Salvador Vega, Presidente de la Comisión de Energía del Senado, llama al próximo Presidente de la República a dar continuidad a la Reforma Energética y a respetar los contratos firmados hasta ahora; de lo contrario, habría disputas internacionales, pérdida de credibilidad y crisis económica
Ciudad de México.- Para el Senador Salvador Vega Casillas, la siguiente administración no sólo debe respetar la Reforma Energética, sino profundizar en su ejecución, pues es la herramienta que dará al país el crecimiento necesario en las próximas décadas, viabilidad a la lucha contra la pobreza y auténtica soberanía a México, al propiciar autosuficiencia en la producción de combustibles y generación de electricidad.
Hasta ahora, todo ha ido conforme a los criterios trazados en la Reforma; sólo hay dos cosas que el legislador desaprueba: la reacción tardía de Pemex para dar inicio a los farmouts –asociaciones con privados para proyectos específicos– y el “gasolinazo”. Lo primero ha retrasado beneficios tangibles e inmediatos para la hoy empresa productiva del Estado; y el segundo enturbió la Reforma sin necesidad; fue una decisión equivocada de gobierno, a la que se le dio un uso político, pero que no fue obligada por el marco institucional que se diseñó en torno a los energéticos, y con el cual la historia moderna de México cambió.
Volveremos a estos dos puntos que ameritan mayor explicación, pero antes, la conversación con Salvador Vega obliga a contextualizar tanto su participación destacada en el proceso, como las circunstancias históricas en torno a la Reforma, la cual se aprobó en diciembre de 2013, precedida por más de 70 años en los que el petróleo y Pemex habían sido el intocable emblema nacionalista, donde sólo el Gobierno Federal podía meter y sacar recursos, según lo dictaran su criterio y necesidades.
Las evidencias indican que de la entidad paraestatal salía más dinero del que entraba, y ese desequilibrio, sumado a su operación como empresa monopólica, terminó por menguar gradualmente sus capacidades competitivas, hasta quitarle la posibilidad de invertir lo suficiente para acceder a nuevos yacimientos, dejarla en la obsolescencia técnica y tecnológica y confinarla a lidiar con la opacidad en su administración y con los elevados pasivos laborales que la llevaban a un callejón sin salida.
Pero ¿bajo qué criterios debía impulsarse tal magnitud de transformación? Ese fue el trabajo clave que correspondió hacer a un grupo, no muy grande, de legisladores, funcionarios y especialistas, y que sentó las bases de lo que ahora se construye como la nueva industria petrolera mexicana. Ésta prevé la permanencia de Pemex —tan grande o pequeña como sus esfuerzos de competitividad lo determinen—; y permite el ingreso de nuevos jugadores privados que correrán los grandes riesgos de inversión del negocio. Asimismo, puede generar tal derrama regional que es capaz de reactivar un crecimiento sostenido de la economía nacional, y lograr consumarse como el motor para que México sea la potencia mundial que puede ser.
De ese grupo medular que creó el diseño institucional y las leyes para hacer posible la Reforma Energética, forma parte Salvador Vega, quien llegó al Senado de la República después de haber sido Subsecretario (de diciembre de 2006 a septiembre de 2007) y luego Secretario de la Función Pública, de septiembre de 2007 a diciembre de 2011. Platicamos con Salvador Vega en su oficina del Senado, la misma donde se realizaron innumerables consultas, discusiones y negociaciones en torno a la concepción de la Reforma Energética. En la Cámara Alta todas las sesiones de trabajo estuvieron a cargo de la Comisión de Energía, él era el Secretario y David Penchyna —hoy Director General del Infonavit—, el Presidente.
En marzo de 2016, David Penchyna pidió licencia como Senador, y aunque por la distribución y peso de los votos obtenidos por cada partido político, la presidencia de la Comisión de Energía del Senado correspondía al PRI, la fracción parlamentaria tricolor cedió esa posición al panista Salvador Vega, en una acción inusual que reconocía al legislador como el más capacitado para continuar con la labor legislativa que aún faltaba en torno a la Reforma.
El periodo de creación —Reforma Constitucional y leyes— se prolongó por alrededor de tres años, durante los cuales este grupo consultó a gobiernos de otros países, expertos, consejeros, representantes de la industria, asesores y órganos reguladores de diversas partes del mundo, entre otros muchos especialistas del sector.
Uno de los modelos que Salvador Vega menciona entre los más inspiradores es el noruego, “por la forma como trataron a la empresa del Estado, que hoy es una de las más grandes y competitivas del mundo, y por el destino que dieron al dinero del petróleo. En esa experiencia nos basamos para crear el Fondo Mexicano del Petróleo, ideado para impulsar la creación de conocimiento. El futuro del país no está en los recursos naturales, sino en el conocimiento que sea capaz de generar.
“Analizamos aciertos y errores de muchos otros modelos a nivel internacional y tomamos lo mejor. Estudiamos de manera especial a los reguladores canadienses, pues nuestro interés era garantizar una competencia sana, transparente y de certeza para las nuevas inversiones, así como asegurar que las mayores ventajas del negocio fueran para el país.
“Así nos aseguramos que entre 70 y 85 por ciento de los ingresos relacionados con la actividad energética se quedara en el país, a través de regalías, participaciones, derechos e impuestos que deben pagar los inversionistas privados, nacionales y extranjeros. En otras palabras, es un gran negocio por el cual los mexicanos no corremos riesgo en la inversión, como ocurrió en Chicontepec, donde Pemex invirtió alrededor de 11 mil millones de dólares (mdd) —que equivalen al presupuesto de dos años de todos los programas sociales de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol)— y los resultados no han sido los esperados.”
Para explicar el entorno previo a la Reforma, Salvador Vega alude a los mitos que se alimentaban sobre Pemex, uno de ellos era que la empresa seguía siendo una gran productora mundial, “cosa que ya no era cierto, su producción caía, la eficiencia en refinación era baja y tenía la gran limitante de una tecnología obsoleta”.
Así nos cuenta Salvador Vega el intríngulis de la Reforma, los plazos previsibles, lo que se ha hecho y lo que falta por hacer.
¿En cuánto tiempo verá la población los beneficios de la Reforma?
SVC: Son varias etapas. Primero había que hacer las licitaciones, encontrar el petróleo y luego extraerlo. Hoy se están sacando apenas los primeros barriles de prueba de los campos licitados. Paralelamente, había que crear infraestructura que no existía y que aún está en desarrollo.
Ese factor logístico, tan importante como la exploración y producción, es en el que hay que trabajar mucho todavía. Por ejemplo, no hay ductos suficientes, y los que hay son botín de huachicoleros.
Faltan también terminales de almacenamiento; hay lugares donde se puede guardar combustible sólo para 36 horas. El riesgo en el país es muy alto por ese motivo.
Para la exploración en aguas profundas e interacción con otros países faltan puertos. Quien está reaccionando muy bien es el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca. Ha sido promotor de las licitaciones en Tamaulipas y actualmente impulsa la construcción del puerto de Matamoros, que se prevé entrará en operación en 2020 y ofrecerá suministros en apoyo a la exploración y producción del Cinturón Plegado Perdido, ubicado al Sur de la frontera marítima con Estados Unidos.
¿Falta mucho?, sí. Y eso quiere decir que al ser insuficientes los ductos, los puertos y el almacenamiento, los combustibles que se transportan largas distancias en trenes o pipas, se encarecen irremediablemente y la población no ve de manera inmediata y sostenida el reflejo de un menor precio en los combustibles.
Sólo como ejemplo, los componentes principales del precio de la gasolina, son: la cotización internacional del petróleo; la paridad peso-dólar, porque casi 70 por ciento de la gasolina es importada, y la logística, que determina cuánto cuesta llevar el combustible hasta el punto de venta final a través de gasoductos, pipas, almacenamiento y puertos, donde es preciso que avance para que la Reforma sea exitosa.
Para toda esta parte logística se requiere al menos una década, pues tan solo hacer un ducto que atraviese el país puede llevar cinco o seis años.
A pesar de ello, con la Reforma Energética ya se empezaron a generar empleos bien remunerados y es la que más ha hecho por el medioambiente, al propiciar mayor consumo de energías limpias, con lo que las emisiones de carbono en México disminuyeron 4 por ciento, durante 2017, mientras que a nivel mundial aumentaron 1.4 por ciento.
Las acciones en torno a este logro van desde las facilidades para importar gas natural hasta la realización de subastas para la generación de electricidad eólica y solar, con las que se lograron los mejores precios del mundo, que a su vez han incentivado de manera importante el consumo de energías limpias, tanto, que se prevé lograr en 2021 la meta que tiene México para 2024 de usar energía limpia equivalente a 35 por ciento del total que se consume en el país.
REACCIÓN TARDÍA EN FARMOUTS
¿Por qué después del éxito con que se aprobó, hoy la Reforma Energética es un lastre político?
SVC: Hay muchos factores, pero uno determinante es el precio internacional del petróleo. Cuando se diseñó la Reforma, rondaba los 100 dólares por barril, tres o cuatro meses después había caído a cerca de 20 dólares, lo cual impactó muy fuerte los ingresos de Pemex, pero la Reforma Energética le dio herramientas para que pudiera salir de ese tipo de crisis, una de ellas es el farmout.
Me explico: con la Ronda 0 aseguramos que Pemex se quedara con los mejores campos, sin tener que competir por ellos, porque lo que vale de una empresa petrolera son sus reservas. Al mismo tiempo, le dimos la posibilidad de que se apoyara en esquemas llamados farmouts, que son asociaciones con empresas privadas para sacar adelante proyectos específicos en los que hace falta presupuesto o tecnología. El beneficio económico es para ambas partes y los técnicos y científicos de Pemex adquieren conocimiento y experiencia en áreas que antes no tenían.
Lamentablemente, Pemex tardó mucho en reaccionar ante esta posibilidad de asociarse. Al fin en 2017 sacó un farmaout, Trión, que es muy ventajoso para Pemex y que ya está en marcha. Debió empezar hace tiempo con estos esquemas para obtener resultados a más corto plazo. Cuando el precio del petróleo subió a 40-50 dólares empezaron a ser atractivas las asociaciones.
Este tipo de herramientas son las que le dejamos a Pemex, y no las usó con prontitud, tal vez porque siguió pensando como si aún fuera la empresa monopólica que nunca iba a tener competencia. Se espera que en adelante estos esquemas se multipliquen.
EL GRAVE ERROR DEL “GASOLINAZO”
¿El aumento al precio de la gasolina ha sido el verdugo de la Reforma Energética?
SVC: Hay una percepción generalizada de que la Reforma causó el aumento en el precio de la gasolina, y el Gobierno Federal contribuyó a ello al cometer un enorme error político y de implementación. Primero, según la nueva ley, el gobierno podía liberar los precios de la gasolina, en un plazo que vence en noviembre de 2018.
Segundo, cuando los precios del petróleo se desplomaron de casi 100 dólares por barril a alrededor de 20 dólares, el valor de la gasolina en el mercado bajó casi 50 por ciento y en lugar de trasladar esa disminución al consumidor y bajarle, al menos un 15 o 20 por ciento, para que, además de hacer un acto de justicia, el ciudadano viera que los precios de la gasolina sí pueden bajar por la Reforma, el gobierno no lo hizo, porque de ahí tomó el dinero que empezó a perder Pemex por un menor precio internacional del petróleo.
Esa decisión fue el peor golpe político contra la Reforma; porque después, cuando el precio del petróleo aumentó y la gasolina se revaloró, el gobierno decidió liberar los precios, con las consecuencias que ya conocemos. Entonces lo que pasó fue que cuando pudo haberlos bajado, el gobierno se quedó con la ganancia y cuando empezó a costarle nuevamente más, decidió trasladar el costo a los ciudadanos, eso no fue justo para la población. Lo que subyace en la Reforma es: pagar la gasolina al precio que vale, ya sea más alto, pero también más bajo.
Entonces ¿Qué garantía hay de que las decisiones políticas no seguirán imponiéndose a las reglas, y de que se respete la Reforma?
SVC: Esa decisión política se pudo tomar porque estaba planteada en el periodo de transición. El gobierno tenía de plazo hasta noviembre de 2018 para liberar los precios de la gasolina y escogió el peor momento, ese fue el error.
La Reforma está pensada para dar certeza a todo mundo, a las inversiones, al país y lo más posible en recaudación; por supuesto el entorno mundial de precios del petróleo que suben y bajan no se puede controlar, pero también están puestas las herramientas para sobrellevar esas rachas.
La tranquilidad es que lo que ya fue contratado hasta ahora se va a respetar, el problema es si la administración siguiente decide ya no licitar más campos y que todo regrese a Pemex. El Ejecutivo sigue jugando un rol importante en el petróleo, porque en México el subsuelo pertenece a la nación y por lo tanto el gobierno tiene control sobre él. Entidades como Pemex, CFE y Secretaría de Energía responderán a la política del mandatario en turno.
Si la Reforma fuera detenida, difícilmente se echaría para atrás lo que ya se ha hecho, a menos que México decidiera asumir el alto costo de entrar a un escenario de disputas internacionales, pérdida de credibilidad del país, caída en la calificación de riesgo, devaluación drástica del peso y crisis económica.
ACEPTAR EL FRACKING
A decir del Senador Vega Casillas, una de las leyes que más se demoró fue la de Transición Energética, cuyo espíritu es explotar los combustibles fósiles que México posee, pero avanzar con firmeza hacia las energías limpias, renovables hasta donde sea posible, porque los primeros no son para siempre.
Refiere que no se puede cubrir 100 por ciento de la demanda con energías renovables, pues son intermitentes, “al menos las que se conocen hasta hoy; por lo que se requiere un respaldo con energías fósiles, dentro de las cuales el gas natural es un combustible limpio, que disminuye la contaminación y que México posee en grandes cantidades”.
¿Es factible la explotación intensiva de gas natural, cuando el fracking es rechazado por su impacto al medioambiente?
SVC: Consideremos algunos puntos: México es el sexto país con mayores reservas de gas en el mundo; tenemos más gas que petróleo; el costo de extraer gas natural a través del fracking es menor a tres dólares por unidad en Estados Unidos, mientras aquí, es más barato quemarlo que extraerlo, pues el costo fluctúa entre 12 y 18 dólares, debido a que no usamos la tecnología apropiada y a que está en pozos marinos y para transportarlo a tierra se requiere una logística muy costosa. El resultado es que el país está importando casi 70 por ciento del gas que consumimos, a pesar de que somos una potencia en el combustible.
La tecnología más viable para extraer el gas natural es el fracking —que consiste en inyectar agua en los pozos para fisurar la roca y que ésta libere el gas y el petróleo que contiene, para poder extraerlo—, pero se ha satanizado porque en sus inicios tenía fallas que provocaban un impacto negativo.
Hoy la tecnología se ha perfeccionado y en la Reforma Energética se establecieron reglas incluso más estrictas que en Estados Unidos. Por ejemplo, para cubrir los ductos que se usan para extraerlo, se impuso un triple encamisado que evita fugas, a diferencia de EE.UU., donde el encamisado es doble.
Actualmente, el fracking en tierra es más seguro que sacar el petróleo en el mar, porque son pozos pequeños, prácticamente ninguno reporta fugas, la tecnología está muy avanzada e incluso ya se puede capturar el metano que emiten los pozos; se requiere agua dulce, pero cada día se usa menos y se puede usar también salada, además de que ya recuperan la mayor parte de la que se inyecta. Por todo ello, el impacto contaminante que hoy tiene extraer gas natural con fracking es muy bajo comparado con el que se tenía hace 15 años, y también es muy bajo comparado con el beneficio de usarlo en vez de combustibles fósiles, altamente contaminantes.
En cuanto empiece a usarse el fracking y todo mundo compruebe que no pasa nada, se acabarán las resistencias en su contra.
¿Cuál es el futuro de las energías renovables en México?
SVC: Uno muy prometedor. Con las subastas en energías eólica y solar se ha propiciado el precio más bajo del mundo, lo que quiere decir que están en el mercado, en condiciones de alta competitividad y sin necesidad de grandes subsidios, lo cual vuelve a esta industria muy atractiva para la inversión; la razón es simple: si son caras el consumidor no las pagará.
Ahora bien, la realidad es que estamos a punto de que el mundo más desarrollado vire hacia la electricidad y se dejen de usar combustibles fósiles.
Y eso lleva a preguntar otra cosa: ¿en verdad queremos dejar el petróleo en el subsuelo por no usar fracking? Porque ya no va a valer. Hoy estamos en un punto en el que se impone dejar de usar combustibles fósiles a nivel mundial, tanto por protección al medioambiente como por economía familiar, y cuando eso pase, los que estarán en la cima de la demanda son las energías renovables y el gas natural como combustible ideal para generarla.
LO QUE FALTA
En un balance de lo avanzado y lo que aún está pendiente, Salvador Vega insiste en que el marco normativo está prácticamente completo y que los órganos reguladores (Comisión Reguladora de Energía y Comisión Nacional de Hidrocarburos) han reaccionado muy bien, “su curva de aprendizaje fue corta”.
¿Qué falta entonces para asegurar el éxito total de la Reforma?
SVC: Que se mantenga el ritmo de construcción de infraestructura. Es lo único que garantizará que los beneficios de la Reforma lleguen a la población, y eso tiene que estar a cargo de los privados, quienes pueden hacerlo en forma más eficiente.
Si todo marcha conforme a lo planeado, los ductos que se construyan se tendrán que revertir después, para usarse en exportación de gas natural, no sólo en la importación que hoy se hace.
No hay más soberanía que en el país se produzca el gas y la energía que se necesita. La mayor parte del gas y en general de los combustibles vienen de Estados Unidos. Con las reacciones que tiene el actual Presidente de ese país, si un día decide cerrar la llave del suministro, tan solo de gas y gasolina al país, se colapsaría la industria nacional. ¿Parece una locura? Pues Putin lo ha hecho en Europa, así que también aquí es un escenario posible. Lo que necesitamos entonces es esto que prevé la Reforma, no importa de dónde venga la compañía, lo que importa es que el gas sea mexicano, que sea explotado, usado y exportado por nosotros.
Con este planteamiento puntual concluyó la conversación con Salvador Vega Casillas, no sin antes reiterar que el futuro del país depende en gran medida del tratamiento que se dé a la Reforma Energética en los siguientes años. De ella depende la soberanía, el crecimiento económico y una sociedad más igualitaria.
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