Los cuestionarios que aplican los encuestadores en estos días, con frecuencia terminan por preguntar: “si las elecciones fueran el día de hoy, ¿por quién votaría?” A lo largo de los próximos 149 días que faltan para la elección, conoceremos todo tipo de encuestas y seguramente los resultados variarán en diversos sentidos. La realidad es que, si la elección fuera el día de hoy, votaríamos con muy poca información, sin saber siquiera cuántos candidatos presidenciales estarán en la boleta y sin haber visto el desempeño de las y los candidatos en la campaña, en los debates y en la defensa de sus proyectos de gobierno. Incluso, las plataformas electorales no han sido difundidas abiertamente, dado que aún estamos en la llamada precampaña.
Ciertamente las preferencias electorales se determinan por múltiples factores. Ninguno de los aspirantes a la presidencia es desconocido y cuentan con experiencia política, por lo que muchos electores saben por quién votarán, o al menos, por quién no votarán. Con todo, también es cierto que la elección se percibe muy cerrada entre Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y José Antonio Meade. Por eso resulta interesante la encuesta publicada en estas páginas, realizada por Suasor Consultores. Además de que la diferencia de las preferencias entre los contendientes no pasa de cinco puntos porcentuales, ninguno de los tres candidatos tiene más preferencias que el 28 por ciento que declaró estar indeciso. Ese resultado no debería sorprender, si lo que buscamos es que los electores cuenten con elementos objetivos para definir su voto. Ante una elección cerrada, definir por quién votar resulta complicado y, por eso, aún en las precampañas ya se está discutiendo sobre la importancia del voto útil.
Mientras tanto, los candidatos siguen una dinámica distinta. Al menos tres de los aspirantes a una candidatura independiente están llegando a la meta, pero ahora tendrán que enfrentar la revisión del Instituto Nacional Electoral (INE) y las consecuencias, si se confirma que algunos hicieron trampa con las firmas. Mientras tanto, los que están seguros de su candidatura han desplegado estrategias particulares.
Hasta ahora, José Antonio Meade ha tratado de cubrir todo el territorio nacional y ha privilegiado las reuniones con las bases de los partidos que lo apoyan, a través de los llamados Foros Puntos de Encuentro, organizados por la Fundación Colosio. Mientras tanto, Ricardo Anaya ha visitado menos estados, pero sus reuniones han incluido a militantes, muchos simpatizantes, grupos de jóvenes y universitarios. La estrategia de López Obrador es distinta, pues ha seleccionado pocas entidades para su precampaña, pero en cada una dedica varios días a múltiples reuniones y mítines, con un estilo más proselitista, similar al estilo de una campaña formal.
De hecho, durante el periodo de precampaña, ninguno de los tres aspirantes ha recorrido todo el país, las estrategias seguidas por cada uno son muy diferentes y en sus discursos no parece haber aún proyectos completamente definidos y claros, para el país que buscan gobernar. Tampoco se perciben propuestas con políticas públicas bien definidas para atender los principales problemas de México. Podría decirse que aún estamos en la precampaña y que, a partir del 30 de marzo, cuando las campañas formales inicien, se elevará el nivel del debate, conoceremos propuestas concretas de políticas específicas y tendremos claridad sobre qué ofrece cada opción. Ojalá sea así y las campañas no sean la continuación de lo que hemos visto en estas semanas. De ser así, en el camino de los próximos 149 días, las encuestas acompañarán a los candidatos y podremos responder con conocimiento de causa a la pregunta: “si la elección fuera hoy…”.
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