Los 195 países reunidos en Paris durante la conferencia sobre el cambio climático llegaron este sábado a un acuerdo final que para muchos significa la base para detener este fenómeno, pero para otros resulta insuficiente e inclusive un fraude.

Este acuerdo, a diferencia del Protocolo de Kioto firmado en 1997, plantea que las naciones tanto desarrolladas como países en desarrollo, se comprometan a gestionar la transición hacia una economía baja en carbono.

Su objetivo principal es que las temperaturas se mantengan por debajo de los dos grados centígrados con respecto a la era preindustrial, por lo que los países firmantes deberán “realizar esfuerzos” para limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 grados.

Para lograr esos objetivos, los países se comprometen a fijar cada cinco años sus objetivos nacionales para reducir la emisión de efecto invernadero. México es uno de los 186 de los 195 países participantes en la cumbre que ya lo han hecho.

Las claves del acuerdo

• Las temperaturas para 2100 deben mantenerse por debajo de los 2° C. Los países deberán “seguir esforzándose” por limitar el incremento a 1,5°, algo que podría resultar difícil si contemplamos que las temperaturas ya han aumentado 0,9°.

• Los países ricos deben financiar con por lo menos 100,000 millones de dólares a los países pobres más vulnerables para 2020 y la cantidad será actualizada en 2025.

• Se establece una diferenciación en donde los países desarrollados deben lideran la reducción de gases de efecto invernadero, mientras que los países en vías de desarrollo se deben comprometer a intensificar los esfuerzos para reducir las emisiones.

• El objetivo de emisiones para 2050 es alcanzar un equilibrio entre las emisiones causadas por la actividad humana y la cantidad absorbida por sumideros (bosques y océanos).

• Se presentará un primer balance en 2023, donde cada país informará sobre los resultados y compromisos cumplidos, para que, en caso necesario, sean endurecidos en función de la evolución del clima. Será obligatorio para los países presentar contribuciones climáticas cada cinco años, que serán evaluadas de forma transparente.

• El acuerdo está abierto a la firma de los países y la UE a partir del 22 de abril del 2016 y entrará en vigor cuando lo ratifiquen al menos 55 partes de la Convención de la ONU, siempre que aglutinen un mínimo del 55% de los gases de efecto invernadero, es decir, los mismos criterios exigidos con el protocolo de Kioto de 1997.

• También se contempla aplicar acciones para adaptarse a los efectos del cambio climático, incrementar desarrollos que generen bajas emisiones de gases invernadero, mejorar la capacidad e infraestructura de los países para adaptarse a los cambios producidos por el calentamiento global, compartir tecnologías y descubrimientos científicos entre todos los países y transparentar cualquier financiamiento destinado a la lucha contra el cambio climático, entre otras acciones.

Las voces críticas

La celebración por el nuevo acuerdo para combatir el cambio climático no convenció a todos, pues incluso el primer científico que alertó de las consecuencias del fenómeno lo calificó de “fraude”.

“No hay acciones, solo promesas. En la medida que el combustible fósil sea el más barato, se seguirá quemando”, señaló James Hansen, científico estadounidense considerado el padre de la conciencia sobre el cambio climático.

Para Hansen, la clave para frenar el calentamiento global está en poner impuestos a los gases de efecto invernadero.

La periodista y activista canadiense Naomi Klein, por su parte, considera que la cumbre fracasó “incluso antes de empezar”, pues una de las cosas que más le preocupa es que los países más afectados por el cambio climático no pueden demandar por “daños y perjuicios”.

“El asunto de los daños y perjuicios era un punto claro durante las negociaciones. Los países en desarrollo pidieron un acuerdo para ofrecer apoyo a las personas que ya están sufriendo consecuencias catastróficas por el aumento de los niveles del agua y temperaturas sofocantes”, señaló la periodista.

Para otros críticos el tema de los 100 mil millones de dólares anuales que los países ricos proveerán a los más pobres en su lucha contra el fenómeno climático, resulta insuficiente, pues a pesar de que algunos países de América Latina podrían recibir algo de este dinero, la mayoría se destinaría a la región de África Subsahariana.

Otro punto principal que causa la objeción de los críticos es el referente a atribución del este fenómeno a la actividad humana, pues son varios los científicos, políticos y expertos con la misma reputación que los defensores de la teoría del cambio climático antropogénico, que dudan de que la intervención humana sea la clave del fenómeno.

La mayoría de los detractores señalan que millones de personas dependen de la suposición de que el hombre es el principal causante del calentamiento global, para mantener sus intereses económicos y políticos.

Las acciones y consecuencias en México

El compromiso de México, presentado en la cumbre de París por el presidente Enrique Peña Nieto, establece generar 35 por ciento de energía limpia en 2040.

Considera fortalecer el abastecimiento de gasolinas y diésel de ultrabajo azufre, incrementar la flota vehicular a gas natural y disponer de combustibles limpios, modernizar el parque vehicular, así como reducir la importación de automóviles usados e impulsar el transporte multimodal de carga y pasajeros.

Además, en los sectores forestal y agropecuario de definió como parte de las metas alcanzar en 2030 la tasa cero de deforestación.

Uno de los puntos que podrían afectar de manera significativa a México es el referente al uso de fuentes de energía fósiles, pues el documento aprobado en la cumbre de París implica una dirección clara para evitar el uso del petróleo, gas y carbón para trasladarse a la dependencia de las energías renovables.

México, junto con países como Venezuela, Perú, Colombia y Bolivia, cuenta con una economía que depende del petróleo y el gas, por lo que el acuerdo podría tener implicaciones en el desarrollo de la economía mexicana.