Por Romy Rojas.
La ciudad está considerada como el hábitat humano por excelencia y es, en sí misma, un sistema de sistemas con una complejidad considerable que se caracteriza por su mutabilidad y cambio constante.
Cuando en la ciudad-sistema ocurre un cambio, todas las partes o elementos que la constituyen se ven afectadas en mayor o menor medida, y pueden generar patrones de comportamiento medianamente previsibles. La ciudad-sistema se adapta, se ajusta y se modifica según las circunstancias del entorno, llevándose a cabo funciones para auto-regularse y para cumplir propósitos de mantenimiento e impedimento de fallos. Sin embargo, las crisis en las ciudades son inevitables ya que no son sistemas perfectamente controlables ni predecibles sino muchas veces espontáneos y vulnerables.
Foto: Forbes México.
La resiliencia es un concepto que, al igual que en áreas como la psicología o la ecología, alude a la habilidad de un sistema para sobreponerse al shock o caos y continuar adaptándose, funcionando de manera flexible, cambiante y mejorando de frente a los nuevos contextos que el mismo cambio plantea.
La resiliencia urbana, en este contexto, es la capacidad o habilidad de cualquier sistema urbano de mantener la continuidad y funcionalidad cuando suceden los periodos de estrés y crisis, en la que se desarrollan modos de adaptación positivos dirigidos hacia la sustentabilidad.c
Por ello, la resiliencia urbana puede ser pensada de frente a catástrofes naturales (terremotos, inundaciones, etc.), movilidad humana (migraciones inminentes por guerras o desastres humanitarios), ciber-ataques y otro tipo de sucesos como la pandemia por COVID-19 que requieren gran capacidad del sistema para sobreponerse al estrés de la transformación. La rápida urbanización que viven los habitantes de las ciudades y la inestabilidad política, entre otros factores, también lleva a las ciudades a necesitar complejizar sus herramientas para adaptarse y mirar hacia la sostenibilidad.
La complejidad urbana de la que hablamos no sólo debe ser considerada para efectos de la vida cotidiana, sino que es importante pensar la ciudad y su potencial generativo desde un punto de vista multidisciplinario, que apueste por especular futuros con visiones sustentables y con miras a construir resiliencia basada en elementos clave como el conocimiento, la consciencia y la acción. Estos elementos son considerados hoy en día, por parte de actores sociales e investigadores, como piezas clave para la construcción de ciudades resilientes. Sin embargo, no sólo las disciplinas urbanas como el urbanismo, el diseño y la arquitectura son los únicos responsables y capaces de gestionar el ámbito urbano, sino que diversos actores públicos, políticos y civiles son igualmente parte y responsables de lo ocurrido en la ciudad y por consiguiente deben de involucrarse activamente en la puesta en marcha de acciones resilientes.
En la actualidad, frente a los retos urbanos tan complejos que muchas ciudades del mundo afrontan, se han creado organizaciones y espacios para la reflexión acerca de cómo construir resiliencia urbana. Un ejemplo importante es el Programa de las Naciones Unidas sobre Ciudades Resilientes el cual se basa en:
“Proporcionar a los gobiernos nacionales y locales herramientas para medir y aumentar la resiliencia ante los impactos de múltiples peligros, incluidos los asociados con el cambio climático. Trabajando a través de asociaciones, incluyendo agencias internacionales como UNISDR, institutos académicos y de investigación, actores del sector privado y ONGs, el City Resilience Profiling Programme desarrollará un enfoque de gestión y planificación urbana integral para perfilar y monitorear la capacidad de recuperación de cualquier ciudad ante todos los riesgos plausibles” (UN-HABITAT sitio web: www.unhabitat.org)
Las ciudades del mundo en las que se está poniendo en marcha este programa para verificar su funcionalidad y corregir/mejorar las acciones son: Balangoda (Sri Lanka), Barcelona (España), Beirut (Líbano), Dagupan (Filipinas), Dar es Salaam (Tanzania), Lokoja (Nigeria), Portmore (Jamaica), Concepción/Talcahuano (Chile), Terán (Irán) y Wellington (Nueva Zelanda). Estas ciudades fueron seleccionadas con base a las propuestas enviadas a las oficinas ONU-HÁBITAT y a parámetros referentes al balance de distribución geográfico y económico, al tamaño de población, a los perfiles de desastres y riesgo de cada zona y al compromiso de la agenda de resiliencia. Es un trabajo en curso y aún queda mucho por hacer, pero es fundamental que todos tomemos conciencia y acción al respecto.
Lectura recomendada:
- https://unhabitat.org/urban-initiatives/initiatives-programmes/city-resilience-profiling-programme/
- http://urbanresiliencehub.org/
*M. en Arq. Romy Rojas Garrido es Directora General de Urban Linked Culture “ULC” y Presidenta del Consejo Consultivo Asesor de la Red de Secretarios de Desarrollo Urbano de México “CONARED”.
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