Expediente Abierto

►Cambio Climático

Inhibir la desertificación requiere de una visión sistémica

 

La degradación de suelos no es un tema aislado, ya que es producto de múltiples factores como el cambio climático, el calentamiento global y las actividades antropogénicas

 

►Por Martha Palma Montes
FOTO: DREAMSTIME

En México, 26 por ciento del territorio está en proceso de desertificación, es decir, el suelo está perdiendo su fertilidad y capacidad productiva. Asimismo, 58 por ciento de la población reside en zonas áridas.

La desertificación es consecuencia de diversos factores, como la deforestación, los cambios de uso de suelo, la sobreexplotación de recursos naturales, la contaminación atmosférica, de ríos, mantos acuíferos, el cambio climático, el calentamiento global y la agricultura de monocultivos.

Esta complejidad de problemáticas causadas por la actividad humana desestabiliza los sistemas físicos y biológicos, por tanto, la desertificación debe atenderse de forma holística.

Entre las acciones que los gobiernos locales pueden emprender para contrarrestar el fenómeno está diseñar políticas públicas que interrelacionen el medioambiente con los aspectos sociales y económicos, opina Luis Ricardo Fernández Carril, Coordinador Académico de Sostenibilidad, en el Tecnológico de Monterrey.

“Las gestiones de la actualidad contra el cambio climático y la desertificación ya no son suficientes, la vulnerabilidad se agudiza por esta mala adaptación, por eso son necesarias políticas públicas a largo plazo y de visión sistémica que, a su vez, detonen transformaciones rápidas, de largo alcance y sin precedentes.”

Advierte que la extinción masiva de especies también tiene un costo, social, económico y cultural enorme, y aunado a la desertificación, habrá un colapso de ecosistemas.

Asimismo, el investigador recomienda escuchar las soluciones que aportan las comunidades indígenas o pueblos originarios, porque tienen a su cargo las reservas naturales.

“Es muy probable que ellos sepan mejor cómo tratar estos problemas que el aplicar soluciones tecnológicas de otros países, las cuales pueden llegar a violentar y generar una mala adaptación. Escuchar el conocimiento indígena es fundamental.”

Otro aspecto relevante es que los gobiernos locales definan el objetivo que quieren alcanzar, para lo cual, pueden retomar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 15, Vida de Ecosistemas Terrestres, incluido en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuya meta 15.3 señala luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y procurar un mundo con una degradación neutra del suelo.

PREVENIR LA DESERTIFICACIÓN
La dendrocronología es la ciencia que estudia los anillos de crecimiento de los árboles, datados exactamente al año de su formación, a fin de generar series de tiempo que pueden ser utilizadas en la reconstrucción de variables climáticas como: precipitación, temperatura y evaporación, entre otras.

Esta ciencia ayuda a planear el uso de los recursos hídricos, ya que los anillos delgados indican condiciones limitantes de disponibilidad de agua, mientras que los gruesos aluden a más precipitaciones, con lo cual, es posible analizar el tiempo de recurrencia tanto de sequías como de periodos húmedos.

Estudios basados en la dendrocronología, a cargo del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), relevan la disponibilidad hídrica en las Cuencas del Río Nazas, en la Región Lagunera de Durango y Coahuila, según la frecuencia de periodos húmedos y secos.

“Con esta ciencia es posible identificar tendencias y modelar el crecimiento de los árboles, y gracias a los registros previos, podemos predecir si habrá periodos de sequía críticos. El grado de pérdida de suelo en áreas forestales nos da una idea de la severidad de la desertificación a causa del clima, la sustitución de especies por los cambios de uso de suelo y otras acciones antropogénicas”, comenta José Villanueva Díaz, investigador del INIFAP.

Para socializar la utilidad de la dendrocronología, el Instituto elabora folletos técnicos, ofrece cursos y habilita parcelas experimentales demostrativas, a fin de que los productores agrícolas, pecuarios y forestales conozcan cómo conservar los recursos naturales.

ESTRATEGIAS NACIONALES
La Comisión Nacional de Zonas Áridas (CONAZA) ejecuta obras para un uso eficiente del agua en beneficio de los productores agropecuarios de las zonas áridas, semiáridas y en proceso de desertificación, con el objetivo de incrementar la capacidad productiva y mejorar las condiciones socioeconómicas.

Entre estas obras destacan la cosecha de peces, la sustitución de cultivos de alto consumo de agua y el establecimiento del programa de Estimulación de Lluvia para mitigar la sequía.

Un ejemplo de sustitución de cultivos forrajeros de alta demanda hídrica es la producción de nopal mediante sistemas de riego y fertirrigación, los cuales aplican nutrientes al agua de riego.

Por otro lado, para contrarrestar los efectos del sobrepastoreo de la actividad ganadera, la dependencia, en coordinación con el Colegio de Postgraduados, reintroduce pastos nativos en Chihuahua, Oaxaca e Hidalgo.

Luis Ricardo Fernández Carril.

 

 

Luis Ricardo Fernández Carril.

FOTO: CORTESÍA DEL TECNOLÓGICO DE MONTERREY

En tanto, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrolla ciencia aplicada al campo y promueve prácticas sostenibles como la agricultura de conservación, cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo con rastrojo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos, lo que aminora el problema de los suelos salinos, efecto común de la degradación.

Adicionalmente, este tipo de agricultura acumula materia orgánica, reduce la erosión eólica e hídrica, y disminuye la emisión de gases de efecto invernadero, al evitar quemas agrícolas y el uso de maquinaria, e incrementa la captura de carbono.