La visión debe centrarse en desarrollar estrategias para abatir la desigual distribución de crecimiento en las localidades del país.
Sin modificaciones para elevar la competitividad de México, el nuevo acuerdo comercial entre Canadá, Estados Unidos y México no representará cambios para las entidades mexicanas, por lo que de persistir el actual contexto económico-social, todo apunta a que seguirán los mismos ganadores y perdedores, es decir, por un lado, el norte y centro del país, y por el otro, el sur-sureste, advierten analistas.
En este sentido, es claro que el objetivo de la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador es lograr que el libre comercio no sea un instrumento que continúe beneficiando a un solo sector de la economía. “El acuerdo no debe verse como una panacea, si lo vemos por ese aspecto, los sectores que se han beneficiado desde 1994 con las preferencias arancelarias seguirán beneficiándose, e incluso sin duda aumentará su tasa de ganancia”, advierte José Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
32 TONOS DE COMPETITIVIDAD
De acuerdo con la edición más reciente (2016), del Índice de Competitividad Estatal que elabora el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), las entidades del país con el mejor entorno para los negocios son, en orden descendente, la Ciudad de México, Aguascalientes, Nuevo León, Colima y Querétaro.
En dichas entidades, en promedio, 28.4 por ciento de la población de 25 años o más cuenta con estudios universitarios o técnicos, lo que favorece para que el PIB per cápita sea de 206 mil pesos al año.
Por otro lado, Veracruz, Michoacán, Chiapas, Oaxaca y Guerrero son los estados menos competitivos del país, en donde apenas 14.2 por ciento de las personas de 25 años o más cuentan con estudios universitarios o técnicos.
Asimismo, agrega el reporte del Imco, tan solo cinco estados concentran 56 por ciento de las exportaciones (Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas); mientras que 13 entidades no suman ni siquiera el 3 por ciento del total nacional.
Similar condición arroja el destino por entidad que reporta la inversión extranjera directa (IED), pues tan solo seis entidades federativas concentran 56.5 por ciento de los recursos que han ingresado de 1999 al primer semestre de 2018: la Ciudad de México (con el 21.2 por ciento), el Estado de México (9.5), Nuevo León (9.2), Chihuahua (6.2), Jalisco (5.6), y Baja California (con el 4.8 por ciento), de acuerdo con cifras de la Secretaría de Economía (SE).
En contraparte, Michoacán (1.5 por ciento), Veracruz (3.0), Oaxaca (1.1), Guerrero (0.9), Chiapas (0.5), Tabasco (0.8) y Campeche (con 0.6 por ciento); apenas concentran en conjunto 8.4 por ciento de la IED.
EN CONDICIÓN FAVORABLE
Ante la polarización que experimentan las diferentes economías regionales del país, Pablo Siade Nahum, Director de Riesgos de la Compañía Francesa de Comercio Exterior (Coface), advierte que existen pocos elementos para vaticinar que la implementación del Acuerdo de Estados Unidos, México y Canadá (UMSCA, por sus siglas en inglés), es decir, la versión revisada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), vaya a generar cambios importantes en la radiografía económica del país.
En ese sentido, destaca las oportunidades que se podrían abrir por actualización de las reglas de origen para elevar el porcentaje de contenido de Norteamérica. Sobre este punto, dice que se podría detonar, aún más, la creación de cadenas de valor en México, como en la industria automotriz, pero en las zonas donde ya están instaladas las empresas. Es decir, descarta un movimiento de inversiones y líneas de producción hacia las regiones sur y sureste del país.
Además de lo anterior, considera que estados con alta presencia de la industria automotriz, como Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí y Aguascalientes; y de maquiladoras, como Chihuahua, Baja California, Nuevo León y Tamaulipas serán los que generen el mayor porcentaje de exportaciones y concentren el flujo de inversiones, sobre todo, enfatiza, si no se eleva la competitividad de las otras regiones del país.
LAS ZEE, EL FIEL DE LA BALANZA
El doctor en Economía Internacional por la Universidad Complutense de Madrid, España, José Ignacio Martínez Cortés, afirma que desarrollar y concluir satisfactoriamente el proyecto de las zonas económicas especiales (ZEE), puede representar la oportunidad para, finalmente, lograr que las bondades arancelarias del acuerdo comercial de Norteamérica se traduzcan en beneficios para todas las regiones del país.
“Principalmente a través de tres de las ZEE, es decir, Lázaro Cárdenas, Salinas Cruz y Coatzacoalcos, es ahí donde se puede dar ese giro, principalmente en el sector de la petroquímica, donde Coatzacoalcos puede desarrollar 13 sectores manufactureros, por lo tanto, si se desarrollan a través de la petroquímica, ya no tendríamos que importar por ejemplo plástico, y ya no importaría el tipo de cambio e incluso se estaría beneficiando el mercado a través de menores precios.”
Martínez Cortés agrega que aprovechando el proyecto de las ZEE, se lograría vincular al sureste del país con la cadena de valor de la industria automotriz, es decir, por medio de la proveeduría de plástico para la fabricación de autopartes.
“No vamos a tener ese aumento salarial en la industria automotriz como se pactó en el acuerdo a través de un decreto, sino que estaríamos creando otros polos de desarrollo de México, que sería el sursureste del país, en la zona de Coatzacoalcos particularmente, y no volcándonos al sector exportador, sino al mercado interno, por lo que la utilidad se quedaría aquí y con ello los estados del centro y norte ya no serían los únicos ganadores”, concluye.
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