A volar México

por | Jul 1, 2014 | Ambiente de Negocios, Julio 2014 | 0 Comentarios

Hay una tendencia universal que indica que cada vez más personas viajarán por aire y a más destinos, por lo tanto habrá también más aviones volando. Tan sólo el pronóstico de pasajeros indica que en 2016 habrá cerca de 3,600 millones de pasajeros, 800 millones más que en 2011.

Esa realidad, más la renovación natural de aeroflotas y el surgimiento de nuevas líneas aéreas, son causantes de que el mundo hoy tenga necesidad de comprar alrededor de 30 mil aviones nuevos, con lo que el mercado aeronáutico global equivale a 450 mil millones de dólares (mdd) aproximadamente.

Así de importante es la industria aeronáutica internacional, y México, que ha comenzado a hacer pequeños pellizcos a ese mercado, hoy quiere ser notado y considerado como un jugador erio en esas ligas. Veamos qué posibilidades tiene y, sobre todo, qué están haciendo estados y municipios para atraer el interés de los inversionistas del sector y hacerse de una buena porción del atractivo negocio.

Del valor total del mercado aeronáutico mundial, 45 por ciento está en poder de Estados Unidos. Los cuatro países que siguen en importancia son Francia, Reino Unido, Alemania y Canadá. En una tercera capa, que en conjunto representa 7 por ciento de las ventas globales de la industria, están emergiendo China, Brasil, India, Singapur y México.

En nuestro país, esta industria tiene entre 10 y 14 años. Es joven y nació dinámica. De acuerdo con el Programa Estratégico de la Industria Aeroespacial, ha registrado un crecimiento promedio anual de 20 por ciento, sus exportaciones rondan los 5 mil mdd, el número de empresas se duplicó de 2005 a la fecha hasta ubicarse en alrededor de 270 actualmente, y en poco tiempo consiguió un lugar en el mapa de la cadena productiva internacional; algunos la sitúan en el sitio 15 y otros en el 12. Cualquiera que sea su posición, es un hecho que ya figura en la aeronáutica mundial y está en la pelea por agrandar su participación.

Esta industria se localiza en 17 estados. En ellos se alojan las distintas fases de la cadena de valor que, según la Secretaría de Economía, en el caso de México se concentra principalmente en manufacturas (79 por ciento); mantenimiento, reparación y revisión (11 por ciento), y diseño e ingeniería (10 por ciento).

Los cinco clusters que encabezan estas actividades se ubican en los estados de Baja California (Mexicali, Tecate y Tijuana); Chihuahua (Chihuahua); Querétaro (Querétaro); Sonora (Hermosillo, Guaymas y Ciudad Obregón), y Nuevo León (Monterrey). En el primero destaca la empresa Honeywell; en el segundo se encuentran Cessna y Labinal, de Grupo Safrán; el tercero cuenta con cuatro grandes firmas: Bombardier, ITR México, Snecma y GE; el cuarto, con Goodrich y Esco; y en el quinto sobresalen Frisca Aerospace y M.D. Helicopters.

Hasta aquí todo bien. Pero si queremos que esta industria evolucione, se deben sostener los estándares logrados en proveeduría de manufacturas e impulsar los servicios de mantenimiento, así como aspirar a ser un centro de diseño e ingeniería. Hay que aumentar el contenido nacional de las exportaciones —que actualmente es menor a 10 por ciento—, propiciar la participación de más empresas mexicanas y profundizar la formación de capital humano, que asegure mano de obra calificada y facilite la transferencia de tecnología a México.

Querétaro es un caso peculiar. Ahí los avances han sido notorios en los rubros descritos y en los últimos ocho años, estado y municipio, han construido un ambiente de negocios favorable para esta industria.

A decir de Marcelo López Sánchez, Secretario de Desarrollo Sustentable del estado de Querétaro y director de la Comisión para Fomento Económico de las Empresas del Sector, antes de 2006 había dos empresas aeronáuticas en el estado, hoy existen 56 que emplean a más de 6,500 personas y generan una inversión aproximada de 1,500 mdd.

No sólo eso. Una actividad que comenzó con manufactura de partes, gradualmente ha ido evolucionando a servicios de mantenimiento, diseño e ingeniería. En 2009, Bombardier llevó a la entidad el Learjet85, cuya estructura total se hace en Querétaro y luego se ensambla en Estados Unidos.

Así, una industria que se inició en el norte del país, ha encontrado en este estado de la parte central de México, la posibilidad de desarrollarse, convirtiéndolo en un centro aeronáutico por excelencia, no por el número de empresas que ahí operan, sino por el grado de sofisticación y tipo de procesos que se llevan a cabo.

¿Qué hizo Querétaro para lograr esto? La respuesta es multifactorial:

1. Desarrolló un parque aeronáutico dentro del aeropuerto. El gobierno del estado es dueño de la terminal aérea, lo que le dio una ventaja respecto a otras entidades, en cuanto a disponibilidad del terreno en el mejor lugar y con costos muy competitivos para edificar inmuebles y plantas acordes a estándares mundiales.

2. Diseñó una estrategia de vinculación académica. Para formación y certificación del capital humano necesario, se creó la Universidad Aeronáutica, única en el país, según Marcelo López. A través de ella y de los tres centros de investigación del Conacyt, se ha dado un proceso paulatino de transferencia de tecnología.

3. Incorporó proveeduría local. Los procesos complejos de integración de la industria que se realizan en Querétaro, han permitido incorporar poco a poco a proveedores locales. A compañías mexicanas que estaban siendo competitivas en otras áreas, como la automotriz, se les ha facilitado su evolución hacia el terreno aeronáutico, al punto que hoy ya existen en el estado unas 10 empresas nacionales totalmente integradas a la cadena de valor aeronáutica. Todo un logro si se considera que más de 80 por ciento de las unidades productivas de dicha industria son extranjeras.

4. Centro de Desarrollo Tecnológico para la Industria. Como parte de sus compromisos de campaña, Enrique Peña Nieto avaló el proyecto de este Centro con un presupuesto de 90 millones de pesos (mdp), el cual se prevé comenzar a construir a finales de 2014.

5. Otros incentivos. Querétaro se autodefine como un estado “no acostumbrado a dar dinero por un proyecto”, de modo queaunque no cuenta con apoyos económicos, sí los tiene en temas regulatorios y de facilidad en trámites.

Pero más allá de las fronteras de un estado, el dinamismo de esta industria enfrenta a nivel nacional retos que amenazan con frenar el ímpetu de su crecimiento. Los tres más importantes son: la integración de más empresas mexicanas a la cadena productiva, la implementación de órganos certificadores y la incursión al terreno de la aviación militar.

En el primer reto, una de las claves para superarlo es el financiamiento oportuno y competitivo, en el que Bancomext juega un papel primordial. En el segundo, influirá en forma determinante la velocidad con que proceda la Dirección General de Aeronáutica Civil para incorporar la certificación de las piezas hechas en México. Mientras el país no cuente con esas certificaciones, el avión y sus partes seguirán siendo certificados en el país de origen de la empresa que los fabrique o donde se ensamblen las piezas de la aeronave.

En cuanto al tercer reto, hay que explicar que en México la industria sólo ha incursionado en la aviación comercial, pero la otra mitad aún sin explorar corresponde al segmento militar. El país tiene que escalar y subirse a una práctica mundial que condiciona la compra de aeronaves a la producción de las mismas en territorio del país que las adquiere, así es como se ha desarrollado la aeronáutica en China y otros países. Esto quiere decir que la compra de aeronaves de guerra puede detonar una industria aún más vigorosa, pues hasta ahora hemos comprado aviones y helicópteros sólo porque los necesitamos, pero sin una política orientada al impulso del sector.

Dicho esto, el momento actual es claro. Hay un objetivo común de elevar al país al rango de competidor mundial, creando una industria nacional fuerte que, a decir de los propios empresarios, en unos 10 o 15 años pueda poner en el mercado internacional aviones ensamblados en México. Es posible. Pero se requiere de una política robusta y financieramente bien apuntalada. La disyuntiva está entre eso o ver que el desarrollo nuevamente pasa de largo frente a nosotros.

Norma Pérez Vences

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