Expediente Abierto

►A Propósito

A crear empleos

 

Impulsar cadenas productivas con alto valor agregado y aprovechar las vocaciones locales son elementos clave para la generación de fuentes de trabajo, ante la crisis, en los estados

 

►Por Alejandro Durán
FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO

La emergencia sanitaria por el Covid-19 impactó con todo en el mercado laboral de México: Más de un millón 181 mil empleos se perdieron tan sólo en los primeros cuatro meses del año. Sin embargo, el golpe toma dimensiones estructurales a nivel estatal. Entidades como Quintana Roo perdieron casi la cuarta parte de sus empleos registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

 

Ante ese panorama, los gobiernos subnacionales han tenido que crear estrategias locales para revertir la crisis económica y evitar un mayor golpe a la economía familiar.

“Estamos acostumbrados a ser dirigidos por las acciones del Gobierno Federal porque así ha sido nuestra historia; sin embargo, eso ya no funcionará, sobre todo en esta administración, por lo que los gobiernos locales deben aprovechar sus vocaciones y poner en marcha medidas, bajo la premisa de que no es una receta general para todos”, advierte Leticia Armenta, Directora del Centro de Análisis Económicos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).

A mediados de marzo, la actividad social y productiva del país se suspendió, como parte de la estrategia para enfrentar la pandemia por el Coronavirus. A partir de ese momento, la economía mexicana agudizó su proceso de desaceleración (iniciado en 2019 con una caída del 0.3 por ciento), culminando con una contracción del producto interno bruto (PIB), de 1.4 por ciento en el primer trimestre de este 2020. Esa caída no reflejó todavía el impacto del momento más intenso de la cuarentena (abril y mayo). Por ello, para el segundo trimestre el estrepitoso descenso fue de 18.9 por ciento del PIB, en relación con el mismo periodo de 2019.

Ante ello, el consenso de los analistas es que la economía mexicana reportaría en todo este año una disminución de 10 por ciento, el mayor tropiezo desde la gran recesión mundial de 1929. Es decir, el impacto superará, por mucho, los estragos de la “Crisis del Tequila de 1994” y las crisis recurrentes de la década de 1980.

De esta manera, la expectativa es que en este año se pierdan más de un millón 200 mil empleos, los cuales podrían requerir, al menos, tres años para recuperarse, pues para 2021 se estima la creación de apenas 300 mil plazas de trabajo.

EL EMPLEO Y LOS ESTADOS
Ante el actual panorama económico, es claro que los gobiernos locales tienen mucho por hacer, sobre todo cuando la crisis ha golpeado de manera sensible a las entidades federativas. De acuerdo con información del IMSS, solo tres de los 32 estados del país reportan números positivos en materia de empleo: Tabasco, Michoacán y Baja California.

En contraparte, figuran entidades como Quintana Roo, que en el último año (de junio de 2019 al mismo mes de 2020), perdió 22.9 por ciento de empleos registrados en el IMSS. Otro caso es Baja California Sur, con una contracción de 11.7 por ciento. En ambos estados, con una marcada vocación turística, la ausencia de visitantes se reflejó en un desplome del mercado laboral.
De acuerdo con un análisis del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), 91 por ciento de los empleos perdidos en la pandemia corresponden a plazas de baja remuneración, es decir, de hasta dos salarios mínimos. Al respecto, Guillermina Rodríguez, Subdirectora de Estudios Económicos de Citibanamex, considera que las entidades federativas deben implementar medidas para detener la pérdida de empleo y recuperar los puestos de trabajo lo más pronto posible.

“Cada entidad debe tener en marcha una estrategia para impulsar la economía y la generación de empleos”, afirma. De esta manera, la especialista considera oportuno analizar las medidas que han tomado en su momento estados como Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes, San Luis Potosí y Jalisco, como impulsar la creación de cadenas productivas con alto valor agregado, a diferencia de lo que aplicaron estados de la frontera norte en la década de 1990, que animados por los beneficios arancelarios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), solo se enfocaron en maquilar artículos con un uso intensivo de mano de obra, condición que resultó obsoleta, una vez que China ingresó a la Organización Mundial de Comercio (OMC), en 2001.

“El Bajío, en años recientes, ha crecido por la inversión privada, obviamente está sujeto a los vaivenes del comercio internacional pero lo cierto es que tiene un mercado mucho más diversificado que los estados del norte, además de un mercado interno muy fuerte y esto lo hace menos vulnerable que estados como Coahuila. Dicho bloque de estados ha impulsado sectores como la aeronáutica, la automotriz, la química y la industria de los alimentos”, comenta.

Otro factor crucial es la necesidad de impulsar infraestructura competitiva, como puertos, carreteras y puentes, que facilite el traslado de mercancías ya sea a nivel nacional o internacional.

DIVERSIDAD DE MATICES
De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), dos de los cuatro estados mejor valorados en la más reciente edición (2018), del Índice de Competitividad Estatal, son de la región del Bajío (Querétaro y Aguascalientes), entidades que, según datos del IMSS, antes de la pandemia reportaban una generación de empleo por arriba de la media nacional.

Y, por el contrario, los estados con las calificaciones más bajas en competitividad (Chiapas, Guerrero, y Oaxaca), registran regularmente un bajo dinamismo laboral. La lógica es simple: A mayor competitividad, más y mejor empleo.

En este sentido, Leticia Armenta recuerda el caso de Querétaro, entidad que ha aprovechado su estratégica posición geográfica para entablar lazos de conexión con el norte, el Pacífico y el Atlántico mexicanos, con el objetivo de atacar los mercados de Norteamérica, Asia y Europa, para lo cual ha ofrecido facilidades tributarias a las empresas para que se instalen en la entidad, y se alió con instituciones educativas para ofrecer mano de obra calificada y se promovió el desarrollo de clúster estratégicos.

Tanto Leticia Armenta como Guillermina Rodríguez coinciden en que no existe una recomendación única para que las entidades federativas impulsen la generación de empleo.

En ese sentido, la especialista del Tecnológico de Monterrey advierte que cada entidad debe explotar su vocación natural, es decir, para el caso del sureste, los estados pueden impulsar actividades como la agroindustria y la generación de energías sostenibles.

Sobre este punto, Enrique Dussel, doctor en Economía, por la Universidad de Notre Dame, coincide en que sería poco acertado que entidades como Chiapas, Oaxaca o Tabasco apuesten al desarrollo de industrias como la automotriz, cuando lo cierto es que en sus territorios tienen un amplio potencial en sectores como el de alimentos y energético.

 

Guillermina Rodríguez.

FOTO: ROSALÍA MORALES

Leticia Armenta.

FOTO: CORTESÍA DEL ITESM