se practica desde hace años en zonas de la capital del país. No obstante, en julio está por ver la luz uno de los proyectos más ambiciosos en el Parque de la Comunidad de San Bernabé Ocotepec, en la delegación Magdalena Contreras.

“La idea nació a través de diversas pláticas entre la comunidad, la delegación Magdalena Contreras y la Conafor.”

En este caso la delegación apoya con insumos económicos para adecuar las instalaciones para los visitantes, y la Conafor los ayuda con recursos para la capacitación.

“Los enviamos al Jorullo, un ejido en Nayarit, donde ellos pudieron ver qué era el ecoturismo desde otra perspectiva. Los apoyamos también con la capacitación de guías certificados a nivel nacional, en ésta vieron temas como primeros auxilios, identificación especies de flora y flauna, con el objetivo que la gente esté preparada para poder brindar los servicios”, explica Martínez Yánez.

Se prevé que la implementación de este proyecto genere entre 25 a 30 empleos directos en esta zona comunal, sin modificar su objetivo principal, que es dotar de bienes y servicios ambientales a la población de la Ciudad de México.

“Se trata de un proyecto que pretende incluir también una granja didáctica, un vivero, plantaciones de árboles de Navidad, una tienda de artesanías; y diversas actividades como la observación de venado cola blanca, bicicleta de montaña y senderismo.”

Martha Mejía

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