Guachochi, Chih.- En la capital de la Sierra Tarahumara la situación es delicada. No llueve desde hace casi dos años y 35 mil indígenas rarámuris son el grupo más vulnerable, debido a que su economía está sustentada en la agricultura de autoconsumo.
¿Qué es lo que han hecho para subsistir? Andrés Ballesa Carreón, presidente municipal de Guachochi, lo explica de este modo: “A la gente del norte se le conoce como los vencedores del desierto, por su capacidad de resistir al frío y el calor extremos”.
Por generaciones, los rarámuris —que constituyen 70 por ciento de la población municipal— se han acostumbrado a secar vegetales y porciones de carne animal, que les permiten alimentarse en los tiempos de escasez. Según el alcalde, llegan a acumular una reserva alimentaria como para “aguantar meses”. El problema es que la sequía se ha prolongado más de lo normal y si no llueve en mayo o junio, el escenario podría ser peor.
La situación es difícil, reconoce el alcalde y explica que los ríos y arroyos que alimentan las 1,100 comunidades del municipio están secos, con excepción de la cabecera municipal. De ahí que no hay agua para el consumo humano, ni para regar el rastrojo de los animales ni para sembrar.
Sin embargo, las autoridades federales consideraron que las condiciones climáticas en este lugar no eran tan graves, por lo que Guachochi no fue incluido en la lista de 37 municipios de Chihuahua declarados en desastre por la sequía a principios de este año.
Pese a esta situación, el ayuntamiento ha buscado otras alternativas. Con apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social federal, se han puesto en operación tinacos móviles de 5 mil y 10 mil litros —a la fecha de la entrevista existían tres de un total de 40 que se tienen proyectados— para llevar el servicio a las comunidades que más lo necesitan. También se han habilitado depósitos, con capacidad de 250 mil litros, y se trabaja en la identificación de fuentes de agua para instalar redes de distribución.
El gran desafío es llevar el suministro a comunidades dispersas, con diferentes densidades de población, ya que la cabecera municipal cuenta con 15 mil habitantes, luego sigue Samachique con 1,200 habitantes y, a partir de ahí, el resto de las localidades tienen de 10 a 100 personas.
NO HAY HAMBRUNA
Ballesa Carreón, quien llegó a este ayuntamiento hace más de 20 años para ejercer la medicina, también destaca, entre las medidas de emergencia, la ayuda en especie —como despensas, cobijas y medicamentos—. De la Federación han llegado 500 toneladas de despensas, que se reparten en Guachochi y otros municipios. El gobierno estatal ha repartido maíz quebrado para el ganado y, a través de la Coordinación Estatal Tarahumara, también se han entregado despensas.
Asimismo, ciudadanos del estado de Chihuahua y de otras entidades, como el Distrito Federal y Nuevo León, han enviado artículos de primera necesidad que, hasta el cierre de esta edición, sumaban más de 250 toneladas.
Por lo anterior, el acalde considera que no se puede hablar de una crisis de hambruna, al grado de que las familias rarámuris pasen más de un día sin comer o que se vean forzadas a migrar a las ciudades grandes o incluso a otros estados. “No podría avalar las declaraciones de muchos vecinos entrevistados. No dudo que haya gente en esas circunstancias, pero considero muy difícil que la inmensa mayoría esté en una situación así.”
Explica que el pueblo Rarámuri tiene un modo de vida muy diferente a la población urbana. Las familias indígenas comen un par de veces al día, no consumen más de lo necesario y, al salir de casa, sólo llevan los víveres que caben en su morral.
Aunque es originario de la Ciudad de México, el alcalde de filiación panista asegura conocer muy bien la región, por lo que aclara que la ayuda y la comida almacenada alcanzan para paliar la situación hasta los meses de mayo o junio. Pero si no llueve lo suficiente, entonces se agudizará la sequía y se complicarán el segundo semestre del año y el primer trimestre de 2013.
De ahí la importancia de que los tres órdenes de gobierno colaboren en hallar nuevas fuentes de agua. Si se cumplieran los pronósticos más desafortunados, Andrés Ballesa prevé trasladar a los indígenas de zonas apartadas a las localidades con más servicios.
POLICÍAS CON MIEDO
Guachochi no sólo ha tenido que batallar contra la sed —que afecta a la población y aleja al turismo— sino que también ha luchado por contar con una policía eficiente. Aquí los hechos de violencia no se comparan con Ciudad Juárez o la capital del estado, pero la vida del municipio sí se ha sacudido por acontecimientos lamentables.
En julio del año pasado, por ejemplo, dos elementos policiacos locales fallecieron tras ser atacados por desconocidos —quienes todavía no han sido identificados ni capturados—cuando acudían a un llamado en la cabecera municipal.
El presidente municipal, informa que se han invertido casi 2 millones de pesos (mdp) en equipamiento policiaco —uniformes y armamento— y en tres vehículos. También se han contratado seguros de vida y se ha inscrito a los efectivos en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Debido a que las actividades productivas de la localidad son la agricultura y la ganadería para el autoconsumo, así como el turismo y la cría de truchas, la captación de ingresos propios del municipio —vía impuestos, derechos y aprovechamientos— es muy baja, ya que apenas representa 1 por ciento del presupuesto. El resto se integra por las participaciones federales. Para 2012, se ejercerán 144 millones 251 mil pesos.
Pero en medio de la adversidad, se enciende una luz de esperanza, ya que se autorizó para Guachochi un monto de 98 mdp del Fondo de Infraestructura Social Municipal, recursos que se derivan del Ramo 33.
De éste, como de otros logros, el alcalde Ballesa Carreón dice sentirse, no satisfecho, pero sí “verdaderamente contento”. No es la primera vez que ejerce como servidor público, ya que durante 18 años fue director del Hospital 26 del IMSS, ubicado en el municipio, pero sí la primera oportunidad que tiene de estar al frente de una comunidad.
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