Desde la Urna

La elección en Estados Unidos generó un ambiente diferente en el mundo, empezando por la percepción de posibles conflictos electorales y la incertidumbre de algunos días en la decisión. Hoy se discute sobre la calidad del sistema electoral estadounidense y la importancia del reconocimiento de la derrota como una de las actitudes fundamentales de la democracia. Después de todo, para ello construimos sistemas tan complejos y barrocos, que garantizan que los votos se emitan y se cuenten correctamente. En esta ocasión, se impuso el estilo personal de Trump, aunque al final, Biden será Presidente. Mientras, nosotros nos preguntarnos sobre el nuevo esquema de relación que tendremos con nuestro vecino del norte.

 

Con todo, los discursos de Kamala Harris y Joe Biden refrescaron el ambiente político. José Woldenberg escribió en El Universal al respecto: “…el primer discurso como presidente electo de Biden, que fue racional, educado, civilizado, resultó viento fresco en un ambiente viciado”. Coincido. El discurso de Trump era todo lo contrario, repleto de majaderías, falsedades y con una agresividad que descalifica al que disiente y culpa a quien se opone. Pero, sobre todo, es un discurso que reduce los alcances de la política, del diálogo y la construcción de acuerdos, pues cae, irremediablemente, en la intolerancia y en la vieja estrategia en la que “quien pega primero, pega dos veces”.

 

Estados Unidos entrará en una etapa difícil, pues se trató de una elección cerrada en una sociedad polarizada. Se confrontarán los dos estilos y los dos discursos. Después de todo, Trump obtuvo más votos de los que le permitieron llegar a la Presidencia, pero esta vez no fueron suficientes. La pregunta es si será exitoso el nuevo estilo atemperado, incluyente del presidente electo. Jesús Silva-Herzog comentó en Reforma: “La apuesta de Biden es la apuesta del centro. ¿Existe espacio para esa opción en estos tiempos? ¿Puede reconstruirse el diálogo en esta era furiosa?”. Lo cierto es que algo no le gustó a la sociedad de Estados Unidos y optó por un cambio, pero muchos extrañarán la fortaleza del discurso y el tipo de liderazgo que hoy se desvanece.

 

En la puerta de un proceso electoral como el de 2021, México encontrará también una sociedad polarizada, en el contexto del estilo impuesto en “las mañaneras” del Presidente. Como en el caso de Trump, es difícil esperar un cambio en ese rubro, pues las elecciones por sí mismas generan una rivalidad y competencia propias de la democracia. Pero si se ha de aprender algo de las elecciones en Estados Unidos es, justamente, que la apuesta por una política más incluyente, tolerante y receptora de la crítica resulta triunfadora.

 

El año terminará con más de 100 mil fallecidos por Covid-19, con cifras récord en materia de inseguridad y con una crisis económica que los jóvenes universitarios de hoy no han experimentado.

 

El 6 de junio de 2021, todo el país experimentará, por primera vez, elecciones locales y federales en un mismo día, y en 15 estados se eligirá nuevo gobernador. El problema es que el estilo presidencial ha empezado a permear en los niveles donde el partido oficial gobierna. En otros 10 estados, la Alianza Federalista presenta demandas a la Federación en un movimiento sin precedentes en México. La oposición busca salidas a través de organizaciones como Sí por México. Para el Presidente, los partidos y la sociedad los resultados de la elección serán más relevantes que nunca. Está visto que el Presidente no cambiará su estilo, pero después de dos años de gobierno, se antoja un cambio.

*Decano de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey.

Twitter: @ArturoSanchezG

Facebook: Arturo Sánchez Gutiérrez (Figura Pública)