Viento a favor para energía eólica.

por | Ene 1, 2014 | Enero 2014, Expediente Abierto | 0 Comentarios

China, Estados Unidos, Alemania, España e India son los mercados líderes en la generación de energía eólica en el mundo. Y aunque ningún país latinoamericano se ubica entre los 20 productores más importantes, Brasil y México son las naciones de la región con más posibilidades de detonar dicha industria si en el mediano y largo plazos son capaces de crear un marco regulatorio claro y transparente, en el que se incluyan incentivos económicos a las empresas del sector.

Moisés Dávila Serrano, director de Electrificación Rural de la Secretaría de Energía (Sener), explica que en 2013 la generación de este recurso en México fue de cerca de 1,500 MW, sin embargo, con los proyectos que actualmente se encuentran en marcha, se podrían alcanzar 7 mil MW en 2016 y 12 mil MW para 2020, que es la meta del Gobierno Federal.

ESTADOS CON POTENCIAL
Sinaí Casillas Cano, director de Energías Renovables de la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico de Oaxaca, refiere que para producir 1 MW a partir del viento se requiere una inversión de entre 2 y 3 millones de dólares (mdd), por lo que es posible deducir que hasta el momento la inversión en el país rebasa los 3 mil mdd, y harán falta más de 21 mil mdd para alcanzar la meta trazada por la Federación.

Según información de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), actualmente hay 22 plantas eólicas en operación: 17 en Oaxaca, dos en Baja California, una en Quintana Roo, una en Chiapas y una más en Nuevo León, y se han otorgado hasta el momento 45 permisos para edificar parques eólicos. Actualmente se construyen 26 plantas, 13 están por iniciar obras y seis más se encuentran en la fase de estudios de factibilidad. Los estados que albergan dichos proyectos son Oaxaca, Baja California, Jalisco, Tamaulipas, Quintana Roo, Nuevo León, Chiapas, San Luis Potosí, Veracruz, Sonora y Coahuila. La mayor parte de la inversión es privada y sólo existe participación de la CFE en tres complejos ubicados en Oaxaca, Baja California y Quintana Roo.

Casi todos los proyectos que se encuentran en operación o en desarrollo se originaron en una primera temporada abierta, lo que permitió la planeación y desarrollo de nueva infraestructura de transmisión para el aprovechamiento del viento. Una temporada abierta es un proceso mediante el cual el Gobierno Federal, a través de la CRE y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) lanzan una convocatoria para que os interesados en instalar una planta eólica hagan sus propuestas para construir la infraestructura necesaria.

INDUSTRIA EN CRECIMIENTO
Actualmente, el Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE) lleva a cabo estudios para estimar el potencial eoloeléctrico nacional, los cuales se basan en la hipótesis de que sólo 10 por ciento del área total con potencial es aprovechable para la instalación de generadores debido a factores orográficos, ambientales, sociales y de factibilidad técnica y económica. Como resultado, se estima que el país puede producir hasta 71 mil MW de electricidad mediante el aprovechamiento del viento.

Dicho instituto estima que las regiones más aptas para ese fin se encuentran en el Istmo de Tehuantepec, las penínsulas de Yucatán y Baja California, así como en el norte del Golfo de México. Estudios elaborados por el National Renewable Energy Laboratory (NREL) de Estados Unidos indican que tan solo el estado de Oaxaca tiene un potencial superior a los 40 mil MW.

Asimismo, un estudio elaborado por la consultora PwC México para la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE) revela que de llegar a la meta de 12 mil MW en 2012, habrá un impacto en el producto interno bruto (PIB) cercano a los 167 mil mdp. Dicha capacidad permitiría reducir hasta 17 por ciento las importaciones diarias de gas natural, disminuir entre 8 y 15 por ciento las emisiones de dióxido de carbono y generar hasta 48 mil empleos directos e indirectos en los sectores involucrados en la industria.

El Istmo de Tehuantepec se ha convertido en un referente para el sector de las energías renovables en el país. El primer prototipo de parque eólico en México fue instalado ahí en 1994 por la CFE en el ejido La Venta, en Juchitán, Oaxaca. Actualmente, dicho corredor cuenta con 17 centrales en operación que producen cerca de 1,300 MW.

En esta región el viento sopla con la fuerza necesaria para generar entre 5 mil y 7 mil MW al año, suficientes para satisfacer la demanda de 18 millones de personas, lo que la hace un terreno fértil para las inversiones. Sinaí Casillas comenta que el desafío más grande consiste en contar con una normatividad adecuada, pues el Gobierno Federal no dimensionó la magnitud de los impactos que tendría la tecnología eólica, por lo que el Estado debe acompañar a los inversionistas, velar por los intereses de las comunidades y procurar acuerdos favorables para todos.

El funcionario oaxaqueño explica que próximamente entrará en operaciones el Instituto Oaxaqueño de Energías Renovables, el cual dará respuesta a las demandas de las empresas y las comunidades, así como para conformar un cluster con empresas que se instalen en el estado.

REFORMA NECESARIA
En cuanto a la normatividad, el estudio La energía eólica en México, elaborado por la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México, dependiente de la Secretaría de Gobernación (Segob), apunta que el aprovechamiento del viento se rige por las reglas que fueron creadas para otras fuentes, como el petróleo, cuyo territorio de explotación es propiedad de la nación, por lo que el valor de la tierra nO representa ningún inconveniente, sin embargo las leyes todavía no establecen parámetros sobre el costo de los terrenos.

Alejandro Velasco, director general de la empresa Energías Renovables y Vías Terrestres y secretario General de la Asociación Nacional de Energía Solar (ANES) refiere que debido a lo anterior es necesaria una reforma energética para regular la actividad eólica en el país. Moisés Dávila menciona que la ley se ha ido adecuando conforme a las necesidades de la industria y que aún se puede perfeccionar. No obstante, admite que los obstáculos más frecuentes son de carácter social o tecnológico, por lo cual los desarrolladores deben aprender a tratar con las comunidades biodiverpara solucionar los problemas que surjan en el proceso de negociación.

Asimismo, el funcionario federal explica que las redes de transmisión eléctrica no tienen una capacidad infinita. “Los desarrolladores no se pueden conectar donde sea. El sistema se está adaptando, pero no a la velocidad que quisieran las empresas. Es por eso que se abren temporadas para hacer las inversiones necesarias en infraestructura, se realicen los estudios pertinentes y que haya un acercamiento con las comunidades. Sólo si los proyectos se socializan podrán ser viables”, sostiene.

VALORAR LA TIERRA
Moisés Dávila_Enero 2014El estudio refiere que, a pesar de los beneficios ambientales de esta tecnología, aún no existe suficiente información para determinar con claridad sus ventajas y desventajas, así como el impacto social y ambiental que trae consigo la construcción de plantas a gran escala.

Entre los principales impactos destacan el conflicto por la propiedad de la tierra en las regiones aptas para aprovechar la fuerza del viento, la degradación de la calidad del paisaje, la pérdida de biodiver sidad y la generación de ruido mecánico y aerodinámico, entre otros.

El valor de la tierra es una de las partes más sensibles, pues se ha prestado a abusos por parte de los desarrolladores, ya que los dueños de los terrenos perciben ingresos menores a los que reciben los propietarios en otros países.

La experiencia internacional muestra que la remuneración que pagan las empresas que operan parques eólicos por concepto de arrendamiento de tierras oscila entre 1 y 5 por ciento de los ingresos brutos por venta de electricidad. Según estimaciones de la Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA, por sus siglas en inglés), la renta de la tierra representa el 3.9 por ciento del costo total de una planta de este tipo. Sin embargo, en México el valor está muy por abajo del estándar internacional, al situarse entre 0.025 y 1.53 por ciento.

Araceli Cano

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