Expediente Abierto

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El SARS-CoV-2 es el virus de la globalización. Desde China se ha dispersado con la misma velocidad con que se trasladan las personas de un país a otro, convirtiéndose en una pandemia global.

Por su magnitud, pareciera que su gestión solo corresponde a organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, o a los propios Estado-nación que, en general, han visto limitadas sus capacidades y estrategias para frenar su propagación. Las ciudades globales han sido las más afectadas, como Nueva York, la capital del mundo. En México, inevitablemente, las localidades más golpeadas han sido Guadalajara, Mérida, Monterrey, Tijuana o la Ciudad de México.

Ante la crisis generada por la pandemia en la sociedad, la economía y los sistemas de salud, pareciera ilusorio que los gobiernos de una escala menor, como los municipales, nada o poco pueden hacer para frenar la propagación en sus territorios. Se trata de cuestiones de salubridad general, que aparentemente corresponden al primer nivel de gobierno.

Paradójicamente, los municipios más aislados o marginados han sido los menos afectados por la pandemia, hasta ahora. Su incomunicación se ha convertido en una ventaja adicional para convertir el aislamiento individual o social en aislamiento colectivo. Pueden ser, por ejemplo, municipios en la sierra, como Amatán, en Chiapas, o Capulálpam de Méndez, en Oaxaca; o aislados de cruces carreteros, como Jonuta, en Tabasco, o Palizada, en Campeche, donde algunos ayuntamientos han limitado o cerrado el acceso a sus municipios para evitar los contagios por coronavirus y les ha funcionado.

Obviamente, limitar o cerrar el paso a sus municipios no es la única herramienta de los ayuntamientos ante la pandemia, también pueden aplicar regulaciones a establecimientos comerciales, industriales o de otro tipo; establecer actividades de prevención, como filtros sanitarios y acciones de desinfección; adquirir y distribuir insumos sanitarios entre su población y apoyar a sectores más vulnerables con canastas alimenticias, entre otras acciones.

Ante esta crisis, la respuesta de los gobiernos municipales no necesariamente corresponderá a sus competencias constitucionales o legales. Sin embargo, en la medida en que contribuyan a reducir la dispersión del virus en sus municipios, se acreditarán dosis de eficacia que, guardadas las proporciones, podrían servir de ejemplo a las actuaciones de otros gobiernos mayores. Aquí lo estratégico es la previsión, la anticipación a los hechos, y no las acciones reactivas cuando el problema ya ha surgido.

La actuación de los gobiernos municipales, por pequeños o grandes que sean, puede contribuir a disminuir los efectos de esta crisis social, sanitaria y económica provocada por la expansión del coronavirus. Al final, la respuesta a muchos males globales se encuentra desde lo local.

*Profesor Investigador de la Universidad Autónoma de Campeche.