Por Bertha Herrerías
¡Qué diferente serían los lunes, los viernes, cada día de la semana y el año entero si cada jornada tuviera valor y se viviera con entusiasmo!
La gran mayoría de los propósitos de Año Nuevo tienen que ver con la salud: hacer ejercicio, comer bien, bajar de peso, dejar de fumar, no beber alcohol, etcétera. Intenciones que hablan del deseo universal de una vida más saludable y mejor. No obstante, a pesar de esa sana preocupación, generalmente se deja de lado un aspecto clave en toda vida sana: el trabajo.
Esta actividad, la que sea, a la que dedicamos más o menos una tercera parte de nuestra vida tiene que ver de forma determinante con nuestra salud. No se puede tener una vida sana si se sufre el trabajo, pues esto afectaría nuestro desempeño, estrés, humor, hábitos, alimentación, relaciones, satisfacción, descanso, estilo de vida, etcétera. Y, sin embargo, un inmenso número de personas lo padecen.
¡Gracias a Dios es viernes! Es frase común para millones de trabajadores en México y el mundo entero. Divisa de burócratas, oficinistas, godínez, empleados, obreros y de todos aquéllos que viven su trabajo como una penosa carga a la que están irremediablemente atados, y para los cuales la llegada del viernes supone un motivo de alegría y mínima ilusión.
Llegar al viernes es el sueño semanal de libertad y realización para millones que encuentran en el fin de semana su breve pero siempre gratificante oasis; el espacio justo para tomar aliento y enfrentar la semana, cuyo heraldo, el lunes, se convierte en el gran obstáculo a vencer. Sin embargo, aunque el lunes como el viernes tendrá 24 horas y, dentro de ellas, las mismas ocho horas de trabajo, son radicalmente distintos.
La diferencia entre uno y otro no radica en el volumen de trabajo o la fatiga del trabajador, son en la manera en la que se concibe en su mente, en su corazón y en sus manos. ¡Qué diferente serían los lunes, los viernes, cada día de la semana y el año entero si cada jornada tuviera valor y se viviera con entusiasmo!
De eso habla David Montalvo en su nuevo libro: Los lunes también son viernes. Especialista en gestión del cambio, liderazgo, resiliencia y desarrollo personal y organizacional, analiza la relación del trabajo con el crecimiento y la satisfacción personal de cada uno, sea obrero o presidente de consejo de administración ya que más allá del cargo o la función y de la naturaleza del trabajo, la clave se encuentra en la actitud de la persona ante él. ¿Cómo alcanzar que la mejor versión de nosotros mismos se conecte con nuestro trabajo?
Por medio de una propuesta clara, amena y profunda el autor responde a esta pregunta. Propone un modelo que se basa en cinco fases que contienen la fórmula que conduce a un trabajo más gratificante, productivo y disfrutable. El pentágono virtuoso formado por significado, mentalidad, conexión, compromiso, trascendencia.
Es un libro que el 2022 nos regala como una oportunidad para ser mejores en el trabajo y más felices cada día.
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