Cómo evitar un desastre

por | Nov 1, 2010 | Noviembre Diciembre 2010, Tips de Gestión | 0 Comentarios

Ana HillPor su diversidad orográfica, México enfrenta constantemente fenómenos naturales como ciclones, huracanes, terremotos y también, en menor medida, erupciones volcánicas que pueden desencadenar en emergencias, pero que no necesariamente deben traducirse en desastres, asegura la directora general de Protección Civil, Ana Lucía Hill Mayoral.

Según datos del Sistema Nacional de Protección Civil, en los últimos 10 años han fallecido alrededor de 1,700 mexicanos a causa de diversos desastres naturales, las pérdidas materiales han superado los 13 mil 600 millones de dólares, se han destruido 469,056 viviendas, 2.2 millones se inundaron, y han sufrido algún tipo de daño temporal o permanente 278 escuelas, 71 carreteras federales, así como 572 caminos y calles.

Por lo anterior, y ante la necesidad de mayor coordinación entre los diferentes niveles de gobierno, este organismo dependiente de la Secretaría de Gobernación (Segob) puso en marcha el denominado Programa Municipio Seguro: Resistente a Desastres, iniciativa del gobierno Federal que busca reducir para 2012 los efectos socioeconómicos que generen las emergencias en 500 municipios.

“Cuando llegué a la dirección general de Protección Civil, en abril de 2007, durante los encuentros en los estados y municipios, la queja fue siempre que no les llega el presupuesto, que son las áreas de protección civil las más olvidadas, y que se les recuerda sólo cuando hay un escenario de emergencia.

“Esto es cierto en muchos casos, pero no en todos. Hay municipios que están muy dotados de equipamiento y de personal capacitado. Esto tiene que ver mucho más con la ciudad, con sus dimensiones, no es lo mismo un municipio rural que la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey”, explica la funcionaria.

En qué consiste el programaLos sistemas de protección civil municipales están integrados, anualmente y en todo el país, por un promedio histórico aproximado de 4,600 funcionarios desde hace una década, pero suelen ampliar su fuerza de despliegue con 200 mil voluntarios semiprofesionales en algún tipo de maniobra asociada a la primera respuesta en emergencias locales.

Para los ayuntamientos, agrega: “Tenemos que ser creativos para enfrentar los fenómenos de la naturaleza y dotar a estas comunidades con las capacidades para responder sin necesidad de depender del presupuesto”.

PAPEL DEL MUNICIPIO

En México, la protección civil es de carácter concurrente, recuerda Ana Lucía Hill, por lo que el municipio es el primer responsable de responder ante un escenario de emergencia. Una vez rebasada su capacidad es labor del gobierno estatal hacer frente a la situación, pero cuando esto no es posible, corresponde al gobierno Federal contrarrestar los efectos de las situaciones de emergencia.

“Se oye muy frío en etapas, pero los diferentes niveles intervienen en todo momento. Las delegaciones estatales de Protección Civil participan como actores que permiten la total compenetración y comunicación constante en todo momento. No se rompe ese vínculo en ningún momento. La Ley General de Protección Civil nos da la pauta, nos genera el esquema de este trabajo”, expone.

Según datos de la dependencia Federal, durante los últimos 10 años se evacuaron y movilizaron a 16 millones de personas y 11 millones ocuparon al menos por un día un refugio temporal. También se ha repuesto o reparado, en todo el país, 41 por ciento del servicio domiciliado de energía eléctrica, 38 por ciento del servicio de agua potable y drenaje, y 19 por ciento de la telefonía.

Fenomenos naturalesAsí, afirma la funcionaria, los municipios son un actor de primer orden al establecer medidas de seguridad. Nadie mejor que ellos, que conocen la problemática local para identificar y delimitar lugares o zonas de riesgo, fortalecer a los grupos que participan en la respuesta inmediata y el auxilio, así como iniciar la movilización precautoria de la población o instalar y atender refugios temporales en una situación de emergencia.

Por eso, destaca, este programa llama a los alcaldes a constituir sus consejos de protección civil y promover acciones de prevención y preparación ante los desastres, planear y ejecutar algunas obras y propiciar la educación y la cultura preventivas. “Lo importante es que los alcaldes conozcan l programa y hagan suya esta estrategia con las particularidades de cada región para evitar que las catástrofes ocurran”, agrega.

PREVENCIÓN Y PLAN DE CONTINGENCIA

En el aspecto preventivo, afirma Hill, es importante difundir que la Federación cuenta con el llamado Fondo para la Prevención de Desastres Naturales (Fopreden), cuyas reglas de operación permiten invertir en el desarrollo de medidas estructurales y no estructurales en beneficio de la población.

En tal sentido, se recomienda trabajar ampliamente impulsando un acercamiento entre los sistemas municipales y los sistemas estatales de protección civil, además de organizaciones civiles y empresarios, para precisar los mecanismos y el diálogo que permita fortalecer la prevención localmente, añade.

“La prevención no necesariamente demanda cantidades inaccesibles de recursos para el municipio, además tiene el doble estímulo de que al generar un ‘blindaje’ contra los desastres permite disminuir la inversión pública en recuperación.”

Asimismo, es recomendable explorar diversas posibilidades de financiamiento, entre éstas la creación de un fondo local preventivo y otro de respuesta a los desastres, propiciar el aseguramiento de la infraestructura pública local, además de impulsar el aseguramiento de los bienes de los particulares, agrega.

Con respecto a las emergencias, la Directora General de Protección Civil advierte que lo más importantes es iniciar con la identificación de los peligros a que se encuentra expuesta la población y la probabilidad de que éstos se presenten, a través de atlas municipales de riesgos detallados que puedan establecer adecuadamente el propósito, alcances y temporalidad de éstos.

“Se debe de tomar en cuenta además el marco legal, las obligaciones que establecen los ordenamientos locales específicos. Posteriormente se debe de identificar el inventario de recursos disponibles para hacer frente a situaciones de crisis, tanto de recursos financieros como humanos, maquinaria, equipo, sistemas y grupos; además de todo aquello que permita establecer un directorio de actores relevantes, un censo de refugios temporales y otros dispositivos como los de comunicación en caso de emergencia.”

Aclara que es importante el entrenamiento, y que los planes deben de permitir contar con personas informadas, preparadas y dispuestas a resolver problemas emergentes e imponderables. Es decir, un plan debe contribuir a la eficacia, a brindar certeza a la población, a anticiparse a las crisis, a atender imprevistos y a coordinar adecuadamente la respuesta de las instituciones.

Además, se deben considerar los aspectos de comunicación, pero para que éstos funcionen adecuadamente hay que establecer de antemano los acuerdos entre las autoridades y la población para reaccionar en un frente común ante los desastres. Si la gente sabe cómo diseñar un plan familiar de protección civil, ubicar dónde están los refugios temporales, cuáles son los teléfonos locales de emergencia, cómo participar voluntariamente con las autoridades y, sobre todo, qué hacer ante emergencias, entonces los daños y consecuencias negativas de muchos fenómenos naturales se verán reducidos.

“No podemos evitar que fenómenos naturales, como la lluvia o los sismos, ocurran; lo que sí podemos hacer es procurar que estos fenómenos no pongan en crisis a la población. En protección civil, si cada uno de nosotros en la población supiéramos qué es lo que nos define y qué necesitamos para salir adelante en una emergencia, nos daríamos por bien servidos”, concluye Hill.

Joel González Cisneros

El autor es coordinador General del Colectivo Ciudadanos por Municipios Transparentes (Cimtra).

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