Más infraestructura verde a espacios públicos

por | Mar 1, 2015 | Expediente Abierto, Marzo 2015, Marzo 2015 | 0 Comentarios

Los parques urbanos y las calles necesitan áreas arboladas, así como senderos seguros, floridos y relajantes para devolver su lugar a los peatones

InfraestructuraEl espacio público está mal diseñado. Tratemos de dar un ”masaje” a ese nudo periurbano que sufrimos cotidianamente. Si de nuestro cuello se tratara, el dolor nos llevaría al médico; pero ¿cómo llevar al terapeuta a una urbe contrahecha, una urbe tapizada de cruces por los atropellados que cosecha en cada esquina?

O quizás el médico no sea el adecuado, ya que las vías rápidas y sus incómodos puentes peatonales son recetados por ingenieros civiles que viajan en camionetas pick up de 8 cilindros. ¿Qué les importa a ellos cómo se cruza una calle o cómo se camina una cuadra que quedó sin banqueta cuando le impusieron una rampa de puente peatonal?

Hay una carencia de especialistas en el ámbito del crecimiento urbano. Los burócratas han dejado en manos de las constructoras el diseño, consecuentemente se expide la misma receta en todos lados, se pierde el arbolado de los camellones para ganar un carril para la susodicha camioneta y se entuban los ríos para nada. Los ingenieros y los gobernantes son consecuentemente quienes deciden cómo vivimos en el árido espacio público.

Es de todos sabido que una ciudad que se puede recorrer siguiendo un “collar de esmeraldas” (el término lo acuñó en Boston Frederick Law Olmstead en el siglo XIX), tendrá gente mejor, más relajada, más creativa y amigable.

Se trata de que los recorridos de un barrio a otro de la ciudad se puedan hacer a través de camellones arbolados, a pie, en bici o en auto. Es en el andar cotidiano donde se necesita la infraestructura verde, no sólo en los parques. Es la calle la que debe convertirse en un paseo, no en una odisea. La calle debe recuperar para el peatón áreas arboladas, senderos seguros, sombreados, floridos y relajantes.

El ancho de los carriles vehiculares debe reducirse lo más posible para disminuir la velocidad sin necesidad de topes. Las franjas ganadas a los vehículos deben destinarse a ensanchar banquetas o bien a la circulación de las bicicletas.

El espacio público que todos recorremos es de concreto armado. Hemos hecho un búnquer, no una ciudad. Hemos tapizado el territorio de autos en lugar de hacer metros subterráneos. Hemos extendido la mancha urbana hasta cotas antiestéticas y socialmente discriminatorias que sólo se pueden paliar mediante los teleféricos.

Remediar no es diseñar, es mucho más difícil. Remediar nuestro malogrado espacio público pasa por devolver su lugar al peatón. Luego a las bicis y luego a los vehículos motorizados.

Remediar el espacio público pasa por la contratación de arboristas certificados para la plantación y el mantenimiento del arbolado urbano; por la contratación de arquitectos paisajistas para las decisiones viales y urbanas; por la humanización de la escala; por volver caminables las distancias; por la adquisición de reserva territorial para nuevas plazas públicas clásicas; por volver a los usos de suelos mixtos, donde las vivencias se mezclen y traslapen, garantizando vida en las calles a todas horas.

Para eso, hay que cambiar los reglamentos de construcción que exigen cajones de estacionamiento en lugar de transporte público; hay que sentarse a redactar los reglamentos de las leyes pensando en el ciudadano, en el hombre de a pie; hay que dejar de repartir cemento desde las curules; hay que profesionalizar el servicio público relativo a lo urbano; hay que usar una misma y buena calidad de mobiliario público y luminarias peatonales en todas las colonias, sean ricas, medias o bajas.

Hay que distribuir lo recaudado con el impuesto predial en forma homogénea y dejar de remodelar el “treintayúnico” kiosco de la “treintayúnica” plaza pública. Todas las calles deben volver a ser el escenario digno y humano del espacio público. Es lo más democrático.

 
La autora es profesora de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).

Susana Bianconi

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