Perspectivas electorales: ¿Por qué votamos como votamos?

por | Nov 6, 2018 | De Puño y Letra | 0 Comentarios

La teoría sociológica, la psicológica, la elección racional y el voto retrospectivo, son las perspectivas con mayor trascendencia histórica, mientras que la teoría mixta es el centro de atención actual, ya que permite realizar un análisis profundo del comportamiento electoral.

El debate teórico y metodológico que estudia las conductas electorales, de acuerdo con la Electoral Knowledge Network ACE[1], se encuentra dividido, por un lado están las causales de la participación electora alta o baja, que se catalogan en tres tipos: las causales normativas se vinculan al tipo de elección sea nacional, regional, local, gubernamental o legislativa; y la obligatoriedad del voto y a la sanción ante su omisión.

El segundo tipo son las causales técnicas, hay dos tipos: primero las relacionadas con la carencia de información electoral, como el desconocimiento de las actividades electorales, las campañas y candidatos, desconocimiento de los centros de votación, entre otras; y segundo, las insuficiencias técnicas, como la separación del registro electoral del civil para identificar con claridad a la población votante y no votante o los mecanismos para la emisión del voto.

El tercer grupo, las causales socio-culturales entre estas: la apatía en relación a los efectos del voto, la pérdida de credibilidad y la desconfianza en las instituciones, y en los candidatos; factores coyunturales como la violencia, condicionamiento, intimidación y compra del voto; el escepticismo sobre la transparencia de los comicios y el abstencionismo como forma de no participación democrática (Aguilar Orejel, 2013; Red de conocimientos electorales ACE). Esta causal se considera las más difícil de identificar y la más necesaria de solucionar (Red de conocimientos electorales ACE).

Por el otro lado, están las distintas perspectivas teóricas, que retoman a dichas causales, con el fin de identificar y comprender como la sociedad las hace evidentes al participar en los procesos electorales; entre estas destacan:

Teoría sociológica del voto, desarrollada en la escuela de Columbia en los años 50, Berelson, Lazarsfeld y McPhee (1954) exponen que existe una correlación entre la emisión el voto y aspectos sociodemográficos del votante, ya que este nace bajo un contexto (pertenencia a un grupo -familia, etnia, trabajo, religión, historia-, tiene características demográficas definidas -edad, sexo, nivel económico y cultural- y el lugar de residencia) donde los ciudadanos pertenecientes a dicho ambiente comparten y refuerzan su visión sobre la política, las ideas y las preferencias partidistas. 

Teoría psicológica del voto, de la escuela de Michigan encabezada por Campbell, Converse y Stokes en los años 60, desde esta perspectiva, el voto se emite a favor de un partido o candidato por un vínculo emocional e ideológico (identificación partidista) que se transmite generacionalmente a los individuos desde la infancia, mismo que se intensifica con el tiempo y obliga a votar a los individuos por un partido (aunque no sean militantes).  Así, las personas adoptan las creencias, ideologías, estatutos y posiciones políticas de un partido (Campbell, Converse, Miller y Stokes, 1960). A partir de esta teoría surge el concepto de voto por ideología y se habla de etiquetas ideológicas como atajo informativo (Fraile, 2007) que le otorgan mayor importancia a variables cualitativas.

Teoría de la Elección racional: surge con los trabajos de Anthony Downs quien considera que el votante actúa de manera racional a partir de un análisis costo-beneficio, que efectúa con la información que tiene;  de tal manera que si obtener información electoral y entenderla requiere de un esfuerzo, los votantes preferirán permanecer desinformados (en materia política), salvo que adquieran esa información en contextos diferentes al electoral, así, votar es costoso y no tiene un beneficio directo; luego entonces, votar no es una decisión óptima (Downs, 1957), que sin embargo puede cambiar según la normatividad (sanción), de esta manera, el voto es un mecanismo de afirmación ya que los electores votan por quien consideren traerá mayor utilidad o beneficio a su sociedad. 

Teoría del voto retrospectivo, plantea el voto como un sistema de sanción o recompensa a partir de la información (creencias previas) sobre el desempeño del gobierno en turno (y pasados), los candidatos y sus propuestas (y promesas), y el contexto socioeconómico; y a partir de esto infieren las posibilidades a futuro (Fiorina, 1981; Mizrahi, 1998; Aguilar Orejel, 2013), esto, aunque el votante desconozca las políticas gubernamentales, sin embargo si considerando el contexto,  ya que sabe cómo le fue durante el gobierno en turno (Fiorina, 1981), con toda esta información vota por quien parece la mejor opción. Con esto el ciudadano controla la acción del gobierno (especialmente al de turno) y la mayoría de la participación electoral se hace con la finalidad de premiar o castigar al gobierno en turno (Lavezzolo, 2006).

Las teorías antes mencionadas perciben el comportamiento electoral como un acto fragmentado: “Tantas partes conciernen a asuntos públicos (issues), tantas partes al contexto, a los candidatos, a evaluaciones retrospectivas, a la ideología y el resto a la filiación partidista. Pero quizás lo que se considera separado son hechos relacionados” (Fiorina, 1981: 56), perspectiva que dio origen a una nueva teoría. 

Teoría mixta, esta teoría reformula el comportamiento electoral a partir de una perspectiva ecléctica[2], que consiste en investigar las razones últimas que llevan a los votantes a optar por una determinada opción política. Este enfoque permite incluir variables explicativas de distinta índole: ideológicas, psicológicas, sociales, culturales, espaciales, políticas o técnicas (Sáez, 1998:139), en suma, hace una mezcla de los elementos teóricos (provenientes de otras teorías) que permitan identificar cómo y porque se da el comportamiento electoral.

Con esta teoría surgen enfoques como: 1) el votante dual (Riba, 2000), aquel ciudadano que no es fiel a un determinado partido, y que cambia sistemáticamente su voto en función del tipo de elección en la que participa; 2) las elecciones de segundo orden (Riba, 2000), las elecciones intermedias o de los representantes legislativos son menos relevantes para el contexto, por lo que el votante acude en menor medida a votar; 3) el abandono electoral (Lavezzolo; 2006), el votante con problemas económicos tiene menos posibilidades de acudir a votar, en países desarrollados la influencia de una crisis económica supone una moderada disminución de la participación electoral, mientras que en los países en vías de desarrollo la crisis podría provocar un aumento en los niveles de participación, en la búsqueda de la alternancia política y de mejores condiciones económicas, que reflejan un rechazo al gobierno saliente; 4) la credibilidad electoral y política (Buendía y Somuano; 2003), los ciudadanos votan por la creencia de legalidad, certidumbre y confianza que tienen en los procesos electorales, y en los políticos que se preocupan por las necesidades de la población; o 5) el abstencionismo (Barreiro, 2002), derivado de la escasa diferencia entre los grupos políticos, la carencia de compromiso social de los candidatos, las deficiencias que representa la oferta política y la homologación de ideologías y propuestas de la oferta electoral, en otras palabra el elector no vota porque no hay un candidato fiable.

En conjunto, la teoría sociológica, la psicológica, la elección racional y el voto retrospectivo, son las perspectivas con mayor trascendencia histórica, mientras que la teoría mixta es el centro de atención actual, ya que permite realizar un análisis profundo del comportamiento electoral (Lavezzolo, 2006; Aguilar Orejel, 2013).

En el contexto nacional, los estudios sobre las conductas electorales son hasta cierto punto recientes, y la literatura existente refleja los dilemas teóricos señalados (Mizrahi, 1998; Lutz, 2005; Aguilar Orejel, 2013),  sin embargo, los estudios que existen por un lado, se enfocan en explicar la preferencia electoral con base en las actitudes e intereses de los votantes (estudios cualitativos), y por otro, aquellos que dan importancia a las evaluaciones cuantitativas del contexto económico, social, político y cultural del país (Mizrahi, 1998; Lutz, 2005).

Referencias

  • Aguilar Orejel, Luciana (2013): “Cultura política y participación electoral en elecciones locales de la ciudad de Tepic, Nayarit”, Tesis de maestría, Universidad Autónoma de Nayarit, Tepic, México.
  • Barreiro, Belén (2002): “La progresiva desmovilización de la izquierda en España: un análisis de la abstención en las elecciones generales de 1986 a 2000.” Revista Española de Ciencia Política, no. 6:183-205
  • Berelson, Bernard R., PaulLazarsfeld, and William N. McPhee (1954): Voting, a study of opinion formation in a presidential campaign, Midway Reprint, University of Chicago Press, EUA.
  • Buendía, Jorge y Fernanda Somuano (2003): “Participación electoral en nuevas democracias”, POLÍTICA y Gobierno, CIDE, México.
  • Campbell, Angus, Philip Converse, Warren Miller, and Donald Stokes (1960): The American voter, John Wiley & Sons, Inc. New York.
  • Downs, Anthony (1957): Una teoría económica de la democracia, American Economic Association, USA
  • Fiorina, Morris P. (1981): Retrospective Voting in American National Elections, Yale University Press, New Haven and London, UEA.
  • Fraile, Marta (2007): “La influencia del conocimiento político en las decisiones de voto”, REIS, Universidad de La Rioja, España.
  • Lavezzolo, Sebastián (2006): Adversidad Económica y Participación Electoral en América Latina, 1980-2000. Movilización y desmovilización tras dos décadas de inestabilidad económica y frustración política. Encuentro de Latinoamericanistas Españoles, Santander.
  • Lutz, Bruno (2005): La participación electoral inconclusa: Abstencionismo y votación nula en México, Revista mexicana de Sociología, núm. 67, octubre-diciembre, UNAM-Instituto de Investigaciones Sociales –IIS-.
  • Mizrahi, Yemile (1998): Voto retrospectivo y desempeño gubernamental: las elecciones en el estado de chihuahua, CIDE, México, D.F.
  • Red de Conocimientos Electorales (2017): Proyecto ACE, UNEAD- IDEA-EISA-Elecciones Canadá-INE-IFES-, http://aceproject.org/about-es
  • Riba, Clara (2000): Voto Dual y Abstención diferencial, un estudio sobre el comportamiento electoral en Cataluña, Revista Española de Investigaciones Sociológicas,Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, España.
  • Sáez, José (1998): “La decisión del elector: partidismo, racionalidad-economía y estructura social”. Reis CICS, España.

[1] Red de conocimientos electorales ACE, es una red internacional que promueve el acceso al mundo electoral, haciendo hincapié en la sustentabilidad, el profesionalismo y la confianza necesarios para su éxito, en los países democráticos. En 1998, IDEA, IFES y UNDESA establecieron el Proyecto ACE (Administración y Costo de Elecciones). La actual Red de conocimientos electorales ACE (cuyo nombre fue cambiado en 2006 y en el que ACE ya no es un acrónimo) es un esfuerzo en el que colaboran ocho organizaciones: IDEA, EISA, Elecciones Canadá, el Instituto Nacional Electoral (INE) de México, IFES, el Centro Carter, NUD y la División de Asistencia Electoral de Naciones Unidas(UNEAD, por sus siglas en inglés), ver http://aceproject.org/about-es

[2] Término proveniente del eclecticismo: escuela filosófica que procura conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles, aunque procedan de diversos sistemas, ver DRAE, 2017.

Ricardo Escutia

Especialista en Desarrollo Municipal, ponente en seminarios, coloquios y congresos nacionales e internacionales, interesado en políticas públicas, especialmente en áreas de seguridad púiblica, juventud, desarrollo, programas sociales y obra pública.

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