En una campaña política, los oponentes peor posicionados pueden motivar cambios en la estrategia del aspirante puntero
En las actuales contiendas políticoelectorales es poco común la participación de los llamados “caballos negros”, quienes pueden generar un resultado imprevisto debido al rigor que los partidos imponen a la elección de sus candidatos.
Son varias las circunstancias que se pueden presentar para que en una contienda electoral se presente el “candidato sorpresa”, el cual tienda a aumentar sus bonos electorales o del partido que lo postuló.
La decisión de las dirigencias partidistas depende, en gran medida, de los resultados de encuestas que indican una tendencia o simpatía por algún aspirante. Incluso antes de iniciar la campaña electoral se tiene conocimiento de las preferencias que la ciudadanía tiene de los posibles contendientes.
ROSTROS CONOCIDOS
Algunos partidos políticos que anticipan un resultado poco favorable han propuesto, como estrategia electoral, las candidaturas de aspirantes inusuales que, eventualmente, podrían constituirse en “caballos negros”.
Candidatos de fácil identificación popular, como ex futbolistas, comediantes y actores, estarán en las boletas electorales como una “alternativa” para los electores, aunque no necesariamente estén vinculados a la historia del partido al que representarán o a alguna causa ciudadana. Hoy día, echar mano de este tipo de perfiles de candidatos corresponde más al desgaste que los partidos políticos han tenido, derivado del contexto que el país enfrenta.
No obstante, desestimar a un oponente es, en cualquier competencia, el primer paso para ampliar las posibilidades de ser derrotado. Sentirse ganador antes de iniciada la contienda electoral o hacer campaña sólo con base en los números de las encuestas pueden ser parte de las pifias que, de manera eventual, resten votos a los candidatos mejor posicionados.
Un aspirante al voto no debiera ignorar a ninguno de sus oponentes. En una campaña electoral, es preferible mostrarse como lo haría desempeñando el cargo público para el cual compite: abierto al diálogo, dispuesto a escuchar y respetuoso de cualquier opinión.
Imagine un debate televisivo en el que un candidato, por mejor ubicado que esté en las encuestas, ignore a otro. ¿Será esa su manera de gobernar?, ¿sin escuchar a las minorías?
En una campaña política hay estrategias a operar, revisar y adaptar según la evaluación que día con día se realice de la campaña, las cuales deben considerar a todos los oponentes. Eventualmente un “caballo negro” podría, a partir de su campaña, motivar cambios en la estrategia del aspirante mejor posicionado.
María García, investigadora de México Evalúa, opina que “las preferencias del electorado son sumamente volátiles y el reto es superar la apatía y el abstencionismo”.
Por eso es muy posible que el aspirante con menos expectativas de triunfo sea el más propenso a jugarse “el todo por el todo” considerando que no tendría, en la práctica, nada que perder.
De esta manera, lo podríamos ver implementar una campaña electoral de “golpeteo” que lo muestre como el candidato que “representa” a quienes están inconformes con el gobierno en turno o que, en busca del sufragio de los indecisos, arremete contra todas las ofertas políticas.
ERRORES QUE CUESTAN
Tener la certeza de que no hay “nada que perder” ofrece el contexto mediático ideal para ser el candidato más crítico y, probablemente también, para ser el que exponga las propuestas menos viables, pero más “atractivas” para el electorado. Prodigar propuestas sin precisar los “cómos” y de dónde saldrán los recursos suele caracterizar a quienes se saben, de antemano, sin posibilidades de ganar.
Con esos escenarios a su favor, el “caballo negro” puede generar empatía con el electorado más fácilmente que sus adversarios. Asimismo, errores estratégicos del candidato puntero o una “guerra sucia” en contra del aspirante mejor posicionado son también factores que pueden contribuir a la aparición de los “caballos negros”.
Hay políticos para “la grilla” y políticos para las campañas. El mal desempeño de un candidato también puede afectar el desarrollo de la campaña y contribuir a perder la preferencia electoral que termine reduciendo su ventaja ante los adversarios.
Asimismo, los candidatos que no motivan o que han permanecido ajenos a alguna causa social, poco beneficio le pueden traer a sus partidos y a sus propias campañas.
Los candidatos, incluidos aquellos que con pleno derecho participarán por primera vez en una contienda electoral, tienen el reto, además de ser entusiastas, de dignificar el quehacer político tan demeritado, que incluso la última reforma electoral recortó los días de campaña.
Pensemos más en que los partidos y los candidatos se ocupen en realizar una campaña de propuestas y de congruencia, porque al final lo relevante es ofrecer respuestas a la ciudadanía y al país.
Ante la coyuntura que enfrenta México, es urgente que partidos y candidatos sorprendan a la sociedad con un proceso electoral a la altura de las circunstancias y que no alimenten el abstencionismo con campañas y “candidatos sorpresa” carentes de propuestas.
Recordemos la esencia de la palabra “candidato”, proveniente del latín, que significa “blanquear”. Que en estas elecciones los candidatos dejen referencia de una contienda honesta y propositiva sería un buen aliciente para nuestra democracia y el país.
El autor es consultor en Guerra Castellanos y Asociados. |
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