Localidades y COP 17 ¿qué tienen que ver?

por | Nov 1, 2011 | Expediente Abierto, Noviembre 2011 | 0 Comentarios

Diferentes energíasDel 28 de noviembre al 9 de diciembre de este año se realizará la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17) en la ciudad de Durban, Sudáfrica, y nuevamente, como ha ocurrido en las pasadas cumbres, los 195 países integrantes de la Convención negociarán medidas para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) causantes del cambio climático en el planeta.

Los resultados de la pasada cumbre climática en México, COP 16, realizada en Cancún, mostraron que fue posible avanzar a pesar de que las expectativas no eran alentadoras. Con el paso de los días y nulos avances en las negociaciones, se decía que el proceso estaba muerto.

Sin embargo, se lograron algunos acuerdos, al menos en el tema financiero: los gobiernos establecieron un fondo climático que permitirá entregar los recursos necesarios para que el mundo en desarrollo enfrente el cambio climático y frene la deforestación, aunque no se logró establecer la forma en que se proveerá dicho dinero.

Indudablemente, se habría conseguido más en Cancún de no haber sido por la negativa influencia de Estados Unidos, Rusia y Japón. Aún así los gobiernos no sólo reconocieron la brecha existente entre los actuales niveles de reducción de emisiones ofrecidos por los países, y las emisiones que deben ser disminuidas de acuerdo con lo que la ciencia establece: entre 25 y 40 por ciento para 2020. Además, es necesario mantener el incremento de la temperatura muy por debajo de los dos grados si no queremos ver efectos del clima más catastróficos de los que ya hemos enfrentado en los años recientes.

También se creó un nuevo Proyecto de Cancún sobre Adaptación, para permitir una mejor planificación y ejecución de medidas de adaptación en los países, en desarrollo, mediante el incremento del financiamiento y apoyo técnico.

Durban, Sudáfrica, debe ser el lugar donde lleguemos a un acuerdo global que sea justo, ambicioso y legalmente vinculante, que nos permita ayudar a que los países establezcan metas y reducciones de GEI, que se vean reflejadas en estrategias, planes y políticas nacionales.

El mundo continúa experimentando más consecuencias vinculadas con fenómenos asociados al cambio climático: desastres catastróficos; el creciente derretimiento del Ártico, que este año ha sido histórico; enfermedades; impactos en la agricultura y por ende graves pérdidas en la economía de los países, los que tienen que destinar presupuestos mayores a lo estimado para atender los impactos de la crisis del clima en sus regiones.

EL CASO DE MÉXICO

Como resultado de la pasada cumbre climática en Cancún, el gobierno mexicano se posicionó como un referente en el tema a nivel internacional con su propuesta de llegar a la Cero Deforestación hacia el año 2020, y la publicación de la norma para cambiar paulatinamente los focos incandescentes por luminarias ahorradoras en todo el país, en un proceso que durará tres años. Sin embargo, han pasado 11 meses y el discurso fronteras afuera sigue distando mucho de la realidad de la política climática nacional.

En el plano energético, la Estrategia Nacional de Energía hacia 2024 concibe una ruta tecnológica difícil de lograr, que incluye mayor explotación petrolera, mayor uso de gas natural y que considera proyectos de captura y secuestro de carbono (una tecnología riesgosa, cuya efectividad aún no ha sido probada), además de mayor uso de energía nuclear.

La captura de carbono representa una distracción de las soluciones reales que deben adoptarse para reducir emisiones contaminantes. México tiene que apoyar la generación limpia y sustentable de energía, a partir de la inversión en el aprovechamiento masivo de la energía solar, y no distraer sus recursos hacia una tecnología que sólo buscar perpetuar la dependencia de nuestras sociedades hacia los combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón.

No puede hablarse de combate al cambio climático cuando la política energética se muestra adictiva al petróleo, enfáticamente a la exploración en aguas profundas del Golfo de México y en el paleocanal de Chicontepec, dos de los proyectos estrella de Petróleos Mexicanos (Pemex).

El mejor camino para combatir el cambio climático es dejar de depender del petróleo, detonar en serio las energías renovables sin grandes hidroeléctricas y sin centrales nucleares, lo que significa garantizar el buen manejo forestal de los bosques. Dichas estrategias sólo aparecen en discursos, y no se han reflejado en políticas, presupuestos ni prácticas concretas.

ACCIONES CONCRETAS

Cuando hablamos sobre acuerdos climáticos, normalmente pensamos en negociaciones internacionales para salvar el clima. Pero ¿qué pasa con las acciones nacionales, locales, municipales e incluso individuales?

En el ámbito municipal es posible aplicar programas de ahorro de energía, agua, educación ambiental, gestión de desechos, reciclado, etcétera. Asimismo se pueden evitar inversiones de industrias peligrosas y promover tecnologías renovables, como la solar, eólica o geotérmica.

Los gobiernos municipales tienen en sus manos la oportunidad de atraer inversiones para energías renovables en el país, sobre todo en aquellos estados del norte de la República que tienen los más altos potenciales de radiación solar en el mundo. También es necesario conocer los potenciales de viento con que cuentan sus municipios, así como su potencial minihidráulico para generar electricidad.

Estas oportunidades representan una opción de generar empleos y mitigar las emisiones de GEI causantes del cambio climático. En el informe Revolución Energética –hecho por Greenpeace y el Consejo Europeo de Energías Renovables– que prevé una transición hacia fuentes renovables de energía, descubrimos que de implementar políticas adecuadas, se podría lograr la creación de 2 millones de empleos en el sector de la energía en los próximos 20 años.

Como individuos, cada acto que llevamos a cabo en nuestra vida diaria tiene un impacto en el mundo. A veces, nuestros hábitos de consumo y nuestro estilo de vida dejan una fuerte huella ambiental, por lo que cambiar un foco, usar el transporte público o separar la basura son acciones que, por mínimas que parezcan, ya contribuyen a detener el deterioro ambiental.

A partir de hoy, en cada lugar del mundo, en cada país, estado o municipio, la sociedad civil debe presionar a sus políticos para asegurar que éstos redoblen esfuerzos a nivel local y que acuerden acciones que ayuden a la gente a enfrentar esta crisis global.

Beatríz Olivera

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