Expediente Abierto
►Distribución de Agua ♦ Opinión
La crisis sanitaria asociada al Covid-19 obligará a repensar cómo puede mejorarse la salud pública en las ciudades, no solo porque en México cerca de 80 por ciento de la población vive en zonas urbanas —lo que indica que las acciones o políticas encaminadas a mejorar las condiciones de salud pueden tener un mayor impacto en las ciudades—, sino también porque, precisamente, en éstas se presentan áreas de oportunidad para incidir en la salud pública.
Si bien en México la política sanitaria es responsabilidad principalmente de los gobiernos federal y estatales, la cercanía de los municipios a la población sugiere que estos están bien posicionados para implementar acciones que contribuyan a alcanzar resultados concretos en esta materia.
El acceso al agua limpia en la vivienda es un determinante de salud importante, pues puede influir directamente en la probabilidad de contraer infecciones, como diarrea, tifoidea o cólera. Por ello, los municipios deben contribuir decididamente a reducir las carencias existentes de acceso a servicios de agua continuos y de calidad, para lo cual pueden explorar mecanismos como las asociaciones público-privadas para proveer la infraestructura necesaria.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura, incluso, que la inactividad física es uno de los principales factores de riesgo de padecer enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes. Por ello, la OMS recomienda a niños y adolescentes de 5 a 17 años de edad practicar al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada o intensa, y al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada para adultos de 18 a 64 años. En ese contexto, la calidad del entorno urbano puede influir en el tiempo de actividad física que realizan las personas, de manera que ciudades más caminables, seguras, cómodas y agradables —y que cuentan con una excelente oferta de espacios públicos— invitan a realizar más actividades físicas en exteriores, algo en lo que los municipios deben incidir de manera directa.
En relación con lo anterior, existen diversas áreas de oportunidad en las que los municipios pueden trabajar para promover la actividad física en el espacio público. En muchas ciudades del mundo existen programas conocidos como Calles Abiertas, que buscan transformar temporalmente —por ejemplo, los domingos en la mañana— algunas vialidades en espacios libres de automóviles para que las personas puedan caminar, patinar, andar en bicicleta, hacer ejercicio, jugar o pasear. Además de crear un nuevo espacio público temporal y fomentar la activación física, estos programas pueden motivar a las personas a repensar la manera en que actualmente se usan las vialidades, lo que puede ayudar a entender las necesidades de quienes todos los días se desplazan a pie o en bicicleta, o quienes requieren o desean usar una banqueta o calle para jugar y pasear. En México, son pocas las ciudades que al día de hoy cuentan con programas de Calles Abiertas, y muchas más podrían replicarlos sin un presupuesto elevado o una alta complejidad técnica.
En resumen, la pandemia trae consigo un debate más amplio sobre cómo mejorar las condiciones de salud de las personas. Los municipios cuentan con muchas posibilidades para incidir en el acceso a servicios de agua y saneamiento, en la calidad del aire y en la actividad física en el espacio urbano. ¿Existirá la voluntad y capacidad para hacerlo?
*Maestro en Planeación Urbana por la Universidad de Harvard y arquitecto por el Tecnológico de Monterrey. Es especialista en planeación y desarrollo urbano, transporte y movilidad, y gestión municipal. Ha participado en múltiples proyectos de consultoría urbana en América Latina y el Caribe para organizaciones multilaterales y gobiernos nacionales y subnacionales.