Talento desperdiciado

por | Feb 1, 2011 | Expediente Abierto, Febrero 2011 | 0 Comentarios

EscuchandoLos variados y abundantes acontecimientos violentos del año 2010, en los que algunos jóvenes tuvieron papeles protagónicos, pusieron en lugar visible de la agenda nacional el tema de las oportunidades de la juventud mexicana, la importancia de su participación en la política y en la toma de decisiones.

En el debate público prevaleció una mirada adulta, generalmente “chata”, paternalista y oportunista que insiste en considerar a los jóvenes como víctimas o culpables. Si sobre los jóvenes ya pesaban los estigmas que los criminalizan, el año pasado recibieron una etiqueta más: la de “ninis”, para referirse a ellos como personas que ni estudian ni trabajan.

En ese contexto los jóvenes, más que defendidos, fueron usados como presión para conseguir presupuestos gubernamentales extraordinarios o para posicionar aspiraciones electorales.

En general, la visión sobre la juventud ha pasado por el camino en el que se le consideró primero como un segmento vulnerable que requiere protección, después como un sujeto de derechos y, más recientemente, con una mirada más realista que reconoce que los jóvenes no solamente tienen derechos, sino que son un elemento que realiza importantes aportes a la familia y a la sociedad y que, por tanto, son pieza fundamental para el desarrollo. A fin de cuentas, se ha entendido que los niños requieren protección, las mujeres demandan igualdad, pero los jóvenes reclaman participación.

OUTEN POLÍTICA

LluviaEl contexto en el que los jóvenes quieren participar está alejado de las formas paternalistas y clientelares arraigadas en la política mexicana. Los estudios realizados confirman la distancia que existe entre los jóvenes y sus expectativas, respecto de algunas de las instituciones de la democracia, los partidos y del Congreso de la Unión en particular.

La vida de los jóvenes, entendida como un proceso en el que se aspira a encontrar la identidad personal —sobre todo tratándose de adolescentes—, o de construcción de autonomía mediante la emancipación de los padres —en el caso de los adultos jóvenes—, está llena de necesidades y deseos que ellos no identifican con la política ni el gobierno. En México, como en otras partes del mundo, sigue estancado el tema en el caso de los jóvenes, porque seguimos careciendo de una ley que garantice sus derechos.

EMPODERAMIENTO

CírculoActualmente, la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, que compromete a los países de la región a garantizar las prerrogativas que les corresponden, espera su ratificación en el Congreso de la Unión de nuestro país.

El Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) ha puesto en marcha un programa de promoción de los derechos de la juventud en municipios donde la deserción escolar, el desempleo y la violencia amenazan seriamente el ejercicio pleno de los derechos de los jóvenes, además de que los coloca en situación de vulnerabilidad ante conductas de riesgo.

Aunque no se cuenta con evidencias probadas, parece existir una relación muy estrecha entre la deserción escolar y el empleo informal, el embarazo adolescente, las adicciones y formas leves y graves de delincuencia, entre otras conductas de riesgo. Si no se hace algo, será más difícil aprovechar todo el potencial de la juventud.

El método adoptado para evitar que los jóvenes incurran en tales conductas de riesgo está basado en la promoción de los derechos de los jóvenes, así como en potenciar las fortalezas de las organizaciones juveniles de la sociedad civil que ya actúan en los municipios. Además, también es importante canalizar la energía de los jóvenes y su acentuado sentido de la solidaridad mediante la satisfacción de necesidades tan vitales como la educación, el empleo, la salud, la recreación y la cultura.

Los ejes rectores de esta intervención son la reinserción al sistema educativo y la incorporación laboral de los jóvenes, mediante un sistema de información basado en el conocimiento actualizado de la oferta y la demanda en ambos temas.

NECESIDADES PRIMARIAS

Las organizaciones juveniles de la sociedad civil conocen el terreno local, tienen vínculos establecidos con los jóvenes del municipio. Los beneficiarios no reciben consejos ni dirección de los adultos o sus instituciones, sino acompañamiento de sus pares en un proceso que pasa por la difusión de los derechos al ejercicio de los mismos, mediante mecanismos de participación social.

El propósito final es tratar de garantizar, desde el Estado, que todo joven mexicano encuentre en su tránsito de la infancia a la vida adulta cinco puertas abiertas que le permitan continuar sus estudios, encontrar un trabajo adecuado a su ciclo de vida, elegir una forma sana de vida, formar una familia y ejercer a plenitud los derechos que le corresponden, incluidos los políticos.

COMUNIDADES, LA BASE

El Imjuve no ejerce directamente los programas, sus limitaciones presupuestales no lo permiten, pero sí desarrolla modelos de intervención social con base en investigaciones en ciencias sociales aplicadas al desarrollo. Lo anterior tiene el objeto de proponer a los gobiernos métodos que se conviertan en políticas de juventud, operados en un modelo transversal de administración de los recursos financieros, materiales y humanos.

El escenario natural de este programa emergente es el municipal. El Imjuve favorece la relación con las autoridades locales por su eficacia (cumplimiento apropiado de los objetivos) y eficiencia (uso racional de los recursos) en la operación a través de organizaciones juveniles de la sociedad civil.

En 2011, el gobierno Federal invertirá más de 126 mil millones de pesos en políticas dirigidas a la juventud, en materia de educación y salud. Estos recursos no tienen precedente y su objetivo es impulsar las acciones de otros sectores del Estado para invertir en juventud y aprovechar el bono demográfico que representa la presencia de 35 millones de personas que en México tienen entre 12 y 29 años de edad.

Priscila Vera

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