En México existen 73 mil 93 localidades aisladas. En ellas habitan 6 millones 732 mil 140 personas alejadas de carreteras, y no se diga de ciudades, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y del Consejo Nacional de Población (Conapo).
Los 92 habitantes en promedio que posee cada una de estas localidades no cuentan con servicios como agua potable, electricidad, drenaje, instituciones de salud o centros educativos porque resulta incosteable para las autoridades dotarlos de ello.
Lo anterior es un ejemplo claro del fenómeno de “dispersión de la población”, sin embargo, las instituciones encargadas de medir e interpretar la distribución de la población en el territorio nacional aún no cuentan con una definición oficial de dispersión poblacional.
“En este momento no contamos con ese trabajo. Se tendría que ir a cada localidad, calcular a qué distancia se encuentran de una ciudad de más de 100 mil habitantes o centros de población, de entre 2,500 y 15 mil habitantes. Y también tendríamos que ver a qué distancia se encuentran de una vía de comunicación”, explica Juan Enrique García López, director de Análisis Demográfico del INEGI.
Los resultados del censo que elaboró este instituto en 2010, arrojaron que en México hay 192 mil 245 localidades. Del total de localidades que hay en el país, 188 mil 594 poseen menos de 2,500 habitantes cada una. En ellas habitan 26 millones de personas, es decir, casi una cuarta parte de la población nacional.
En este sentido, García López considera que es en estas localidades donde es posible detectar la dispersión poblacional, ya que dijo se encuentran en diferentes zonas del país, su población no está concentrada y es difícil dotarlas de servicios.
LOCALIDADES UBICADAS
Sin embargo, el Conapo elaboró un ejercicio de investigación para determinar la ondición de ubicación de las localidades, es decir, calcular cuántas se encuentran cercanas a una ciudad, un centro de población con más habitantes o una carretera y cuántas están aisladas.
Raúl Romo Viramontes, director de Poblamiento y Desarrollo Regional Sustentable de este organismo, explica que un sistema de información geográfica se encargó de medir el número de localidades y su ubicación: si están a 5 kilómetros de una ciudad, a 2.5 kilómetros de un centro de población de entre 2,500 y 15 mil habitantes o si está a 3 kilómetros de una carretera. Las localidades que no cumplen con alguno de estos puntos son catalogadas como aisladas.
“Lo que se obtuvo fue que 6 millones 732 mil 140 personas viven en localidades catalogadas como aisladas. Se trata de 73 mil localidades de las más de 188 mil menores a 2 mil 500 habitantes. Son muchas más las localidades que caen en esa categoría respecto a las otras, esto quiere decir que realmente son muy pequeñitas”, precisa el funcionario.
Por su parte, el INEGI realizó un mecanismo para ubicar a los municipios con la mayor dispersión de población. A partir de elementos no geográficos se estableció una relación entre el número de localidades de menos de 2,500 habitantes con las de 2,500 o más; la relación de población entre cada una y la superficie del municipio en kilómetros cuadrados.
Los cálculos del Instituto arrojaron que Mazapil, Zacatecas; Coyame del Sotol, Chihuahua; Mezquital, Durango; Tamazula, Durango; Balleza, Chihuahua; Manuel Benavides, Chihuahua; Hidalgo, Durango; Santo Domingo, San Luis Potosí; La Yesca, Nayarit, y Temósachi, Chihuahua, son los municipios que, se consideran, tienen mayor dispersión de población.
APEGO LUGAREÑO
De acuerdo con los especialistas, las causas de la dispersión obedecen a múltiples factores, entre ellos el apego de las personas a sus lugares de origen.
“A pesar de que la gente cada vez es más desprendida de su terruño y se va a otro lugar, aún hay muchos que no contemplan ver a la migración como una escapatoria o salida de las condiciones precarias en las que se encuentran y siguen viviendo ahí. La dispersión de la población depende de muchos factores y éste es uno”, comenta Romo, quien asegura que las soluciones tienen que generarse desde lo local.
Ante ello, la Secretaría General del Conapo desarrolló un modelo de atención a la población rural y dispersa denominado Centros Proveedores de Servicios, cuyo propósito es identificar localidades rurales, que por su situación geográfica estratégica pueden, con pequeños aumentos en su acervo de servicios básicos, atender las necesidades de la población que vive en localidades dispersas y aisladas dentro de su área de influencia.
En Chiapas, durante el periodo del ex gobernador Juan Sabines, se creó el proyecto Ciudades Rurales Sustentables, que a decir del Instituto de Población y Ciudades Rurales de la entidad, tiene por meta “crear un subsistema de Ciudades y Villas Rurales Sustentables que permitan concentrar localidades dispersas y facilitar la dotación de servicios básicos”.
Sin embargo, estos esfuerzos no han prosperado, entre otras cosas por los altos costos que representa dotar de servicios a la población dispersa y porque no es posible obligar a las personas a que dejen el lugar donde viven para asentarse en otro.
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