Operación cicatriz.

por | Jul 1, 2014 | Julio 2014, Táctica y Estrategia | 0 Comentarios

La victoria electoral se relaciona directamente con imágenes de alegría y festejo, en donde el candidato ganador se une a sus simpatizantes y colaboradores, en celebraciones que incluso pueden durar varias horas. Sin embargo, este lapso es especialmente delicado para el programa político que se busca ejecutar.

Las horas posteriores a la declaración de victoria de un candidato electo son fundamentales para dotar de estabilidad a su administración neonata: es un lapso en el que el equipo debe abocarse a la realización de un diagnóstico claro, completo y neutral sobre la totalidad del proceso electoral, para poder establecer una prospectiva que ayude al candidato electo a alcanzar los escenarios de mayor equilibrio, ante los retos que asumirá como gobernante tanto de sus seguidores como de sus detractores.

El especialista italiano Marco Cacciotto advierte que las estrategias de comunicación deben ser un esfuerzo permanente, ya que las condiciones del entorno mediático propician gobiernos altamente inestables porque son muy propensos a enfrentar situaciones de crisis provocadas por sus opositores.

El diagnóstico ayudará definitivamente a comprender cómo tiene que formularse el mensaje a los candidatos vencidos, y a quiénes en específico tendrá que ir dirigido. Podríamos aseverar que en la misma medida en que la campaña mostró agresividad para desbancar a sus competidores, el esfuerzo por implementar una “operación cicatriz” deberá ser directamente proporcional.

Este esfuerzo de acercamiento con las contrapartes facilitará la ejecución del programa de gobierno del nuevo encargado del despacho, ya que disminuirá los costos de transacción y sumará a la estabilidad política.

Lo más relevante es que los mensajes que se dirijan a la oposición sean asumidos como un tema de gobernabilidad e incluyan los siguientes elementos: legitimidad, eficacia y estabilidad. De esta forma, el candidato ganador deberá asumir, desde ese primer instante, que el momento electoral es distinto al de gobierno. La población no espera de un candidato lo mismo que de un gobernante, y en la misma lógica, la oposición juega un papel diferente de acuerdo a los tiempos electorales.

Pero la oposición no es el único frente al que deberá tener en la mira el candidato electo: el fuego amigo al interior de su partido puede requerir atención urgente. Su diagnóstico deberá registrar qué tan dividida quedó la casa después de las elecciones primarias.

¿QUÉ HACER?

La primera recomendación para la elaboración de mensajes a la oposición es fundamentarlos en valores socialmente aceptados, como la honestidad, transparencia o la solidaridad. Estas ideas difícilmente serán rechazadas por los opositores y desarticulará, desde el primer momento en que se utilicen, la posibilidad de entrar en conflicto por temas particulares.

Un factor que sin duda genera ventajas es la iniciativa: servirá para definir el tono y los tiempos de la agenda pública, antes de que sea impuesta por los opositores. Al momento de comenzar a desarrollar el mensaje es prudente considerar un nuevo elemento: la posición del gobierno no es ni ofensiva ni defensiva, sino siempre inclusiva. El mensaje tiene que ser el de una autoridad: conciliador y fuerte.

No debemos olvidar que en el actual contexto político, adquiere especial relevancia la construcción de una comunicación que contenga mensajes claros de credibilidad, de cara a un sistema que permitirá la reelección de alcaldes hasta en tres periodos consecutivos, y que ejerce fuerte presión a los candidatos ganadores para cumplir sus promesas de campaña.

Igualmente hay elementos complementarios recomendados por el prestigioso propagandista francés Jacques Séguéla, quien asegura que actualmente hay virtudes irrenunciables del poder, como el dinamismo, el entusiasmo y la energía. Será prudente considerar la incorporación de estos elementos en la estrategia de comunicación gubernamental y sus mensajes a la oposición.

No está de más recordar que el mensaje en todo momento debe ser sencillo y siempre debe tratar de inspirar y promover confianza. Lo aconsejable es no dirigirse de manera directa a la oposición porque seguramente reaccionará al mensaje. Por supuesto que no deben de promoverse la crítica ni agresiones públicas a los opositores. Retomando a Nicolás Maquiavelo, “será difícil –si no imposible– generar afecto en la oposición. Sin embargo, sí podrá ganarse su respeto”.

Usted, candidato ganador, por favor no se olvide de reiterar sus compromisos, proyectando un mensaje sólido y una imagen institucional. Module el contenido emocional de sus primeros mensajes y neutralice el contenido ideológico de la narrativa. La victoria electoral, más que un momento de satisfacción, es un espacio que obliga a una profunda reflexión y humildad, y sienta las bases para el ejercicio de un gobierno estable y eficaz basado en la cohesión lograda a través de la política.

Diego Solano

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