El mexicano promedio es muy cercano al votante de Trump y podría haber votado por él considerando que sus inquietudes y angustias son muy parecidas.
Para un mexicano votar por Donald Trump es anatema. Su postura sobre migración, TLCAN, muro fronterizo y tuits agraviando a México lo convierten en persona non grata. Cuando pensamos en los votantes que eligieron a Trump los vemos con desdén y fragilidad. Por un lado, los consideramos ignorantes, pueblerinos, xenófobos, racistas y proteccionistas. Por el otro, los percibimos como un segmento del electorado que se siente amenazado y en peligro de extinción ante los cambios sociodemográficos en Estados Unidos y siente que pronto será superado por electores educados, urbanos, globales, defensores del comercio libre, con mayor participación de minorías raciales.
No obstante, el mexicano promedio es muy cercano al votante de Trump y podría haber votado por él considerando que sus inquietudes y angustias son muy parecidas. De acuerdo con el estudio Edelman Trust Barometer 2017 que mide la confianza en instituciones en el mundo, el 57% de los estadounidenses y 67% de los mexicanos piensa que el sistema le ha fallado. Esto quiere decir que la mayoría no cree que su país lo trate con justicia, desconfía del gobierno, las empresas y los medios de comunicación, tiene poca esperanza de que las cosas mejoren y siente un fuerte deseo de cambio.
El electorado en México y Estados Unidos también coincide en temores y preocupaciones sobre cosas muy puntuales de su vida diaria. El 76% de los estadounidenses y 88% de los mexicanos está preocupado por la corrupción; 74% en Estados Unidos y 58% en México teme al efecto de la globalización y la presencia de empresas extranjeras en su economía; 67% en Estados Unidos y 63% en México siente que los valores de la sociedad están erosionándose rápidamente; 66% en Estados Unidos y 41% en México se alarma de que la llegada de migrantes de otros países signifique perder su empleo y/o debilite la cultura de su país y el 61% en Estados Unidos y 47% en México cree que la rapidez del cambio tecnológico representa una amenaza porque genera cambios que afecten su vida negativamente.
El miedo, deseo de cambio y rechazo al sistema domina el ambiente mexicano. El votante está angustiado por su salario, la rapidez con que la innovación y la tecnología están sustituyendo los empleos más sencillos y la incapacidad del gobierno para ayudar a los trabajadores a adquirir nuevas capacidades que permita obtener nuevos empleos, mejor remunerados.
Las noticias sobre inflación, falta de crecimiento económico y pérdida de empleos si el Tratado de Libre Comercio de América del Norte fracasa, empeoran el entorno alrededor del cual se posicionan las campañas y se contrastan los mensajes de AMLO, Meade y Anaya.
La campaña de AMLO se alimenta del deseo de cambio y la sensación de que el sistema es injusto para la mayoría de los mexicanos. Es también un escudo que lo protege de declaraciones controversiales, como negociar con delincuentes, y de los ataques de adversarios. Como ningún otro candidato AMLO es identificado como el que representa el cambio y la integración al desarrollo de aquellos que se sienten excluidos.
Por su parte, el mensaje de Meade tiene dificultades para penetrar más allá de su base porque no se identifica con las preocupaciones del mexicano medio. Se presenta como el candidato de la experiencia, la mejor opción frente al salto al vacío -como lo hizo Francisco Labastida en 2000-, pero no convence su discurso contra la corrupción y la inseguridad. Ser el candidato de la experiencia tampoco atrae a votantes que recuerdan haber elegido en 2012 a un candidato que decía saber gobernar y al que hoy llenan de reclamos.
Aunque es incierto hacia donde se irán los votantes espantados por la campaña de miedo contra AMLO, Anaya espera captar muchos votos con un mensaje centrista, de cambio responsable, de castigo al PRI y alejado de Morena. Atacando las vulnerabilidades de sus dos contrincantes -irresponsabilidad económica y corrupción- y presentando propuestas inteligentes con mesura, Anaya puede crecer en las preferencias y captar el voto útil del 2018.
Trump entendió muy bien las inquietudes y angustias del electorado de Estados Unidos. Los ataques en su contra no mermaron el apoyo de los grupos que sienten que Washington ya no funciona y no responde a sus necesidades. Hay millones de mexicanos que también expresan enojo y angustia y se inclinan por un Trump mexicano que rete al status quo y reivindique a los olvidados. La elección de 2018 puede ser la versión mexicana de la rebelión que llevó a Trump a la Presidencia.
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