Ciuadades compactas ¿por qué son más tranquilas?

por | Feb 1, 2013 | Expediente Abierto, Febrero 2013 | 0 Comentarios

Polícia MunicipalPocas cosas sorprenden tanto de Monterrey como la escasez de edificios altos. Para una ciudad tan próspera y que sirve de sede a tantas empresas grandes, es extraordinaria la falta de rascacielos, ya sean habitacionales o de oficinas. Cuando uno se acerca a la ciudad desde el aeropuerto, el horizonte luce decididamente plano.

La ausencia de estructuras altas es el símbolo de una ciudad que ha apostado por el crecimiento horizontal. Para el tamaño de su población, la zona metropolitana de Monterrey tiene una extensión enorme. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tiene una superficie de 6,680 kilómetros cuadrados, distribuidos en 12 municipios. De los casi 4 millones de habitantes del área, menos de la tercera parte vive en el municipio de Monterrey. La densidad poblacional de la zona metropolitana es 2.7 veces inferior a la de Guadalajara y 4.4 veces menor a la de la Ciudad de México.

El crecimiento horizontal hace muy difícil la provisión de servicios públicos. Eso incluye agua, alumbrado, pavimentación y transporte, pero también a la policía. Habitualmente, se habla en México de la necesidad de contar con algún número mínimo de policías por mil habitantes, pero lo que se menciona menos es cómo se deben distribuir esos policías en el espacio. Mientras más dispersa se encuentre la población, más policías se requieren para dar el mismo nivel de cobertura. Esto se puede ver en el cuadro anexo.

Con el criterio de policías por mil habitantes, no hay mucha distancia entre Monterrey y Guadalajara. Entre Monterrey y la Ciudad de México, la diferencia es de algo más que tres a uno. Con trastes importantes, sin duda, pero no abrumadores.

POLICÍA “INVISIBLE” EN MONTERREY

En cambio, la disparidad es espectacular en el número de policías por kilómetro uadrado. Monterrey tiene una densidad policiaca 3.2 veces menor que la de Guadalajara y 14 veces menor que la de la Ciudad de México. Dicho de otra forma, si todos los policías de la zona metropolitana de Monterrey estuvieran en la calle al mismo tiempo (algo que no sucede, porque hay varios turnos), cada uno tendría que vigilar 80 manzanas, aproximadamente.

A sus colegas de Guadalajara y la Ciudad de México les tocarían 25 y 6, respectivamente. En esas circunstancias, ¿a alguien le puede sorprender que
la policía sea casi invisible en Monterrey y que los grupos criminales hagan lo que hacen? Para corregir eso se puede contratar más policías ¿no? Sin duda es parte de la solución, pero piense en las proporciones requeridas.

Para tener la misma densidad de policías por kilómetro cuadrado que la Ciudad de México (y la capital no es ningún modelo de densidad urbana), la zona metropolitana de Monterrey tendría que pasar de 8,717 a 120 mil 240 policías.

Esos números son claramente inviables. Pero hay otra solución: en vez de aumentar el número de policías, puede disminuir el número de kilómetros cuadrados a ser cubiertos. ¿Cómo? Mediante una política expresa y sostenida de redensificación urbana.

ECONOMÍAS DE AGLOMERACIÓN

Extensión territorial vigilanciaAdemás de facilitar que la policía esté donde tenga que estar en el momento adecuado, una ciudad densa y compacta tiene múltiples ventajas sobre una ciudad plana y extendida. En primer lugar, es menos probable encontrarse en una calle vacía, ya que los peatones se multiplican, los comercios se abren sobre la acera y la gente hace su vida extramuros. Al describir el barrio de Greenwich Village, en Nueva York, Jane Jacobs, una célebre urbanista estadounidense, decía que “las calles tienen ojos”.
Segundo, en una ciudad compacta es más fácil crear espacios defendibles privados. Un solo filtro de seguridad (la puerta exterior) y unas cuantas medidas defensivas (una cámara de vigilancia o una alarma) pueden proteger a varias decenas de familias en un edificio vertical.

Pero en un desarrollo horizontal se requiere multiplicar algunas de esas medidas casa por casa. Además, en materia de seguridad, las ciudades densas ofrecen economías de aglomeración, esto es que si los negocios vecinos ponen cámaras de vigilancia, es posible que eso disuada a un asaltante potencial de atacar mi negocio, por ejemplo. O bien, el portero del edificio de junto puede servir de vigilante informal del mío.

En resumen, hay buena evidencia de que, contrario a la opinión que prevalecía hace algunas décadas, la densidad urbana ayuda a hacer más segura la vida y más complicado el delito.

PARA REDISEÑAR LAS METRÓPOLIS

Entonces, ¿cómo creamos ciudades densas y compactas? Sin dar por agotado el tema, ya que el debate permite intercambiar más ideas de México y el resto del mundo, por lo pronto me permito formular algunas medidas como las siguientes:

• Modificar las normas de uso de suelo para facilitar la construcción de edificios en zonas céntricas, tanto para uso habitacional como comercial, lo que implica proteger, por supuesto, las zonas de patrimonio cultural e histórico.

• Flexibilizar las reglas de zonificación para permitir el surgimiento de barrios de uso mixto en las zonas céntricas.

• Dejar de privilegiar el automóvil privado. Esta acción significará quitar los subsidios a la gasolina, pero también cobrar por el privilegio de ocupar espacio en las calles (ya sea mediante impuestos especiales o parquímetros, o incluso los dos).

• Facilitar formas alternativas de movilidad, mediante la mejoría del transporte público, pero también con la creación de carriles para bicicleta y, lo más obvio de todo, es necesario cuidar y ampliar las banquetas.

No vamos a cambiar la fisionomía de nuestras ciudades de la noche a la mañana, ya que hacer manchas urbanas inmensas nos tomó generaciones y revertir el proceso probablemente nos tome otro tanto. Pero un primer paso es reconocer que hacer más seguras nuestras ciudades pasa por hacerlas más habitables y más humanas. Y para eso, nuestro horizonte urbano debe dejar de ser plano como una tortilla.

Alejandro Hope

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