4 pecados de las campañas políticas.

por | Jun 1, 2013 | Junio 2013, Táctica y Estrategia | 0 Comentarios

JuntaEn el mundo de la política, las actitudes y las palabras pueden tener consecuencias desastrosas. Aquí hay cuatro casos que nos llevan a entender cuáles son algunos de los errores más importantes, que en términos de comunicación, no se deben cometer en una campaña política.

LA INSENSIBILIDAD DE BERLUSCONI

El 6 de abril de 2009, la ciudad de L ’Aquila sufrió un terremoto que dejó a 17 mil personas sin hogar, el fenómeno más fuerte de este tipo que se ha registrado en Italia n las últimas tres décadas. Para apoyar a la gente se montaron campamentos. Sin embargo, el entonces primer ministro Silvio Berlusconi tuvo una declaración desafortunada, pues aseguró que a los damnificados no les faltaba nada y que, además, deberían ver esta experiencia como un viaje de recreación al expresar: “Por supuesto, su alojamiento es temporal, pero ellos deben verlo como un fin de semana de acampar”.

En ese momento, Berlusconi no se encontraba en una campaña política. Sin embargo, los comentarios mostraron un gesto de insensibilidad, que quedó grabado en el electorado, ya que fue una manera de establecer que no entendía a realidad de su gente y que carecía de empatía. Como se recordará, Berlusconi dimitió de su cargo en 2011, orillado principalmente por la crisis económica europea. No obstante, siempre se debe tener presente que las palabras tienen su peso, sobre todo si un personaje público continua aspirando al poder.

LA INCONGRUENCIA DEL COMPADRE MENDOZA

En la película dirigida por Fernando de Fuentes en 1933, titulada El compadre Mendoza, aparece un personaje de mil caras llamado Rosalío Mendoza, quien es un hacendado oportunista que durante la época de la Revolución Mexicana simula ser amigo de todos los bandos en conflicto.

Cuando los zapatistas llegaban a su hacienda, alimentaba a las tropas y cenaba con los oficiales de alto rango. Asimismo, los hacía sentirse cómodos, ya que les ofrecía coñac y, para que no quedara duda de su lealtad, colgaba en la pared un cuadro de Emiliano Zapata. Pero cuando los huertistas llegaban a su hacienda, la historia se repetía, aunque el cuadro era distinto, porque colocaba el retrato de Victoriano Huerta. Con los carrancistas volvía suceder exactamente lo mismo. No obstante, la situación se volvió insostenible y las consecuencias fueron nefastas.

Aunque esta historia no es la de un candidato político, muestra una lección importante: en las batallas electorales se debe ser congruente. Las palabras y las acciones son como un bumerán, ya que tarde o temprano regresan. No siempre se puede quedar bien con todos y la ideología y las convicciones no se deben vender al mejor postor. Ahora la sociedad es más crítica y vigilante y, con la presencia de las redes sociales, es difícil que un Compadre Mendoza sobreviva.

LA IGNORANCIA DE SARAH PALIN

El 11 de septiembre de 2008, Sarah Palin, la compañera de fórmula de John McCain, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, cometió un error costoso en la primera entrevista televisiva que concedió en su calidad de aspirante a la vicepresidencia.

Charlie Gibson, quien fue comentarista de ABC News, le pidió a la entonces gobernadora de Alaska que le platicara a la audiencia sobre cómo es que la cercanía geográfica de ese estado con Rusia le ha ayudado a entender el comportamiento del país que gobierna Vladimir Putin. Ella contestó: “Son nuestros vecinos y en realidad tú puedes ver a Rusia desde la tierra de Alaska”.

La ex candidata no se preparó para la entrevista y lo peor es que el equipo de McCain había asegurado, para respaldar las credenciales de Palin en materia de seguridad nacional, que ella tenía un gran conocimiento de Rusia. El comenta rio de la política se volvió noticia nacional e incluso trascendió al plano internacional. Se despertó un temor entre los votantes estadounidenses, porque en caso de que McCain, un hombre de edad, muriera durante su periodo como presidente, Sarah Palin, con todos sus defectos, protestaría en su lugar.

LA ARROGANCIA DE AL GORE

El 3 de octubre de 2000 ocurrió el primer debate con rumbo a la presidencia de Estados Unidos, entre el republicano George W. Bush y el demócrata Al Gore. A los 20 minutos que comenzó el debate, Bush habló sobre las decisiones que Estados Unidos debía tomar en materia energética. Gore escuchó lo que decía su contrincante, pero no lo miraba a los ojos. Además soltó un suspiro que dio a entender que las palabras de Bush no tenían sentido. Con el tema del aborto, Gore volvió a suspirar cuando Bush exponía su postura y, con el tema de los impuestos, hasta soltó una carcajada.

Richard Lowry, editor de la revista National Review, aseveró que, aunque Gore tuvo mayor mérito que Bush en el debate, porque sus propuestas fueron muy ricas en detalle, cometió el error de suspirar y reírse de su contrincante. “Creo que salió un poco su personalidad arrogante y dominante”, dijo el periodista en una entrevista en el programa de televisión de Charlie Rose. Gore era el favorito para ganar el debate, pero la opinión del público se dividió, debido a la soberbia del candidato que tuvo un peso negativo. Dos meses después, Bush ganó la presidencia.

Con estos ejemplos, podemos ver que la arrogancia, la falta de preparación, la incongruencia y la insensibilidad son obstáculos para que un político convenza a los ciudadanos, que hoy día son inteligentes y críticos.

Uriel Gordon

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