Es importante y urgente repensar las contralorías y confirmarlas, no nombradas por el o la presidente municipal, sino a través de un consejo ciudadano o bien de organismos civiles
Las contralorías municipales, más que ser un órgano garante de la correcta aplicación de los recursos públicos, se convierte en el sastre que habrá de parchar todo lo mal administrado por un gobierno local.
Dicho esto es necesario mencionar que las contralorías están llamadas a ser vigilantes del ejercicio de los servidores y funcionarios públicos, asegurarse de que el presupuesto se aplique y se aplique bien, además de que haya transparencia en su destino.
Lamentablemente las contralorías de los municipios son ese taller de costura a los que les toca surcir lo mal hecho; les toca tapar los hoyos en el presupuesto y fingir que no ven nada cuando, en muchas ocasiones, es más que evidente el desfalco financiero que hacen algunos(as) presidentes municipales.
Por ello es importante y urgente repensar las contralorías y confirmarlas, no nombradas por el o la presidente municipal, sino a través de un consejo ciudadano o bien de organismos civiles, a fin de evitar que “porque el alcalde los puso allí, tienen que cuidarle sus mañas”.
Es necesario pensar en una descentralización de las contralorías municipales, para que al fin logre cumplir con la vocación a la que ha sido llamada, a ser un órgano que asegure el buen gobierno y la gobernanza.
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