Desde la Urna

En política, el manejo de los tiempos y el liderazgo del gobernante son elementos estratégicos para alcanzar objetivos y fortalecer el poder. Cuando el cronograma del gobernante se cumple es porque realizó cálculos correctos y el conjunto de instituciones trabaja armónicamente. Si, además, el gobernante mantiene en alto su prestigio y liderazgo, el éxito se antoja cercano. Cuando todo esto no ocurre, las dificultades se incrementan.

Es factible imaginar que el objetivo del Presidente López Obrador para 2022 era realizar las tres reformas pendientes, consolidar la Cuarta Transformación y dedicar los últimos dos años de su sexenio a consolidar los cambios. Sin embargo, los tiempos parecen complicarse, y para finales de febrero, el prestigio del gobierno no parece estar en sus mejores momentos.

A partir del 1 de marzo faltaban solo 41 días para la Revocación de Mandato. Para su realización fue necesaria una batalla política en la que participaron los diputados, Morena, las “mañaneras” del Presidente, resoluciones de la Corte y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y, desde luego, el Instituto Nacional Electoral (INE). El Presidente nunca necesitó dudar de que la Revocación se realizaría el 10 de abril, pero quiso desacreditar al INE sin lograr el éxito suficiente para garantizar su eliminación.

La siguiente etapa es la elección de seis gubernaturas, el próximo 5 de junio. Hace meses parecía que el éxito de Morena sería arrollador, salvo en una o dos entidades. Sin embargo, recientemente, se han incrementado los conflictos internos en Morena, tanto por la definición de las candidaturas como por el estilo de la dirigencia de Mario Delgado. Los grupos más radicales esperarían el ejercicio de otro tipo de política, pero la experiencia de Delgado le indica que es necesario un mínimo de negociación.

En la visión presidencial, tanto la Revocación como las elecciones del 5 de junio generarían un importante respaldo y la fortaleza necesaria para llevar a cabo las reformas y consolidar su proyecto. Con todo, obstáculos e imprevistos parecen dificultar las cosas al Presidente. Más allá de su activismo, el hecho es que el Presidente requirió atención médica delicada que no fue cabalmente explicada. Al mismo tiempo, los debates sobre la reforma energética no avanzaron lo suficiente y el PRI estableció como premisa que, antes de las elecciones, no se votaría la reforma, además de que son evidentes los reclamos de Estados Unidos por la posible violación al Tratado de Libre Comercio.

En medio de todo, Carlos Loret de Mola difundió información sobre la llamada “Casa Gris”, en Houston, Texas, en la que vivió el hijo de López Obrador con su esposa, presuntamente vinculada con una empresa que tiene contratos con Petróleos Mexicanos (Pemex). El Presidente no pudo negar los hechos, llamó a una investigación y vio disminuir su prestigio como un verdadero luchador contra la corrupción. De hecho, el anuncio de establecer una “pausa” en las relaciones con España fue visto como un distractor para dejar de lado los temas que afectan su estrategia.

Por si fuera poco, al acatar las resoluciones de la Corte, solo el INE podrá publicitar la participación en la Revocación de Mandato; desde el 4 de febrero debió retirarse la propaganda gubernamental y el Presidente debe cuidar las referencias en sus “mañaneras” referidas a sus logros de gobierno. El problema es la inauguración del aeropuerto en Santa Lucía, en marzo, en la que el Presidente no podría presumir semejante logro de su administración.

Los tiempos se complican. Mientras avanzan las discusiones, lo cierto es que el Congreso de la Unión discutirá las reformas energética y electoral, junto con el presupuesto para 2023. Para entonces, al Presidente le quedarán solo dos años de gobierno.

Profesor Investigador de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Twitter: @ArturoSanchezG Facebook: Arturo Sánchez Gutiérrez (figura pública)