Agua potable, de lo más caro a lo más barato

por | Jun 1, 2017 | Expediente Abierto, Junio 2017 | 0 Comentarios

Expertos apuntan que la falta de cultura de agua y modernizar la infraestructura son algunos desafíos a sortear por parte de gobiernos locales. Asimismo compartieron soluciones que apoyan en dicha tarea, adaptables a distintas necesidades

FOTO: RODOLFO ANGULO /CUARTOSCURO

En México, la mayor parte del agua para consumo humano es de buena calidad; el problema, coinciden los especialistas, es que está mal distribuida. En el norte escasea y en el sur del país abunda, asegura Víctor Franco, investigador del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Las redes son viejas, ya no se ajustan a la Norma Oficial Mexicana (NOM) y hay fugas, explica por su parte Roberto Olivares, director General de la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento (ANEAS).

Estados como Sonora, Chihuahua, Baja California y Baja California Sur han desarrollado una cultura del agua muy diferente a la que tienen entidades como Tabasco o Veracruz, que poseen el líquido en abundancia, señala Franco. Es decir, hay una mala distribución y el problema de la disponibilidad se ve aumentado por la falta del recurso en la superficie; si no hay lluvias no hay agua superficial y, por lo tanto, no hay una recarga satisfactoria de los acuíferos.

A nivel de municipios, continúa Roberto Olivares, hay algunos que no tienen dinero para extraer agua de los mantos acuíferos o bien no tienen la infraestructura hidráulica que les permita aprovechar la de los ríos.

Para Jordi Valls, director general de Aguas, Servicios e Inversiones de México (ASIM) —empresa dedicada a la gestión de los servicios de agua, alcantarillado y saneamiento— el reto es realizar proyectos de eficiencia en la gestión del agua que requieren una larga maduración en entornos donde la constante son los periodos cortos de gobierno. “Por ello, es imprescindible mantener una profunda relación con los municipios, organismos operadores y comisiones estatales”, puntualiza.

PROCESOS SENCILLOS

De acuerdo con los especialistas, la forma de potabilizar el agua es a través del cloro en plantas. Esto puede hacerse, enfatiza Víctor Franco, para abastecer a toda una población y lo único que hay que hacer es separar los sedimentos que trae el agua con tanques sedimentadores y hacerla potable inyectándole cloro. “Eso se hace a través de un dispositivo que llamamos medidor Parshall y después de ese proceso ya puede llegar con buena calidad a los municipios.”

Víctor Franco.
FOTO: ROSALÍA MORALES

Otra forma es poner cloro directamente en los tanques de almacenamiento, donde lo sofisticado son los procesos de tratamiento que se deben hacer cuando el agua de los ríos ya viene con algunos contaminantes.

Cuando el recurso ya está muy contaminado, los procesos de purificación son muy sofisticados en Hidráulica de Ríos, Hidrología y Obras Hidráulicas. Sin embargo, se ha tenido cuidado hasta cierto punto de no contaminar mucho los ríos; hay algunos que sí lo están, como el Atoyac, pues ahí descargan sus aguas las plantas de textiles instaladas en la primera entidad.

En ese sentido, Víctor Franco puntualiza que una cosa es potabilizar el agua y otra es tratarla. Esto último se refiere a las aguas residuales, “lo cual implica muchos procedimientos que son sumamente sofisticados porque ya son aguas contaminadas por los tratamientos”.

Al respecto, Roberto Olivares asegura que “nuestros procesos de potabilización van del más común, como la utilización de sustancias similares al cloro, pasando por el ozono y hasta los rayos ultravioleta, pero todo en su conjunto no es nada complicado. Las tecnologías son conocidas y el agua que se toma, ya sea subterránea o de lagos, ríos, lagunas o arroyos pasa por un proceso donde se asientan sólidos pesados y los que flotan, para pasar a la cloración, la aplicación de ozono o de rayos ultravioleta. Estos tres pueden hacerse en la planta potabilizadora”.

Hay ocasiones, manifiesta el directivo de ANEAS, en que se tienen más de uno de estos procesos; es decir, se pueden tener dos como medida de seguridad. Por ejemplo, a lo que sale de la planta potabilizadora de Los Berros, en el Cutzamala, y que surte a la Ciudad de México, le aplican cloro y también rayos ultravioleta, pero en general lo que sale de las plantas potabilizadoras es agua de calidad basada en la NOM 127.

Esta Norma Oficial Mexicana se refiere a la calidad que debe tener el agua para consumo humano. De las potabilizadoras sale el líquido con la calidad que determina la NOM 127 y es el que llega a los domicilios, externa Olivares, quien agrega que la mayor parte del recurso que se suministra a los municipios cuenta con procesos de potabilización efectuados en plantas. “Sólo en zonas marginadas o de difícil acceso no se tiene esa cobertura, y se hace mediante mecanismos locales: la gente hierve agua principalmente. Pero eso ocurre en zonas altas, donde es difícil bombear. Ahí, el suministro se hace mediante pipas, que llevan agua cruda (sin ningún tratamiento) de pozos, por lo que es obligado hervir el líquido para consumirlo”, comenta.

Roberto Olivares.
FOTO: ARCHIVO ALCALDES DE MÉXICO

ALTA ESPECIALIDAD

En cuanto al costo de una potabilizadora, Olivares menciona que “tiene un precio estándar, pero lo caro es sobre todo su mantenimiento, los insumos y el cloro de delicado manejo. No es cosa sencilla como hervir el agua, pues hay un grado de especialidad. Sin embargo, una planta de tratamiento de aguas residuales es más cara que la de potabilización porque implica diversos procesos y el uso de químicos para finalmente sacarla para su uso agrícola, en jardines o en industrias. Es mucho más caro el tratamiento de aguas residuales que la potabilización”.

El costo, señala el director general de ANEAS, se calcula en función de las tomas de agua que va a atender. Por cada una de éstas hay cuatro personas detrás. En una población de 10 mil personas se necesitan como mínimo 4 mil tomas, mientras que en una de 1 millón se requieren 400 mil tomas. Potabilizar para una población de 100 mil habitantes, por ejemplo, amerita una inversión estimada de 30 o 40 millones de pesos (mdp) en una planta estándar.

Al respecto, Víctor Franco comenta que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) cuenta con el Programa de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento en Zonas Urbanas (Apazu), “el cual ha tenido relativo éxito, y consiste en que si un municipio hace una solicitud para construir una planta potabilizadora, pone la mitad del costo de ésta, mientras que el Gobierno Federal pone la otra mitad”.

Para Jordi Valls, la participación de organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco Mundial (BM) se vuelve indispensable para los proyectos y obras de largo alcance, que se maduran y desarrollan en un periodo de 25 años o más, ya que un municipio difícilmente podrá solventar una inversión de este tamaño.

Jordi Valls.
FOTO: CORTESÍA DE SAMANTA GOMBAULD/ASIM

El suministro de agua potable, asevera Valls, es una tarea que implica mantenimientos preventivos, optimización de las inversiones y la gestión de los recursos para lograr la tarea con éxito. Cuando una red es muy vieja provoca fugas, y cuando una obra hidráulica no contempla el mantenimiento dentro de su plan de financiamiento, puede incluso quedar inutilizada. “En el tema de los mantos acuíferos, el agua no es un recurso renovable, por lo que debemos enfocarnos en el reúso y el cuidado para evitar una sobreexplotación de los mismos”, advierte.

Para el también CEO de Suez México, si no se tiene una visión a largo plazo, difícilmente se podrá abastecer a las ciudades de acuerdo con los requerimientos impuestos y que se impondrán.

Los entrevistados coinciden en que los problemas son la falta de cultura del agua y las redes en gran parte obsoletas —tan solo la de la Ciudad de México data de la época del Porfiriato, explica Franco— y el envejecimiento de éstas que provoca fugas. En la capital mexicana 40 por ciento del líquido se pierde por ello, admite Valls. Se requiere sustituir en todo el país hasta 50 por ciento en las redes existentes, concluye por su parte Roberto Olivares.

Nora Sandoval

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *