Una estrategia de gobierno electrónico es exitosa si se mantiene a pesar de los cambios en las administraciones y si aporta herramientas amigables a los usuarios

La experiencia internacional ha demostrado que usar la tecnología como una condición sine qua non para garantizar el éxito de un proyecto que tenga como objetivo la eficiencia y la eficacia en una organización, es una falacia.

Es sabido que cualquier iniciativa de gobierno electrónico debe enfocar más sus esfuerzos en el diseño de su estrategia que en la tecnología en sí. Esto aplica sobre todo si la iniciativa no es formulada por el gobierno, sino por solicitud explícita de una organización ciudadana o algún grupo de interés en el contexto de un compromiso de gobierno abierto.

Éstos son algunos pasos que deberían seguir los gobiernos para asegurarse de que el uso de herramientas tecnológicas generen valor y no se conviertan sólo en un gasto de recursos o en un discurso mediático.

1. DEFINIR EL ENFOQUE

El primer paso consiste en definir lo que se quiere mejorar y para qué se quiere usar la herramienta tecnológica. La gama de posibilidades es amplia, pero es importante tenerlo claro para desarrollar una estrategia acorde. En ese sentido, las tecnologías de la información y comunicación (TIC) pueden ser utilizadas para diferentes tipos de enfoque:

a) Política pública. Definir acciones de gobierno —puede ser un programa— hacia una población objetivo que use a las TIC como forma para obtener beneficios sociales en un plazo específico; que pueden ser dedicados a la generación de infraestructura, el desarrollo de contenidos, etcétera. Por ejemplo, acciones dirigidas a incentivar la economía digital, fomentar habilidades digitales en escuelas de educación media superior, comprar infraestructura tecnológica para gobierno, equipar hospitales con herramientas satelitales que brinden atención remota a comunidades de extrema pobreza, entre otras.

b) Gestión interna. Diseñar un proyecto que busque hacer más eficaz y eficiente un proceso de gobierno mediante el uso de TIC, el cual empieza con la identificación y revisión del proceso en sí, para continuar con la simplificación e identificación de los pasos que se pueden automatizar con alguna herramienta.

c) Mejora de la relación con los usuarios. Algún proyecto que se dirija a mejorar la forma de interrelación con los diferentes tipos de usuarios de las administraciones públicas, tales como ciudadanos, otros órdenes de gobierno o poderes, empresas o algún grupo de interés para ofrecerles mejores servicios.

2. PLANTEAR UN OBJETIVO

Una vez definido el enfoque del uso de las TIC, deben plantearse objetivos específicos, medibles, cuantificables, con alcances realistas; también es necesario contar con la asignación de un presupuesto. Algunos de los objetivos pueden ser: la transparencia y rendición de cuentas, colaboración y participación ciudadana, mejora de servicio (eficiencia y eficacia), mejor toma de decisiones, entre otros.

3. ELEGIR LA HERRAMIENTA

Con base en el objetivo del proyecto, la tecnología debe seleccionarse sólo para cubrir la necesidad específica. Lo que está de moda no necesariamente será lo más recomendable a usar. Así que es posible hacer estudios de mercado con proveedores, evaluar su factibilidad, hacer un análisis técnico, revisar impacto costo-beneficio de las diversas opciones para tomar la mejor decisión.

4. DE CASA O OUTSOURCING

Es importante analizar si el equipo de desarrolladores del área de TIC de la institución podría elaborar la herramienta por sí mismo, o si es más conveniente contratar a un tercero en términos de tiempo, costos y capacidades disponibles.

5. LIDERAZGO

Cualquier iniciativa que carezca de un equipo de trabajo que tenga visión integral de las áreas involucradas, sin respaldo de la máxima autoridad institucional, es decir, del presidente municipal, gobernador, secretario, u otro, estará en elevado riesgo de fracasar.

6. PRUEBAS DEL USUARIO

Es crucial que la Dirección de Tecnologías de la Información haga pruebas de la herramienta con usuarios reales y hacer las correcciones necesarias, asegurando que el manejo de las herramientas sea intuitivo, amigable y sencillo. Suponer que el público usuario debe tener capacitación para usar la nueva herramienta o deba contar con intermediarios no tiene ningún sentido, porque no cumple con la misión del gobierno electrónico.

LOS RETOS

Algunos de los retos para la implementación y evaluación de iniciativas tecnológicas en gobiernos son:

Permanencia en el tiempo. Muchos nuevos gobernantes buscan diferenciarse de la administración anterior y deciden echar por la borda millones de pesos en portales web, sistemas integrales de información (GRP) y Apps para empezar a crear los propios.

Es un común denominador en Latinoamérica la falta de continuidad de proyectos tecnológicos debido a estos cambios de administración. No importa qué tan mala o buena haya sido. Simplemente cada tres o cuatro años se disuelven los proyectos tecnológicos. Esto debe cambiar, ya que en su desarrollo se emplean recursos del erario.

Concientización y capacitación. La curva de aprendizaje de funcionarios públicos respecto al diseño e implementación de proyectos tecnológicos es larga respecto a los periodos de gobierno que son cortos, lo cual impide un avance consistente en materia digital.

Presupuesto. La falta de concientización y de una estrategia es lo que lleva a no asignar un presupuesto o a invertir recursos en forma desmedida, que lleva a compras de productos caros, innecesarios y sin impacto social.

Agenda digital local. Aunque la Estrategia Digital Nacional es relativamente nueva, la mayoría de los estados y municipios carecen de su propia agenda digital local que les permita definir las líneas de acción y recursos necesarios durante toda su gestión.

 

Korina Velázquez Ríos

Consultora y capacitadora en temas digitales para gobiernos, y colaboradora en el Banco Mundial (BM) y en la Organización de Estados Americanos (OEA).[space height=”20″]

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