Crecen alimentos y aumenta la pobreza

por | Nov 1, 2009 | Breviario Municipal, Noviembre Diciembre 2009 | 0 Comentarios

NiñosMientras la producción de alimentos y la estructuración de las políticas agropecuarias en el país dependan de las lluvias, en el campo mexicano siempre será temprano para echar las campanas al vuelo cuando se hable de crecimiento del sector agropecuario, y de avances para alcanzar la autosuficiencia alimentaria.

Basada en los resultados del primer trimestre de 2009, cuando el sector agropecuario registró, pese a que el país está en recesión, un crecimiento de 1.4 por ciento, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) pronosticó un crecimiento mayor a 3 por ciento al finalizar el año, estimación totalmente contraria al desplome de la economía nacional, que analistas financieros prevén en alrededor de -7 por ciento.

Dicha proyección de incremento productivo del campo dependerá en buena medida de los daños que hayan provocado la sequía primero y las inundaciones después. Habrá que esperar los resultados de la dependencia, para los últimos días del año.

Hay que precisar, en cuanto al crecimiento del primer trimestre del sector, que éste se debe, con base en los datos de Sagarpa, a los siguientes factores: aumento de 4.5% del PIB agrícola (en la cosecha otoño-invierno 2008-2009), especialmente de granos (maíz, avena, trigo, cebada y sorgo), oleaginosas como frijol, cártamo, ajonjolí y soya, hortalizas y frutas; aumento de 2.1 por ciento del PIB pecuario como leche, huevo y carnes de pollo, ovino y caprino y por el crecimiento del 7.4 por ciento de la acuicultura, especialmente camarón, tilapia y trucha.

TractorEsto se ha visto reflejado en las exportaciones agroalimentarias de México, que durante el primer semestre de este año registraron un incremento de 0.4 por ciento, con respecto al mismo periodo de 2008, cuando se alcanzó un valor de las ventas mexicanas a 43 países del mundo, de alrededor de 17 mil millones de dólares. México ocupa el primer lugar mundial en exportación de tequila, cebolla, moras y aguacate; segundo lugar en ventas de papaya, sandía, pepino, espárrago y chiles, y del tercer al quinto lugar mundial en exportación de tomate, cerveza, limón, fresa, café tostado, leguminosas, pimienta, coco, mango y miel de abeja.

El ciclo otoño-invierno se caracteriza por las cosechas abundantes, debido a que los cultivos se practican bajo riego y en zonas altamente tecnificadas. Pero el grueso de la producción de alimentos para el abasto nacional (dos terceras partes) se obtiene del ciclo primavera verano, en el que la agricultura depende totalmente de las lluvias.

YERROS AGROPECUARIOS

GanadoPese a lo anterior, históricamente en nuestro país los gobiernos y los productores se han limitado a explotar y abusar de las bondades de los recursos naturales del territorio, con una visión muy corta en cuanto a la importancia que tiene la inversión en infraestructura y tecnología. Así, los sectores público y privado han dejado a un lado la producción de tecnología y maquinaria que permitan que la agricultura y la ganadería sean menos dependientes de los cambios climáticos.

Y a pesar de los constantes fracasos en el pretendido desarrollo del sector primario, cuya evidencia más clara es la dependencia alimentaria de México —en niveles de hasta 50 por ciento del consumo nacional—, las políticas dirigidas al campo concentran su atención en un pequeño grupo de cultivos de exportación que benefician a un reducido número de empresarios agropecuarios, los que representan 6 por ciento (390 mil) de los 6.5 millones de unidades de producción agropecuaria, según datos de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC); mientras 5 millones 200 mil campesinos y sus familias sobreviven sorteando la línea de pobreza, otros 910 mil son considerados productores medianos que logran una producción suficientemente grande para ingresar al mercado nacional de alimentos.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), basado en la información de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2008, dio a conocer en julio de 2009 que en el periodo 2006-2008 la pobreza alimentaria en el campo aumentó, afectando a 12.2 millones de personas. Esto significa que esa cantidad de mexicanos vive en pobreza extrema debido a que sus ingresos son insuficientes, aunque los destinen en su totalidad para comprar productos de la canasta básica de alimentos. Este número de personas equivale a 50 por ciento de la población rural, y demuestra que la pobreza alimentaria del campo aumentó casi 32 por ciento en dos años, al crecer el porcentaje de la población nacional en tal condición de 13.8 a 18.2 por ciento.

ArandoDe igual forma, el resultado de esos yerros de las políticas agropecuarias se traducen en que la mayor parte de la superficie aprovechable para la producción de alimentos del país presente profundos rezagos productivos, tecnológicos y de mecanización.

Tan grave es la situación, que en la actualidad no existe un padrón oportuno y fidedigno de la superficie ociosa. Sólo se dan a conocer, de manera general, las estadísticas de las superficies sembradas por cultivo en cada ciclo agrícola y de la parte del territorio nacional con vocación ganadera.

En los resultados del Censo Agrícola y Pecuario 2007 —el más reciente—, se precisa que de los 196 millones de hectáreas que tiene el país, las unidades de producción agropecuaria y forestal comprenden 112.7 millones de hectáreas, de las cuales 43.9 millones (39 por ciento) permanecen sin actividad productiva agropecuaria o forestal. ¿Estarán ociosas?

Desde la época del gobierno de Luis Echeverría, y ahora, según datos de la Sagarpa, la frontera agrícola del país, es decir, la superficie cultivable, es de 21 millones de hectáreas (alrededor de 10.7 por ciento del territorio nacional), de las cuales 15 millones son de temporal —es decir, sólo pueden ser cultivadas una vez al año, que es la temporada de lluvias—. Las restantes son de riego, lo que significa que se pueden sembrar hasta dos veces por año, dependiendo del cultivo, sin problemas de agua debido a que son abastecidas por presas y pozos.

Pero además existe una reserva accidental de tierras cultivables, a la que las autoridades han llamado “superficie con potencial agrícola”, que comprende 9 millones de hectáreas. Con esto, la frontera agrícola crece a 30 millones de hectáreas, aunque a ciencia cierta nadie sabe a qué se destinan. Desde la administración de Miguel de la Madrid, tiempo en el que se habló con mayor énfasis de esa superficie, se diseñaron políticas de reconversión del campo, con la intención de sustituir los cultivos considerados menos rentables por otros altamente redituables y exportables.

En el presente, entre los datos que ofrece Sagarpa, se encuentra el que ya son 380 mil hectáreas las que se han reconvertido, quitándole esa superficie al cultivo de granos básicos, para sembrar hortalizas y frutales. Es decir, en lugar de aprovechar progresivamente 9 millones de hectáreas que tienen potencial agrícola, y con ello ampliar la frontera de tierras cultivables, así como elevar la producción de alimentos, las autoridades han decidido reducirla.

MALABARISMO ESTADÍSTICO

ArandoComo reza el refrán, “no se puede tapar el Sol con un dedo”. Ponderar el crecimiento del campo en 3 por ciento anual, como cifra récord histórica del campo mexicano, aun cuando ese logro se haya alcanzado en medio de la crisis económica nacional y mundial, está lejos de la realidad.

Al término de la Gran Depresión, durante la década 1935-1945, el campo mexicano registró crecimientos anuales de 2.8 por ciento; a partir de 1946 y hasta 1956, la cifra fue de 7.6 por ciento anual, según los datos de Estadísticas históricas de México del INEGI.

Hay más. En el mismo documento, se registra un crecimiento superior a 3 por ciento anual en 1990 y 1991, además de que, en esos años, México logró la autosuficiencia en maíz y frijol. Fue algo que ya se había logrado en 1982, con el programa gubernamental “Sistema Alimentario Mexicano”, que tuvo una duración de tres años —de 1980 a 1982—, debido a que se fondeó con recursos del boom petrolero vivido durante el gobierno de José López Portillo.

A fin de cuentas, la soberanía alimentaria ha sido algo fugaz. Pero todos los gobiernos la han utilizado como bastión de su discurso y en el diseño de sus políticas agropecuarias. El ejemplo más reciente en el malabarismo de cifras de la Sagarpa es el caso de la producción de frijol: “Al inaugurar el II Congreso Internacional y Feria del Frijol, el ex secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez, dijo que en México la producción de frijol registró un incremento de 233 mil toneladas de 2000 a 2008, lo que representa un crecimiento de 22.06 por ciento; destacó que en el año 2000 la producción nacional fue de 887 mil toneladas; en 2009 llegamos a un millón 120 mil toneladas. Las importaciones de frijol aumentaron de 86 mil a 94 mil toneladas y el consumo nacional también creció en este periodo de 968 mil a un millón 191 mil toneladas”.

Esa fue una declaración hecha por el entonces secretario de Agricultura, cuando lo más severo de la sequía puso en jaque a la producción agrícola nacional del ciclo primavera-verano, época en la que los productores documentaron pérdidas catastróficas por la falta de lluvias, que dañaron de manera irreparable 50 por ciento de los 12 millones de hectáreas cultivadas con granos básicos. En ese sentido, la Confederación Nacional Campesina (CNC) estimó que se tendrán que importar 900 mil toneladas de frijol, debido a la severa y prolongada sequía.

La Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA) dio a conocer que diariamente están emigrando más de mil 200 campesinos por la falta de empleo y rentabilidad en sus lugares de origen.

EL GRANO ESTRATÉGICO

Explicó que el principal cultivo afectado por este fenómeno es el maíz, que por múltiples razones es un grano estratégico para la economía agropecuaria, y en buena medida también para la del país.

Sobre este tema, Margarita Tadeo Robledo, académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, de la UNAM, explicó que en México existe un déficit en la producción de maíz, porque sólo se cosechan 21 millones de toneladas de los 28 millones que se podrían producir. Precisó que 85 por ciento del cereal se obtiene de temporal con un rendimiento promedio nacional de 2.9 toneladas por hectárea, y el 15 por ciento restante se cosecha en zonas de riego donde se alcanza un rendimiento de nueve toneladas por hectárea.

De los 3.5 millones de productores de maíz, 85 por ciento tienen parcelas menores a 5 hectáreas, lo que complica aún más la situación en el agro, porque con el producto de esa superficie no se puede mantener una familia.

Para citar un ejemplo de la importancia de este grano, baste decir que, a nivel mundial, este cereal se perfila como el más valioso por la obtención de etanol. He aquí algunos números representativos: con 25 kilogramos de maíz se pueden obtener diversos subproductos, como 36.2 kilogramos de tortilla, 24.9 de harina y 14.5 de almidón; 9.4 litros de etanol y 0.73 litros de aceite comestible. Además, la producción pecuaria depende de él en 85 por ciento. A nivel mundial, Estados Unidos produce 40 por ciento del cereal, China, 20, la Unión Europea y Brasil alrededor de 6 y México poco más de 3 por ciento.

La realidad actual es que, según datos de la Sagarpa, cada año se importa 30 por ciento del maíz que consume el país, lo que equivale a más de 10 millones de toneladas, las que, sumadas a las otras compras de alimentos al exterior, rebasan la cifra de 23 millones de toneladas, lo que implica un gasto superior a 11 mil millones de dólares. El valor anual de los alimentos para el abasto nacional es de alrededor de 800 mil millones de pesos.

El panorama del sector agropecuario se complica todavía más cuando se ve venir el recorte presupuestal para 2010. De acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, se aproxima un shock financiero por 300 mil millones de pesos. A esto hay que agregar la crisis azucarera, que obligó al gobierno a importar 353 mil toneladas del dulce, debido a una caída de más de 10 por ciento en la producción de la gramínea y a los vaivenes del mercado mundial del dulce, que lo han encarecido.

Así, el campo crece en medio de la crisis económica, nacional y mundial, pero por debajo de los niveles en que ha crecido la pobreza de los habitantes del medio rural.

Juan Danell Sanchez

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