Expediente Abierto

►Transporte Inteligente ♦ Opinión

Llegué a la Ciudad de México procedente de España, en noviembre de 2008. Me sorprendió el color, la energía, la gente llenando las calles y moviéndose al unísono en el Metro, como una gran coreografía humana entre todo ese caos que increíblemente funciona. Sobre todo, captaron mi atención los enormes “ciempiés” colorados rodantes que iban y venían sobre la Avenida Insurgentes. Esa majestuosa avenida de 28 kilómetros que vertebra la ciudad de norte a sur.

Esos “ciempiés”, a diferencia de los carriles bus que acostumbraba a ver en Europa, recorrían la avenida por sus carriles centrales, tenían estaciones cerradas, con prepago, y circulaban sobre concreto en varios de sus tramos y en otros en pavimento asfáltico.

El Metrobús Línea 1 se convirtió en algo cotidiano para mí, tanto como usuario como persona que reflexiona sobre cómo ofrecer la mejor movilidad a la ciudad. Acostumbrado a los carriles bus con autobuses con puerta a la derecha, los tranvías sobre camellones con pasto o vía en placa, me resultó extraña la tipología del sistema de transporte conocida como Bus Rapid Transit (BRT).

Este sistema está en ciudades como Curitiba, Bogotá o Santiago de Chile. El arquitecto Lerner, impulsor del BRT de Curitiba, hablaba de la “metrificación” del autobús, es decir, conseguir que un sistema de transporte público basado en autobuses funcione como un metro. La propuesta pasaba por modificar la configuración de la sección transversal de las calles y avenidas para incluir carriles confinados troncales para autobuses en la parte central, estaciones y terminales cerradas, con sistema de prepago y autobuses con puerta a la izquierda. De este modo se garantiza la mayor eficiencia en el sistema.

Inspirado en esta experiencia, en 2002, el gobierno del entonces Distrito Federal inicia con la planeación de los estudios para la creación de la primera línea de autobús de tránsito rápido en la Ciudad de México. El 19 de junio de 2005 de ese año, arranca operaciones la Línea 1 del Metrobús, con 80 autobuses articulados para recorrer un total de 19 kilómetros, desde Indios Verdes hasta Doctor Gálvez.

¿Por qué no apostar por una línea del metro?
En un corredor con una morfología compleja, con una problemática urbana y sobre todo social evidente, y en un contexto en el que no sobra el dinero público, la solución del Metrobús era lo más razonable. El metro subterráneo implica una inversión 20 o 30 veces superior a la que se puede hacer en un BRT y unos tiempos de planeación y construcción que pueden extenderse hasta ocho años para un tramo como el que ahora mismo tiene el Metrobús Línea 1.

Con el paso de los años, el Metrobús se ha convertido en un ejemplo excelente de asociación público privada que funciona, que proporciona un servicio de calidad y que sigue siendo asequible para la mayoría de los usuarios.

He sido testigo de cómo la autoridad percibe a la Línea 1 como un proyecto integral. ¡Por fin tenemos banquetas decentes! ¡Por fin no es necesario brincar para pasar del arroyo vehicular a la banqueta o no jugarse la vida en uno de los cruces! ¡Por fin se proponen ciclovías y queda como una calle completa en estos tiempos tan convulsos!

El corredor ha sido y será clave para la movilidad en la Ciudad de México. Asimismo, se han impulsado otros proyectos, como Ecobici; la peatonalización de calles, como Madero o 16 de septiembre como calle compartida; la mejora de la red de espacios públicos; la renovada Avenida Chapultepec, y los cruces seguros que empezamos a ver por toda la capital, que tienen un origen en la construcción de una visión de ciudad que inició el 19 de junio de 2005.

*Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos con 16 años de experiencia en planeación de sistemas de transporte en toda Latinoamérica.