Mucha agua, y poco aprovechamiento

por | May 1, 2010 | Expediente Abierto, Mayo Junio 2010 | 0 Comentarios

José Lueges

México tiene 20 veces más agua de la que necesita, y si falta el vital líquido es por la incapacidad de los tres niveles de gobierno para lograr una óptima planeación y administración de éste.

El problema del agua es que está muy mal distribuida. Las principales cuencas agonizan en medio de la falta de coordinación entre los gobiernos, los que anteponen sus intereses políticos en el manejo del recurso vital.

Para protegerlo urge la modernización y mayor construcción de infraestructura hidráulica y de drenaje, así como hacer reformas constitucionales y legales. Así se procuraría su utilización eficiente con mayor participación ciudadana en su administración, con el fin de cortar de tajo los manejos políticos que se le dan.

A decir de José Luis Luege Tamargo, director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en el manejo de este recurso ha existido mucha corrupción. “Es evidente que los organismos operadores del agua han sido las cajas chicas de los gobiernos municipales, utilizadas para realizar sus campañas políticas, cuando esos recursos deberían destinarse a mejorar el servicio. Esto es muy grave”, precisa en entrevista con Alcaldes de México.

Es por eso que en los municipios debe existir un consejo técnico ciudadano con proyectos de largo plazo, y que haga el trabajo de organismos operativos, explica el funcionario.

El desaseo en el manejo del agua es tal que los gobiernos anteriores han contratado líneas de crédito con la banca internacional para resolver el gran rezago en infraestructura hidráulica, hidroagrícola y de drenaje, y no las han utilizado. Sólo en la década de los años 90, para mejorar su red hidráulica, México contrató empréstitos por más de 3 mil 500 millones de dólares con el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, sin que los haya aplicado, y “sólo pagó el costo de servicios de la banca”, comenta Luege.

TRES GRANDES MALES

LagunaEl país cuenta con lluvias abundantes: el promedio histórico señala 1.5 billones de metros cúbicos anuales, de los cuales 468 mil millones recargan los acuíferos y cuerpos de agua superficiales —que son los disponibles para consumo humano—. No obstante lo anterior, sólo se aprovechan 70 mil millones de metros cúbicos (apenas 4 por ciento de las precipitaciones) por año para darles uso agrícola, doméstico, público e industrial, por lo que es frecuente la escasez del vital líquido en las principales ciudades del país y en vastas zonas agrícolas.

De los 653 acuíferos (depósitos subterráneos de agua) existentes, 173 son sobreexplotados. El gran problema es que estos cuerpos de agua significan 99 por ciento del líquido que necesita y consume el país, como explica Luege Tamargo.

A esto se suma que de los 2 millones de hectáreas de cuerpos de agua superficiales existentes en México, 95 por ciento están contaminados por descargas directas de drenajes urbanos e industriales, y no tienen tratamiento alguno. Además, todos presentan algún grado de azolve a causa de la deforestación de sus riberas, lo que reduce su capacidad útil de almacenaje, según un estudio de la Confederación Nacional Campesina.

La contaminación y sobreexplotación de los acuíferos es el resultado de la precaria y tardía inversión pública en infraestructura hidráulica y drenaje, donde se registra un rezago superior a 50 por ciento. Paraeste sector se han anunciado, en promedio, presupuestos por 38 mil millones de pesos anuales, cuando la realidad es que se necesita el doble, como lo afirma Leticia Robles Colín, secretaria de la Comisión de Recursos Hidráulicos de la Cámara de Diputados.

Hacen falta políticas públicas para reforestar las cuencas del país, donde se encuentran los acuíferos sobreexplotados así como para construir más presas que permitan retener las lluvias, porque de las 4 mil que hay, sólo 77 son útiles al 100 por ciento, mientras que las demás son viejas y presentan altos grados de azolve, afirma Robles. Agrega que hay que tecnificar y renovar las redes hidráulica y de drenaje para garantizar un mejor aprovechamiento y evitar la contaminación de los cuerpos de agua.

Los números del aguaAl respecto, Luege Tamargo afirma que el problema de la renovación “está en que los cuerpos de agua superficiales y subterráneos son muy frágiles ante la depredación humana”. Y explica: “Ahora llueve igual que siempre, pero se infiltra menos el agua por el acelerado cambio del uso del suelo que ha destruido bosques y selvas, que es lo que está sucediendo con las cuencas”. De esa forma, la carencia de agua no es por falta de lluvias por el cambio climático, “sino por nuestra poca capacidad en la planeación y uso eficiente de este recurso”, reconoce el funcionario. Debido a esto, la Conagua está trabajando en el ordenamiento del territorio.

Para Juan Manuel Torres Rojo, director de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la sobreexplotación se debe a que las cuencas no están reguladas, lo que ha permitido la deforestación de las mismas. Sin árboles, pues sencillamente no hay líquido, puesto que los bosques y selvas son las “fábricas de agua” provistas por la naturaleza. A pesar de esto, sólo 27 por ciento del presupuesto que recibe la Conafor, que es de poco más de mil millones de pesos anuales, se destina a reforestación.

Torres Rojo precisa que los principales factores que han deteriorado las cuencas son el cambio del uso del suelo de bosques o selvas, a tierras agrícolas, ganaderas y urbanas, lo que es producto del crecimiento poblacional. Explica que el manejo de las cuencas es complicado: ocupan áreas que pertenecen a muchos municipios y varios estados, por lo que la administración presupuestal es diferenciada y el manejo integral de todos los recursos resulta muy complejo, porque las divisiones territoriales no lo permiten.

Salvador Fernández Rivera, coordinador de Investigación, Innovación y Vinculación del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), señala que el uso del suelo y las actividades productivas del campo están determinadas por el mercado, que cada día demanda más alimentos, lo que obliga a abrir nuevas superficies cultivables, pues de lo contrario el país dependerá cada vez más de las importaciones para satisfacer la demanda de productos básicos. Por lo anterior se debe buscar el equilibrio mediante el empleo de tecnología en los procesos productivos, para no afectar los recursos naturales. El problema es que los presupuestos son insuficientes para lograrlo.

Enrique Sánchez Cruz, director en jefe del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria de la Sagarpa, subraya que “el ciclo del agua está determinado por los árboles, con los que evitamos erosiones y taponamientos de ríos; si se siembran arboledas adecuadas a cada región, ese proceso va a dar un cambio climático favorable”. También dice que los desastres naturales provocados por el agua en nuestro país se deben a “que hemos construido ciudades donde no debe haberlas, y hemos taponado ríos y canales”.

Sobre la contaminación de las cuencas y acuíferos, Luege reconoce que hay gran impunidad porque la dependencia a su cargo no puede llegar a taponar los drenajes de las ciudades que derraman las aguas residuales sin tratamiento alguno a ríos, lagos y presas, porque sería imposible hacerlo, como es el caso del Distrito Federal. Y agrega: “Esto provoca que no se pueda sancionar a las industrias que hacen lo mismo, porque dicen al momento de la clausura: ‘Yo estoy arrojando un litro, pero aquellos están arrojando mil litros, ¿por qué no los sancionas primero?’ ”.

REGULACIÓN, UNA SOLUCIÓN

InfraestructuraLos obstáculos para el manejo del agua muchas veces son políticos: “Nosotros trabajamos con todas las entidades, pero los gobiernos estatales a veces no tratan igual a todos los municipios, lo que para nosotros es un problema que hemos intentado solventar mediante el trabajo con ambos órdenes de gobierno”, dice Luege Tamargo.

Por su parte, Emiliano Rodríguez Briseño, director general del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León, Guanajuato —entidad que recibió recientemente el reconocimiento nacional del Consejo Consultivo del Agua por su eficiencia en el manejo del recurso—, plantea: “Hay que regular cómo se da el servicio de agua, porque es un servicio monopólico que está en manos de los municipios por mandato constitucional. Sí hay reglamentación, pero la regulación, que es la intervención del Estado para equilibrar el mercado, no existe. Imaginemos que un empresario quiere invertir en el servicio de agua potable, pero si el periodo de gobierno de los municipios —que son los responsables del suministro—, dura tres años, ¿quién le va a garantizar la recuperación de su inversión?

“La regulación debería quedar en manos de los gobiernos estatales, porque cada estado tiene realidades diferentes en el suministro de agua potable. Y además se debería obligar a que todos paguen este servicio, porque sólo de esta forma se puede cuidar el agua.”

LanchaRobles y Torres Rojo coinciden en que lo ideal es que exista una sola entidad reguladora municipal, para que los ayuntamientos administren los bosques por cuencas y se asocien para garantizar la continuidad de la preservación forestal. Pero esto implica una reforma constitucional que cambie la división política del país y permita aplicar estrategias regionales diferenciadas para cada una de las cuencas.

Para el director de la Conagua, crear un organismo regulador autónomo no funciona, sino que lo que debe existir es subsidiariedad para que los municipios puedan tener un servicio eficiente: “Si se busca regular en el ámbito municipal lo que es federal, se sigue con el mismo problema”, afirma, aunque sí está de acuerdo en una mayor participación de la sociedad en la administración del agua.

Pero mientras hay acuerdos y se aplica la ley, los habitantes ribereños, como los de San Cristóbal de la Barranca, Jalisco, seguirán enfermándose y soportando las pestilentes aguas que corren por el Río Santiago, que cruza cinco entidades antes de llegar al mar y transporta aguas residualesde ciudades e industrias que están a su paso. Isauro Sánchez Santana, presidente del municipio, señala: “En nuestro caso el río pasa a escasos metros de la población. Los vapores y malos olores que emanan de su contaminado cauce originan diferentes enfermedades respiratorias y gastrointestinales, así como de conjuntivitis de tipo alérgico”.

Y advierte: “Pero lo más duro es que los gobiernos de los estados hacen caso omiso a la necesidad de saneamiento de las aguas y de la construcción de plantas de tratamiento. Nuestro municipio no tiene planta de tratamiento, pero esa es una meta de esta administración”.

 

Juan Danell Sanchez

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