Expediente Abierto

► Agua ♦ Opinión

La velocidad de transmisión del virus SARS-CoV-2 y la imposibilidad de enfrentarlo con medidas biomédicas orillaron a los gobiernos de todos los países a implementar medidas extremas de contención física. La reducción de la movilidad en espacios públicos, el confinamiento en casa, así como la paralización de las actividades económicas, se impusieron de manera urgente.

En la estrategia de contención, los servicios de agua son fundamentales. No obstante, a nivel global, sus capacidades son desiguales. En países de ingreso medio y bajo, las debilidades estructurales de los organismos operadores de los sistemas de agua potable, alcantarillado y saneamiento (OO) son una realidad reconocida desde hace años. Ello genera preocupación e incertidumbre sobre la capacidad que tienen para proveer los servicios de agua de manera sostenida durante la emergencia sanitaria. Tal es el caso de nuestro país.

Es difícil determinar cómo la emergencia sanitaria afectará a los OO, pero es razonable inferir que los impactos a la economía del país repercutirán en su ya mermada capacidad de operación. Entre ellos, la caída en la cobranza, que ya se observa, tendrá efectos adversos en su capacidad para hacer frente a erogaciones esenciales, como el pago de energía eléctrica y de salarios a sus trabajadores.

Resulta conveniente, por tanto, hacer una revisión rápida sobre la situación de estos servicios públicos esenciales, sugerir algunas vías para paliar la emergencia y, sobre todo, hacer un llamado urgente para diseñar e implementar una política nacional que atienda de fondo la problemática.

Los OO son consumidores intensivos de energía. Cualquier incremento en las tarifas de energía eléctrica provoca un aumento inmediato en los costos de operación. No obstante, por su naturaleza pública, los OO no pueden transferir, de manera instantánea, estos aumentos, ya que las tarifas que pagan los usuarios son fijadas fuera de las reglas de mercado, por lo que es frecuente que los flujos financieros de los OO sean insuficientes para cubrir los costos operativos. Esta situación se ha recrudecido desde 2018, constituyendo un verdadero problema que obliga a los OO a disminuir la operación de equipos electromecánicos, dejar de operar plantas de tratamiento o posponer el pago de la factura eléctrica.

En el contexto del confinamiento, nos enteramos que los servicios básicos, como los de agua potable y saneamiento, no solo eran esenciales para nuestra vida diaria, sino también, literalmente, para nuestra supervivencia. Pero su aparición en escena fue de golpe y porrazo. Si los servicios de salud tuvieron poco tiempo para prepararse, los servicios de agua no. Sin embargo, han venido realizando sus actividades al máximo de sus capacidades.

De ahí que reflexionar de manera permanente sobre su situación no es ocioso. Su importancia en la salud pública es indudable, y ahora, el papel que juegan en la contención de la epidemia es central.

En el tema de los servicios de agua, los municipios son el actor principal. Tienen la encomienda constitucional de su prestación, pero no se les puede regatear el acompañamiento institucional (federal y estatal) para que puedan gestionar, de manera adecuada, esos servicios esenciales para el bienestar social. Sí, la operación de los servicios es local, pero la implementación de la política para lograrlo es una responsabilidad nacional.

En México, por ahora, no hay información sistematizada que pueda orientar sobre los efectos que las medidas de contención tomadas tienen en la operación de los sistemas de agua.

*Socio fundador y Director de Proyectos en Políticas Públicas de Akvo, Gestión del Conocimiento del Agua, S.A.