Algunos de los malestares más comunes que padecen los funcionarios públicos son aquellos producidos por la falta de sueño. ¿Le ocurre con frecuencia que está como oyente en una conferencia o sesión de trabajo, en una reunión o platicando con alguien, o incluso que va manejando y experimenta una gran pesadez, que lo lleva del bostezo a hacer inmensos esfuerzos para mantenerse despierto? Lo más seguro es que no esté durmiendo lo necesario a causa de insomnio o de algún otro trastorno del sueño. La buena noticia es que siempre existe una solución para este problema de salud que afecta, comúnmente, a personas con cargos de responsabilidad.
De acuerdo con el Dr. Reyes Haro Valencia, director de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina de la UNAM, “es muy importante que se traten las causas que no permiten conciliar el sueño de manera satisfactoria, ya que dormir es una de las necesidades básicas más importantes para la vida, tanto como comer. Durante la etapa del sueño se llevan a cabo funciones muy importantes para la salud y el bienestar general del organismo”.
Según el especialista, los problemas para dormir pueden deberse a que exista algún trastorno del sueño. Actualmente se tienen catalogados alrededor de 80, cuyas causas pueden deberse a estilo de vida o a factores orgánicos y funcionales.
Entre éstos últimos está el ronquido, un fenómeno que no es normal y que ocasiona graves deficiencias de sueño. Otro padecimiento es el insomnio (del que existen 20 subtipos), y que es uno de los trastornos del sueño más comunes en los adultos. En éste inciden mucho el estrés y la ansiedad provocados por cuestiones como problemas económicos, laborales, familiares u otras preocupaciones.
Afortunadamente, todos los trastornos del sueño tienen solución y su tratamiento reditúa en una mejor calidad de vida. Cada trastorno y persona necesita un tratamiento muy particular, dependiendo de su estilo de vida y su condición física, emocional y mental. Sin embargo, el Dr. Haro insiste en la importancia de la higiene del sueño, así como en el tratamiento farmacológico, con medicamentos que no sean adictivos, a dosis moderadas y por poco tiempo (especialmente en el tratamiento del insomnio), pero siempre recomendados por un especialista.
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