Tips de Gestión

Cooperación comunitaria para elevar la nutrición

La inversión en proyectos sociales en materia de producción alimentaria, principalmente en alianza con el sector privado, puede elevar la seguridad nutricional en las comunidades que se encuentran en rezago con respecto a las poblaciones urbanas

 

►Por Isaías Ocampo

En México, 7.8 millones de personas (6.1 por ciento del total de la población) enfrentan subalimentación, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); en tanto, la inseguridad alimentaria afecta a una cuarta parte de la población del país, de acuerdo con datos del mismo organismo.

Además, existen otros problemas de malnutrición, especialmente en la población infantil, como el sobrepeso y la obesidad, males que han aumentado en América Latina y el Caribe en las dos últimas décadas, advierte la FAO.

“La prevalencia del sobrepeso en niños y niñas menores de cinco años y de la obesidad en adultos está muy por encima de los promedios mundiales y afecta a personas de todos los niveles de ingresos, tanto en zonas rurales como urbanas, incluidos los pueblos indígenas”, señala la FAO en su estudio Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y Nutricional.

Aunque México se coloca entre los cinco países de la región que han conseguido reducir la prevalencia de sobrepeso en los niños menores de cinco años entre 2000 y 2020, este mal aqueja a más de un 6 por ciento de ese sector de la población y cerca de un 30 por ciento de los adultos en el país. En consecuencia, más de la cuarta parte de la población mexicana no puede permitirse una dieta saludable.

ACCIONES CONTRA LA MALNUTRICIÓN

Ante el panorama de inseguridad alimentaria que viven las familias mexicanas, los gobiernos locales pueden encontrar en modelos de gestión alimentaria las estrategias adecuadas para elevar la seguridad nutricional desde las comunidades, principalmente aquellas alejadas de los centros urbanos, considerando las particularidades de cada una y sus realidades.

Entre las acciones que pueden realizar los gobiernos municipales, según la experiencia de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid), la FAO y el programa Mesoamérica sin Hambre, está el facilitar la producción de alimentos por parte de las familias, priorizando el bienestar y la salud; capacitar a las familias en el uso de tecnologías para la producción y diversificación de alimentos; e incrementar el impacto en materia de seguridad alimentaria, a partir del desarrollo de acciones conjuntas y tomando en consideración las problemáticas en común.

Algunas de esas acciones se han realizado con éxito en la comunidad de La Trampa Chica, en el municipio de San José del Rincón, Estado de México, donde se aplica el programa Saber Nutrir, de Grupo Herdez, y que contribuye a mejorar la calidad de vida de las familias mexicanas que se encuentran con vulnerabilidad alimentaria.

La importancia de iniciativas como esta se centra en “darle a las familias la capacidad de salir adelante con su propio trabajo, porque de lo que se trata un programa como este es de buscar una mejor nutrición para los integrantes de las comunidades y tener una mejor calidad de vida”, explica en entrevista con Alcaldes de México, Eugenia Ortiz Rubio, Directora de Saber Nutrir y Gerente de Responsabilidad Social y Servicios Corporativos de Grupo Herdez, que también impulsa estas acciones en Yucatán y San Luis Potosí.

Para mejorar la seguridad alimentaria pueden entregarse insumos e infraestructura, a fin de impulsar la producción de alimentos por parte de las familias, priorizando el bienestar y la salud, además de capacitarlas en la producción y diversificación de alimentos

“Nosotros los apoyamos y les damos las herramientas; en ellos está la voluntad de hacer las cosas, porque sin ellos no habría proyecto, si la gente no tiene la inquietud de hacer las cosas, el proyecto no tendría el éxito que tiene”, puntualiza.

LA EXPERIENCIA COMUNITARIA

A través de Saber Nutrir, la comunidad de La Trampa Chica ha elevado su desarrollo integral, con un beneficio directo para 600 familias indígenas y para otras mil 600 de forma indirecta, gracias a proyectos que incluyen infraestructura para que la misma comunidad genere sus alimentos y cuente con ingresos propios.

En medio del corral donde cría a sus gallinas, la señora Anabel Sánchez Medina explica que, antes de la llegada del programa Saber Nutrir, sus animales estaban expuestos a las inclemencias del tiempo y de la inseguridad, mientras que sus propios cultivos ahora alcanzan para compartir con otras familias o para obtener ingresos extras.

“Toda semilla que sembramos nos da fruto, además no hay pretexto porque tenemos la capacitación de cuál semilla va directo a la tierra o cuál se tiene que germinar y todo eso lo aprovechamos. Aquí no hay químicos y hasta duran más”, señala, por su parte, don José Hernández, entre las hortalizas de jitomate que crecen en su invernadero.

“Aquí llevamos 150 cajas cosechadas esta temporada”, agrega orgulloso el productor local con el que trabajan otras 10 personas de la comunidad y comenta que “todo tipo de proyecto, ya sea estufa, gallinero, módulo o microtúnel, ha dado beneficios para el consumo de las familias y excedentes que se pueden vender”.

RESULTADOS: MEJOR NUTRICIÓN

Ana Karen Rojas Ruiz, nutrióloga comunitaria del programa Promazahua, explica a Alcaldes de México que, a raíz del programa, los niños han aumentado en peso y talla, constatado en cada visita que realizan a la comunidad. “Crecen por lo menos un centímetro cada dos meses y llegan a subir de peso entre uno y dos kilos en cada visita; lo que se refleja en una mejora en la salud de los niños”.

La nutrióloga explica que se toman medidas antropométricas de talla y peso, cada dos meses, con pruebas de hemoglobina, con las que se detecta si existe desnutrición para darles un tratamiento y recomendaciones a los padres de familia para mejorar su nutrición. “De 75 niños, solamente cinco o seis han salido bajos, pero se les ha dado un tratamiento específico para que podamos recuperar los niveles adecuados”.

A través de la iniciativa se han entregado a la comunidad 179 gallineros de adobe para la producción de carne y huevo, 138 estufas ahorradoras de leña, 81 silos, 180 cisternas para la captación de agua de lluvia, 190 microtúneles para la producción de hortalizas y 15 módulos de guajolotes, entre otros proyectos para la generación de ingresos como invernaderos, corrales e incubadoras de huevo.