Seguridad Ciudadana como paradigma ante el Mando Único en México

por | Jun 9, 2016 | De Puño y Letra | 0 Comentarios

“A pesar de las expectativas que se ha tenido del Mando Único Policial a nivel nacional y estatal (hablando del Estado de México) ¿los habitantes de la demarcación se sienten seguros? Esta es una de las cuestiones que las administraciones de los municipios –en general-  no han tomado en cuenta”.

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La seguridad como expresión vital del hombre ha persistido desde su estado original; recordando a Hobbes el hombre vivía en una igualdad en la que cada uno podía hacer uso de la fuerza en cualquier momento, lo cual generó discordia y su deseo de vivir los llevó a crear un Estado de Unión.

El tema de seguridad ha estado cobrando relevancia en el país, no necesariamente para hacer referencia a una situación de armonía en la convivencia diaria, sino por todo lo contrario: su ausencia, ya sea por infiltraciones de la delincuencia organizada a las Instituciones encargadas de brindar seguridad o altas olas de violencia, nuevos mecanismos para delinquir, entre otros.

Actualmente en nuestro el país, el debate gira en torno a las competencias de las corporaciones policiales (federales, estatales y municipales), a través de las modificaciones legislativas pertinentes, así como aumento de sanciones que “garanticen” la seguridad pública.

Estos problemas de violencia y criminalidad dieron lugar a diversos análisis que se fueron sumando para respaldar el Mando Único Policial (MUP). Si bien, el MUP es un componente político que determina la gestión policial, existen ejemplos de municipios latinoamericanos y mexicanos que prefirieron ceder el mando a los alcaldes y ciudadanos a pesar de la vigencia de un mando único.

Encontramos municipios como Ciudad Juárez, Cherán o Medellín; inclusive estados como Nuevo León o países como Chile, que lograron disminuir sus índices delictivos en un 80 o 90%, y cuya estrategia fue la implementación de una reforma policial orientada a la ciudadanía y comunidad.

Se cuenta con casos exitosos inclusive en el propio Estado de México, como ocurre con el municipio de Nezahualcóyotl, que logró disminuir un 64% sus índices delictivos sin un esquema de Mando Único. En contraste, Naucalpan de Juárez, tuvo una disminución del 16% durante el mismo periodo, y en el cual opera el Mando Único; incluso en lo que va del año en promedio se han suscitado dos linchamientos por mes.

Lo anterior nos lleva a preguntarnos ¿Volvimos a un estado original? A pesar de las expectativas que se ha tenido del MUP a nivel nacional y estatal (hablando del Estado de México) ¿los habitantes de la demarcación se sienten seguros? Esta es una de las cuestiones que las administraciones de los municipios –en general-  no han tomado en cuenta.

Continuando con el ejemplo de Naucalpan de Juárez, a pesar de la inclusión del supuesto paradigma de seguridad ciudadana en los planes y programas del mismo, hasta el año  pasado, se encontraba en el lugar número 27 del ranking Violencia en los municipios 2015, elaborado por el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Justicia Penal, que se encargó de evaluar 229 municipios con más de 100 mil habitantes. Se refirió a un supuesto paradigma, debido a que –a excepción de la gestión que abarcó el periodo 2003-2006- no se ha tomado en cuenta a la comunidad para la coproducción de seguridad entre la sociedad y el gobierno municipal.

Cabe mencionar que a inicios de 2003 (que ha sido la única administración que ha puesto en práctica –aunque no del todo- el paradigma) un 38% de los habitantes del municipio de Naucalpan confiaban en la policía, al implementarse el Programa “Colonia Segura” (2003-2006) que incluía a los habitantes de la demarcación para la ejecución del mismo; aumentó la seguridad un 52% en 2006. Una de las razones por las cuales el programa debiera ser un ejemplo a seguir, es porque desde 2003 persistió un trabajo con la comunidad, mediante diagnósticos locales de las colonias y las zonas de riesgo. Lo anterior, incluía reuniones de trabajo con autoridades, organizaciones civiles, empresarios y comunidad; esto con la finalidad de conocer sus demandas, entre las que se encontraban lo relativo a la inseguridad, drogadicción, pandillerismo e imagen urbana.

Si bien, este programa tuvo un alcance de 230 mil personas de 14 colonias populares y 3 residenciales, lo cual representó el 26.78% de los 858,711 habitantes en ese tiempo de acuerdo al INEGI, su continuidad pudo haber impactado en la percepción de seguridad de los habitantes, sin embargo no se le prestó la atención adecuada. Esto se menciona porque países como Colombia y Chile realizaron una reforma policial orientada a la comunidad, a pesar de que antes de llevarlas a cabo se encontraban bajo un esquema de Mando Único, atravesando grandes crisis de inseguridad –hablando específicamente de Colombia- y a pesar de la implementación del mismo hubo infiltraciones del crimen organizado en el gobierno; por ello, la reforma policial fortalecía al ciudadano con la finalidad de que recobrara la confianza y formaran alianzas para salvaguardar su integridad.

Ejemplo de lo anterior es Medellín, el cual redujo un 90%  su tasa de homicidios desde que comenzó la implementación de este paradigma; en 1991 contaba con 6,700 y en  2014, se reportaron  653 ¿Cuáles fueron las claves para tal baja en homicidios? Sucedió que se podía apreciar más presencia policial en las calles, así como un trato más cercano a los ciudadanos mediante un trabajo articulado entre la alcaldía, policía, organismos de inteligencia y la Fiscalía de la Nación, más no un esquema que mantuviera al municipio sólo como garante de las normas de convivencia.

Quizá si se hubiera seguido con un programa de seguridad ciudadana como Colonia Segura en el municipio de Naucalpan, el panorama sería diferente. Se comenta esto porque de acuerdo a una encuesta realizada personalmente en dos localidades socio-demográficamente diferentes del municipio (Colonia Ahuizotla y Fraccionamiento Boulevares), se detectó que el 85% de los habitantes se siente inseguro en el mismo, a pesar de que se elaboró el Plan Municipal de Convivencia y Seguridad Ciudadana en 2013, que tomó en cuenta a los habitantes para el diseño, implementación, monitoreo y evaluación del mismo.

Asimismo, el 100% de los habitantes encuestados, consideró que su participación disminuiría los índices delictivos, lo cual podría ayudar a aumentar la percepción de seguridad, debido a que conocen a sus vecinos, se apoyan entre ellos y reconocen las zonas de riesgo en su colonia. Pese a ello, se sigue viendo a la comunidad como un objeto de políticas y no un sujeto de acción, inclusive en esta actual gestión poco se ha sabido sobre planes o programas de seguridad. Nuestra pregunta es ¿Por qué no volteamos de nuevo a realizar una política que vincule la perspectiva de desarrollo humano, garantizando el ejercicio de sus derechos y libertades mediante la participación de la sociedad y gobierno? ¿Falta de sensibilidad o falta de decisión política?

Miriam Rojas Piña

Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública y estudiante de Contaduría y Finanzas Públicas. Asesora en el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas de la Ciudad de México.     Twitter Facebook

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