Hace muchos años yo era jefa de manzana, una f igura que ya desapareció de nuestra participación vecinal. Después, entre 1992 y 1995 hubo otra figura, que era la de consejero ciudadano. Yo me animé, participé y gané, convirtiéndome en uno de los 21 consejeros ciudadanos en la delegación Benito Juárez del Distrito Federal. La labor consistía en ser interlocutor de nuestros vecinos con las autoridades delegacionales y ayudar a solucionar problemas, así como promover este tipo de correlación sana que debe de haber entre autoridades y ciudadanos. Yo atendía tres colo nias: Nápoles, Ampliación Nápoles y Ciudad de los Deportes.
En este ejercicio me di cuenta de que el manejo de los asuntos vecinales tenía mucho que ver con los partidos políticos, de tal manera que si el vecino tenía la suerte de simpatizar con la fuerza política que gobernaba la delegación, los problemas se atendían rápidamente; si no, había rezagos. Otra situación que se dio fue que, a los 18 meses de haberse puesto en marcha, los asambleístas decidieron abortar la figura de representación vecinal.
Todo lo anterior me motivó a ya no estar sujeta a los caprichos de legisladores o personas que me indicaran cómo trabajar en favor de los ciudadanos. Así fue como en 1998 nació Movimiento Pro-Vecino.
LABOR PROACTIVA
Con la organización comunitaria se pueden encarar de mejor manera acciones y programas para mejorar la calidad de vida de la comunidad. De esta manera Pro Vecino promueve que los vecinos cumplan cabalmente con sus obligaciones y que a su vez se les respeten sus derechos.
La mayoría de este tipo de organizaciones se maneja con dinero propio.Empieza uno haciendo su trabajo en el comedor de su casa. Cuando presenté en sociedad a Movimiento Pro-Vecino invité a consejeros ciudadanos que recién dejaban sus labores debido a la extinción de dicha figura. Salimos con una representación del movimiento en cada una de las demarcaciones. Fue una idea financiada por mí.
Arrancamos con 300 vecinos, no obstante de que muchos de ellos estaban escépticos de que el proyecto sobreviviera. Nuestro primer objetivo consistió en atender las denuncias o quejas de los colonos, que por lo general son: “Yo no tengo agua, mi árbol se está cayendo, mi calle no tiene luz…”, es mucho el “yo”, y se olvidan un poco de la comunidad.
A casi un año de comenzar a operar, nos dimos cuenta de que más de la mitad de los problemas tenían que ver con situaciones de convivencia entre los ciudadanos, y no precisamente con la autoridad. Cosas como que el vecino de a lado tiene la música muy alta, o tiene muchos perros, o deja mal estacionado el carro, entre otros.
Entonces decidimos reajustar nuestra labor de reactiva a proactiva y preventiva, y comenzamos a impulsar la cultura del buen vecino, que es la línea de acción medular del movimiento, y que consiste en la difusión de valores como tolerancia, respeto, cooperación y participación en la comunidad. Con ello buscamos que las personas tengan más consciencia social, que se facilite la convivencia intervecinal fomentando la participación activa en la resolución de conflictos en los que no es necesaria la intervención de las autoridades.
Prevenimos los conflictos mediante la promoción de una cultura de organización y de respeto a los derechos vecinales. Así hemos generado una serie de cursos, la escuela de vecinos, el programa Juntos por Nuestra Comunidad, entre otras iniciativas. Un ejemplo del éxito que hemos logrado con estas acciones es la campaña para levantar las heces de los perros en la delegación Cuauhtémoc. Cuando empezamos con esta labor, en 1998, 9 de cada 10 personas no recogían los desechos de sus mascotas. Ahora, de cada 10 personas que pasean a sus perros, 9 procuran levantar las heces.
También contamos con una serie de materiales que hemos desarrollado a lo largo de varios años, como una lotería, serpientes y escaleras y juegos de memoria para reforzar la cultura del buen vecino entre los niños.
En la oficina central se captan las demandas de los casos que requieren de atención inmediata. De aquí se genera la denuncia hacia la dependencia que corresponda mediante un sistema computarizado.
En resumen, atendemos el pequeño gran problema de nuestros afiliados y le damos seguimiento hasta que se resuelva. Si no existe una solución, hacemos lo necesario por comunicarles a los ciudadanos por qué no se puede resolver.
Contamos con un Consejo en el que trabajan cerca de 10 personas, así como con un número similar de jóvenes que participan como voluntarios. También hay chicos que realizan su servicio social, con quienes emprendemos jornadas de promoción y difusión de campañas.
Hay casos en los que sólo fungimos como asesores. Por ejemplo, cuando interviene un ministerio público o un juzgado cívico, sí les decimos a los ciudadanos qué hacer y a dónde ir, pero nosotros no llevamos la demanda. Hay un despacho de abogados que ha sido amigo de Pro-Vecino de toda la vida y cuando la gente requiere ayuda jurídica, ellos nos hacen el favor de orientarnos de manera gratuita.
ASESORÍA SIN FRONTERAS.
Tenemos presencia en todas las delegaciones del Distrito Federal, así como en los municipios conurbados, pero a donde nos inviten a dar pláticas y talleres vamos. Hemos estado en Nuevo León, Puebla, Oaxaca, Morelos, Huixquilucan y en el Estado de México.
Entre los logros más importantes destacan la institucionalización del Día del Vecino en la capital del país, una propuesta que fue aprobada y publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal en 2006. Gracias a este logro se impulsan políticas públicas enfocadas a promover que los vecinos se lleven bien.
Para nosotros es muy importante insistir en que lo que no hagamos por nosotros mismos no podemos exigir que lo hagan los demás, así como en la importancia de las pequeñas acciones, para construir una mejor comunidad.
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