Zonas forestales: sin vigilancia

por | Ago 1, 2015 | Agosto 2015, Expediente Abierto | 0 Comentarios

En México, la legislación en materia de uso y protección de la riqueza forestal es amplia, el problema está en la falta de aplicación de las leyes

Es mundialmente conocido que México es un país megadiverso y se ubica en los primeros lugares en cuanto a número de especies y porcentaje de endemismo de diversos linajes biológicos.

Sin embargo, estos honrosos lugares no están en concordancia con los niveles de deterioro de nuestros recursos naturales. ¿Esto se debe a la falta de leyes, normas y reglamentos? No, lo que realmente ha pasado en México no es la ausencia de leyes per se; de hecho, a pesar de que hay mucho por hacer en este tema, las leyes ambientales de México tienen un buen nivel, aunque es pertinente mencionar que éstas son relativamente jóvenes en el país.

Por ejemplo, hasta 1971 fue cuando se promulgó la Ley Federal para Prevenir y Controlar la Contaminación. El marco legal que incluye diferentes aspectos de la conservación de los recursos naturales está contemplado en la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente en 1988.

La diversidad y cantidad de leyes en México es amplia, sobresaliendo en materia de uso y protección de bosques: la Ley General de Desarrollo Sustentable (2001), la de Desarrollo Forestal Sustentable (2003) y la de Vida Silvestre (2000), sólo por mencionar algunas.

HACER CUMPLIR LA LEY
El problema está en la aplicación de las leyes, debido principalmente a la inexistencia de acciones de monitoreo y vigilancia, así como contra la corrupción y la impunidad, cánceres que afectan cualquier actividad del sector público, no sólo el ambiental.

Son dos los principales factores que han ocasionado la preocupante disminución de la superficie de nuestras selvas y bosques:

1.- No existe suficiente capacidad técnica del personal de las dependencias oficiales en los tres órdenes de gobierno. La falta de especialización de los directivos de las dependencias gubernamentales es todavía menor a nivel municipal en materia ambiental y es especialmente evidente en temas de biodiversidad.

En ese sentido, las pírricas propuestas municipales en conservación de la naturaleza frecuentemente son sólo ocurrencias para mitigar de manera virtual algunas de las problemáticas que aquejan a los mexicanos. Por lo tanto, salvo honrosas excepciones, dicha inexperiencia origina logros muy limitados durante la duración de un mandato.

Las dependencias oficiales de gobierno sí resultan ser “captadores eficientes” de amigos simpatizantes del partido político en el poder. Este punto ha lacerado de manera perversa cualquier intento por disminuir la deforestación y la contaminación.

2.- El presupuesto oficial para temas ambientales es extremadamente limitado. Esto contrasta con la narrativa de la clase política cuando se menciona que, si hay dos temas fundamentales en el desarrollo de un país, son la educación y el ambiente. Desafortunadamente cuando existen recortes presupuestales, a éstos son a los que siempre se les disminuyen recursos financieros de manera lacerante.

Pero a nivel municipal, es todavía más preocupante. Contar con acciones de vigilancia y de planeación participativa en los bosques y selvas requiere de presupuesto mínimo, para mantener al menos cierta presencia oficial en diferentes regiones del país.

ÁREAS NATURALES DE MÉXICO
La gran diversidad de tipos de vegetación de México hace indispensable que exista una correspondiente estrategia de conservación de éstos a través de las Áreas Naturales Protegidas (ANP), las cuales presentan grandes amenazas especialmente en lo referente a la vergonzante deforestación.

Por supuesto que la participación municipal es fundamental para el buen desarrollo de los programas de conservación, pero también es justo reconocer la importante participación de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). Si no fuera por esta dependencia gubernamental, la situación sería realmente caótica en nuestro país.

Desde 1997 existen además las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), las cuales representan formas de uso racional de la biodiversidad para que los poseedores del recurso puedan utilizar diferentes especies de plantas y animales, todo esto en un marco de legalidad.

Algunas de las pocas actividades que las administraciones municipales fomentan son las inoperantes campañas de reforestación a lo largo y ancho del país. Si uno visita los viveros forestales de México, fácilmente puede darse cuenta que la mayoría de las plantas que propagan siguen siendo exóticas (no nativas) de las áreas de interés. La introducción de organismos exóticos causa graves problemas ambientales principalmente a áreas naturales (especialmente rurales).

En principio, es indispensable que exista una estrecha coordinación entre las innumerables dependencias de gobierno a las cuales les gusta plantar arbolitos (Comisión Nacional Forestal (Conafor), Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), grupos ecologistas, televisoras y los ayuntamientos, por supuesto).

Lo lógico y eficiente sería que una sola institución realizara la reforestación. Pero suponiendo que esto se resolviera, y existiera una sola, todavía sería necesario crear una ley de plantaciones forestales, con el fin de regular la forma indiscriminada de cómo se abusa con la reforestación. El propósito de dicho instrumento sería crear un instrumento para determinar cuáles son las especies adecuadas para plantaciones específicas.

En conclusión, para contribuir sustancialmente a la protección de nuestros bosques y selvas mexicanos no se requieren necesariamente más leyes sino su aplicación, así como una mayor preparación técnica en temas ambientales por parte de los ayuntamientos.

También mayor coordinación entre las dependencias de gobierno sería ideal para lograr que los municipios (parte fundamental de la estructura de gobierno de México) funcione como un importante aliado para la conservación el vasto patrimonio biológico de la nación.

 

Óscar Dorado Ramírez

El autor es investigador del Centro de Educación Ambiental e Investigación Sierra de Huautla (CEAMISH) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM)

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