La pobreza en el espacio público

por | Abr 5, 2017 | De Puño y Letra | 0 Comentarios

En el espacio público vemos pluralidad, inclusión, integración y, también, la pobreza: personas que piden dinero, estudiantes tocando algún instrumento para ganar unas monedas, personas en situación de calle -marginados de la sociedad-, delincuentes esperando a la víctima.

Foto: Anayeli Ocegueda Olvera

La vida de una Ciudad tiene, en la calle, en ese espacio que se convierte hoy en día en una parte del espacio público, expresiones precisas de la pobreza. Federico Engels escribió en La situación de la clase obrera en Inglaterra:

La muchedumbre de las calles tiene ya, por sí misma, algo de repugnante, que subleva la naturaleza humana. Estos centenares de millares de personas, de todas las condiciones y clases, que se comprimen y se atropellan, ¿no son todos hombres que poseen las mismas cualidades y capacidades y el mismo interés en la búsqueda de la felicidad? ¿Y no deben esas personas finalmente buscar la felicidad por los mismos medios y procedimientos?”

En octubre de 2015, el Dr. Joan Clos, Director Ejecutivo de ONU-Hábitat, señaló: “El carácter de una ciudad se define por sus calles y espacios públicos. Desde plazas y bulevares a jardines vecinales y zonas de juego infantiles, espacios públicos en el marco de la imagen de la ciudad. La matriz de conexión de las calles y espacios públicos constituye el esqueleto de la ciudad en la que todo lo demás descansa.”[1]

En el espacio público vemos expresarse el esqueleto de la condición de pobreza de las grandes ciudades. No es nuevo de México, es una característica de las grandes ciudades.

Desde la consolidación del espacio público como actor urbano, la tendencia en las intervenciones fue la promoción de obras con diseños atractivos y seguros. Una cierta inclinación más por hacer al espacio público un ejemplo de “arte”, pero poco a poco la balanza encontró como camino la generación de espacios seguros, de intervenciones para la prevención del delito.

En estos últimos diez años, empieza a crecer la pregunta sobre la posibilidad que tiene el espacio público para generar igualdad, equidad, y combatir la pobreza.

¿Podemos, con la recuperación y rehabilitación del espacio público, generar mejores condiciones para las personas? ¿Podemos combatir la pobreza desde el espacio público?

Durante el encuentro de Hábitat III, en Quito, Ecuador, en octubre de 2016, se observó:

“Una ciudad puede hacer frente a la desigualdad a través de la provisión de espacios públicos inclusivos, seguros y accesibles. Garantizar la densidad adecuada es importante para apoyar la formación de capital social. Las autoridades locales a veces ignoran el uso del espacio público por los pobres, aunque el espacio público es ‘salón de los pobres’ e importante para la recreación, el desarrollo social, cultural y económica de los grupos vulnerables. 8 El espacio público como un bien común es el factor clave para el cumplimiento de los derechos humanos, el empoderamiento de las mujeres y proporcionar oportunidades para los jóvenes.”[2]

De acuerdo con Göran Therborn: La desigualdad es una violación de la dignidad humana porque niega la posibilidad de que todos los seres humanos desarrollen sus capacidades[3]. Mientras que la pobreza es una condición en torno a la igualdad, la desigualdad es la transición desde la pobreza hasta la riqueza.

Ya lo hemos señalado, el espacio público genera una relativa igualdad de oportunidades para quien se encuentra en él. Sin embargo, no es lo mismo la generación del espacio público en colonias donde las personas tienen capacidad económica para el ejercicio de la convivencia, diversión y entretenimiento en otros espacios, que en una colonia de baja condición socio-económica, donde lo que hay cercano es la calle o el encierro.

Muchos de los manuales para la generación del espacio público contemplan factores como diseño, gestión y construcción (caso de Costa Rica), y pone énfasis en la participación de los ciudadanos o para partir de la generación de seguridad para personas adultas mayores, niños o mujeres, pocos hacen referencia a cómo diseñar un espacio público que genere igualdad.

Ya establecido como un derecho en la Constitución Política de la Ciudad de México (Artículo 13) y determinadas las Alcaldías para ser responsables de: “Promover la creación, ampliación, cuidado, mejoramiento, uso, goce, recuperación, mantenimiento y defensa del espacio público…” (Artículo 13), el tema de la desigualdad viene mucho a cuento.

La Ciudad de México tendrá por segunda ocasión la posibilidad de tener gobiernos locales, las Alcaldías, que tendrán como responsabilidad, entre otras, generar desarrollo económico y trabajar para revertir la pobreza.

Las Alcaldías no pueden ser solamente órganos administrativos, también deben ser agentes promotores del desarrollo social en el territorio.

La misma visión de la inversión para el espacio público debe modificar su visión y orientación. Actualmente hay tres principales formas de inversión para el espacio público: los recursos públicos, los generados por los sistemas de estacionamiento (parquímetros) y los que deben invertir los desarrolladores para mitigar el impacto de sus obras.

En el caso de los recursos generados por estacionamientos, son dirigidos al mismo polígono y sus colonias, donde son captados los recursos. Resulta evidente que la mayoría de los sistemas de estacionamiento se encuentran en zonas donde la actividad empresarial o económica es mayor. En otras palabras, son recursos que se invierten donde la infraestructura del espacio público es constante.

En tanto, las zonas donde se requiere inversión para que el espacio público genere igualdad solo dependen de los recursos que el Gobierno de la Ciudad puede invertir.

¿Por qué una medida de impacto urbano no puede “transferirse” u orientarse a una zona donde es necesaria la inversión?

Claro, parecería que la medida de impacto no tendría una orientación adecuada porque los vecinos del polígono argumentarían que a ellos les impacta el desarrollo.

Sin embargo, la Ciudad debe crear los mecanismos necesarios para que zonas con pobreza o marginación tengan herramientas de inversión que genere desarrollo.

Regresemos a Göran Therborn: La desigualdad es una violación de la dignidad humana porque niega la posibilidad de que todos los seres humanos desarrollen sus capacidades”.

El espacio público es ideal para el desarrollo de las capacidades de niños y adolescentes que, hacinados en pequeñas casas sin estimulo, requieren la calle para la diversión y convivencia.

Estamos a las puertas de modificar visiones que creemos inamovibles. Es necesario que el espacio público genere igualdad; que fortalezca el desarrollo de las personas y supla la incapacidad de acceso de las personas de bajos recursos a la diversión, entretenimiento, recreación y conocimiento.

[1] http://www.urbanoctober.org/2015/downloads/EDmessage2015Spanish.pdf

[2] https://observatoriohabitat3dotorg.files.wordpress.com/2016/05/3-4-espacio-publico.pdf

[3] Therborn, Göran. Los campos de exterminio de la desigualdad, Trad. De Lliliua Mosconi, Johanna Malcher, 2ª. Ed., México, FCE, 2016, pág. 7

José Alberto Márquez Salazar

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