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Mercado energético en la era Covid-19

 

Flexibilizar las regulaciones para impulsar la vocación energética de las entidades federativas podría contribuir a impulsar el desarrollo local

 

►Por David Galicia Sánchez
FOTO: PEMEX/CUARTOSCURO

A mediados de 2020, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estimó que los efectos de esta nueva enfermedad en el sector energético mundial se verían reflejados en una disminución de 6 por ciento en la demanda anual.

En materia de combustibles fósiles, en México, la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) reportó que, en julio de 2020, la producción de petróleo en el país tuvo una caída anual de 4.1 por ciento.

Sin embargo, los precios del petróleo se comportan de otra manera. Al cierre de esta edición, el barril de mezcla mexicana se vendía a 51.97 dólares, con una ganancia acumulada de 10.2 por ciento desde el inicio de 2021, según cifras de Petróleos Mexicanos (Pemex); de esta manera, el petróleo nacional mantenía una tendencia de más de ocho semanas cotizando a más de 42.1 dólares por barril, este precio fue el que el Gobierno Federal estableció como parámetro para formular la Ley de Ingresos de la Federación para 2021.

Ramón Basanta, Director General de ATCO Energía, explica que en los próximos meses se espera que esta tendencia continúe, en buena medida, porque el inventario de producción en los últimos meses es alto.

“Al final, aún no tenemos certeza respecto de las vacunas, aunque los anuncios sobre éstas son optimistas y cada vez que aparece un aviso optimista, se observa que los precios suben, esto nos dice que la demanda empieza a subir; si realmente las vacunas surten efecto en 2021, las personas comenzarán a moverse y la demanda de energéticos va a crecer, e inmediatamente veremos cómo los precios subirán”, expone.

Influencia del cambio climático
Gaspar Franco, Profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Comisionado de 2016 a 2019 en la CNH, refiere que para el caso de México, más de un 80 por ciento del mercado energético depende de los hidrocarburos, seguido por la biomasa y el carbón, y aunque también consume energía proveniente de la geotermia, la hidroenergía, la energía nuclear y la energía eólica, el porcentaje de participación de estos combustibles es apenas de 2 por ciento o menos.

“El mercado energético mexicano depende, en gran medida, de las importaciones que se hacen, principalmente de Estados Unidos, el único proveedor de gas con el que se genera más de 70 por ciento de la energía eléctrica del país. Se ha reducido la exportación de petróleo que se enviaba hacia otros países en más de 50 por ciento. Asimismo, cada vez se importa más gasolina y diesel, pareciera que se busca permitir que pocas empresas sean capaces de importar ese tipo de combustibles”, apunta.

En el caso de las energías renovables, el especialista asegura que se frenó el ritmo de desarrollo, sin embargo, “hay que estar atentos a lo que suceda en los próximos meses; seguramente, con la política de la región, pudiera detonarse nuevamente un enfoque hacia las energías renovables, por lo menos a un ritmo mayor al actual”, advierte.

Ramón Basanta destaca que la pandemia evidenció los impactos del cambio climático en el mundo. En ese sentido, refiere que tanto Estados Unidos como China alcanzarán la neutralidad en emisiones de carbono para 2050 y 2060, respectivamente, lo cual marca la pauta para que los actores públicos y privados impulsen medidas encaminadas en evitar la emisión de gases contaminantes a la atmósfera.

 

 

Ramón Basanta.
FOTO: ROSALÍA MORALES

 

“En este momento, los precios del gas son muy altos, eso afecta a México porque antes teníamos el mejor precio de gas en el mundo, y si sigue subiendo, nos va a impactar porque somos de los principales importadores de gas natural. Esto no quiere decir que las energías renovables vendrán de un día para otro, van a tardar varias décadas en entrar, lo que implica que aún dependeremos de combustibles fósiles”, detalla.

En esto último coincide Marcial Díaz Ibarra, Presidente del Comité de Energía del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), y expone que uno de los motivos es que los generadores de energía limpia no buscarán expandirse en el corto plazo.

“No creo que las energías renovables vayan a tener un mayor desarrollo; van a estar los actores que ya operan, pero no van a crecer su capacidad instalada porque no quieren poner en riesgo su capital, van a defender sus proyectos con lo que tienen, pero, difícilmente, creo que haya empresas que busquen crecer su capacidad”, señala.

Díaz Ibarra considera que, en el contexto actual, la regulación debe ser flexible para que los estados con fuentes importantes de energía desarrollen esa vocación.

“Así como hay estados que son ricos por sus recursos naturales y atractivos para el turismo, como Quintana Roo; Tamaulipas podría tener, por ejemplo, una vocación eminentemente energética. Habría que permitir que legislaciones locales regulen esta actividad; actualmente, la legislación es de carácter federal, aplica parejo, sin hacer una distinción entre la vocación de cada estado”, sugiere.

Estas legislaciones locales, apunta, tendrían que construirse sin contravenir ninguna disposición federal, pero sí con el objetivo de impulsar proyectos de infraestructura para aprovechar ese potencial.

Por su parte, Ramón Basanta considera que los estados tienen la misión de hacer más eficiente su consumo energético, además de comunicar y educar a los ciudadanos en torno a cómo mejorar el consumo de energía en sus casas y en sus actividades cotidianas.

“Dado que el mercado petrolero es fundamental para el país, la crisis afecta el presupuesto que se le puede dar a los estados debido a los bajos ingresos que se tienen. Por otro lado, hay fuertes promotores de energías no renovables en los que a veces pareciera, insisto, pareciera, que con esas fuentes de energía se acabaría con el uso de las fuentes fósiles, situación que será muy difícil de ver en el mediano plazo. Sin embargo, generar este tipo de proyectos ayudaría a detonar la economía de esos estados y a reducir la falta de empleo y la pobreza”, concluye Gaspar Franco.