Singladura / Plebiscito y animal político

por | Ago 29, 2023 | De Puño y Letra, Más | 0 Comentarios

Por Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1

Más allá de quién resulte candidata o candidato, ya por el oficialismo, o por la oposición, las elecciones del 2024 se anticipan como un auténtico plebiscito sobre la gestión y los resultados del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, y la capacidad de éste como el animal político que es para prolongar su escuela, poderío y causa por seis años más.

Será sin duda para López Obrador el mayor reto de su extensa vida política, que es de dudar termine en los próximos días cuando según él mismo ha anunciado, entregará el bastón de mando a quien resulte ganador o ganadora de la batalla por la coordinación de los comités de defensa de la 4T, algo que se espera entre el tres y el seis de septiembre próximos, y ni siquiera una vez que ceda la banda tricolor a quien lo suceda al frente del Poder Ejecutivo Federal. Los animales políticos nunca se retiran, salvo que mueran o enfermen de manera grave e incapacitante.

Foto: Presidencia de la República.

Al respecto sobran las evidencias. Cito dos casos:  Joe Biden suma 80 años de vida, una decena más que López Obrador, y hasta ahora, sigue firme en disputar por segunda vez la presidencia de Estados Unidos en el 2024. De postularse y ganar un segundo mandato, podría terminarlo a los 85 años. Ahora mismo es el presidente estadounidense de mayor edad en el país vecino. El segundo caso que recuerdo es el del venezolano Rafael Caldera Rodríguez. A los 77 años de edad se propuso alcanzar por segunda vez la presidencia de Venezuela. Nada y mucho menos los años, le impidieron el triunfo para un segundo mandato presidencial que inició en 1995 en un país en turbulencia, marcado todavía entonces por los efectos del fallido Golpe de Estado de febrero de 1992 a cargo del teniente coronel Hugo Chávez, y otros militares. Así que López Obrador, cuya biografía está tatuada por la búsqueda incesante y el ejercicio total del poder, no será la excepción, aun y cuando él proclame, con la intención de que se le crea, que se irá a La Chingada, el nombre como sabemos de su finca en territorio chiapaneco. En un México dividido como pocas veces en las últimas décadas, los mexicanos iremos el dos de junio próximo a las elecciones más nutridas por el número de contendientes a cargos de elección popular, con un padrón que se acercará en número a los cien millones de votantes facultados para sufragar. Además de decidir al relevo de López Obrador en la presidencia, los electores del país votarán para elegir a 128 senadores y 500 diputados federales, en tanto que se renovarán nueve gubernaturas, así como 30 congresos locales, más las personas titulares de las 16 alcaldías de la Ciudad de México. Se estima que estarán en juego unos 20 mil cargos federales y locales, lo que da una idea de las dimensiones que tendrán los próximos comicios mexicanos. Es un hecho además que en los prácticamente cinco años que acumula en el ejercicio del poder, la cuarta transformación arroja como principal logro el cisma nacional, una estrategia hasta ahora muy redituable a juzgar por la expansión guinda en el país. Esto como consecuencia en buena parte de que casi desde el primer día de gestión, López Obrador inició su trabajo de dividir a los mexicanos como no se había visto en décadas. Sus empeños, permanentes, tozudos, ya arrojan resultados contundentes, y no sé si definitivos, esto último se verá en junio del 2024 cuando se decidirá o no otros seis años guindas. Foto: INE. Hoy día, los mexicanos estamos confrontados en prácticamente todos y cada uno de los temas que abordemos o pongamos sobre la mesa de la discusión y análisis nacional. Refiera usted afable lector (a) cualquier tópico de la agenda nacional y seguramente comprobará la pugnacidad y el choque de puntos de vista sobre el tema que usted quiera. Hacer una lista de éstos sería prolijo y aún inútil porque ninguno escapa a la confrontación en la que nos hundimos. En ese escenario, ignoro quiénes ganan o si todos perdemos, en particular de cara a la inmensa mayoría de mexicanos que forman parte de lo que llamamos los sectores más vulnerables, en pobreza o desfavorecidos, según cada quien prefiera. Millones, tampoco sé con exactitud el número, se decantan en favor de la 4T y de manera muy particular, en respaldo del presidente López Obrador, quien medra políticamente hablando del cisma nacional que no deja de alimentar casi cada día por los frutos que cosecha a su favor y de su causa. Esta política segregacionista cotidiana tiene entre sus frutos que un segmento demográfico, el más popular y amplio, habite casi en el terreno de la idolatría por el político de Macuspana. Constituyen el baluarte del poder político presidencial, sin medias tintas y con una lealtad ciega, a prueba de todo y de todos los demás. Están definidos. Los subyuga el privilegio de tener un mandatario como AMLO, el primer jefe del Ejecutivo que les entrega a varios millones de mexicanos de la tercera edad cada dos meses cuatro mil 800 pesos, algo nunca antes visto en México. Una prueba irrefutable, además, desde esta óptica, de que este presidente si ayuda y no se roba el dinero como ocurría antes, algo que sigue siendo discutible. Así que para estos mexicanos no hay ni ha habido mejor presidente que AMLO, aun contra cualquier evidencia, circunstancia, carencia o dolencia. Es el credo contra la razón y aun la evidencia fehaciente y palmaria. Del otro lado, hay otros tantos millones de mexicanos que rechazan por sistema a la 4T, tanto como a su progenitor. Confirman que la advertencia de que AMLO constituiría un peligro para México, resultó corta a la luz de lo que se ve hoy en el país. Hay un repudio genuino. Lo consideran el peor presidente del México contemporáneo, y uno incluso que amenaza la estabilidad nacional. El hilo que sin embargo une a estos dos segmentos poblacionales es la ausencia de matices y no hablemos ya de algún equilibrio o justeza en sus criterios. Un sector, el que endiosa a AMLO, asume su veredicto como uno absoluto. El otro, igual. Son sectores en choque permanente. No hay medias tintas. Esto también se refleja en buena parte de los comentócratas y en los medios periodísticos, ni se diga. Las redes sociales, benditas o no, también expresan este estado de ánimo y opinión nacional. De allí que las próximas elecciones presidenciales, al margen de sus candidatos o quienes compitan en ellas, algo que ya sabremos en cosa de días, reflejarán este cisma como quizá nunca antes. Será un auténtico plebiscito sobre la gestión de López Obrador, esté o no él en la boleta. Claro, siempre y cuando los mandamases de los partidos políticos y el presidente en primerísimo lugar, no dispongan otra cosa. Después de todo, no hay animal político que claudique, y menos si de por medio están su seguridad personal, familiar, patrimonial y política. Así que al igual que los marinos al momento de zarpar hacemos eco del deseo para que haya buen viento y buena mar en la travesía que recién comienza.

@RoCienfuegos1

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Lucero Almanza

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