Reparar las tuberías de agua potable o de drenaje puede ser todo un problema para las administraciones municipales, ya que además de la inversión que se requiere para lograrlo, hay que realizar excavaciones que ocasionan molestias a los ciudadanos debido al cierre de calles, al polvo que se levanta y a los largos periodos que demora su conclusión.
Sin embrago, existe una opción que los alcaldes tienen a su alcance para evitar dichos inconvenientes. Se trata de sistemas de curaduría en sitio, es decir, tecnologías capaces de arreglar las redes hidráulicas in situ, sin tener que hacer agujeros en el suelo ni cerrar avenidas. Los trabajos se realizan en cuestión de horas sin necesidad de hacer otra reparación en el tramo afectado hasta en 50 años.
Camisa a la medida
Adrián Cordero Ibarra, director de la empresa Tubepol, comenta que esta técnica se puede aplicar en casi cualquier instalación, ya que se adapta a tuberías de entre 4 y 72 pulgadas de diámetro, lo que la hace ideal para los ayuntamientos que deseen optimizar la eficacia de sus redes hidráulicas. Además, estos sistemas resisten la corrosión, por lo que no se deterioran con materiales tóxicos o químicos.
En cuanto a su funcionamiento, Cordero Ibarra comenta que esta tecnología consiste en una pieza de poliéster semejante a un calcetín o a la manga de una camisa, conocida como limer. El exterior de la pieza es liso, mientras que el interior está recubierto con una felpa de poliéster bañada con una resina plástica.
Antes de iniciar la reparación se hace una inspección del tubo dañado con una cámara de video a fin de elaborar un diagnóstico correcto de lo que se debe hacer. A partir de dicha revisión es posible determinar cuál debe ser la longitud y tipo de resina que se va a utilizar.
Una vez que el limer —el cual puede medir de 15 a 200 metros según la distancia que se vaya a rehabilitar— está listo para instalarse, se introduce a la tubería por una alcantarilla mediante aire a presión.
Durante el proceso, la pieza se invierte para que la felpa de poliéster entre en contacto con las paredes del conducto viejo y la parte lisa sea por donde circule el agua, “con lo cual prácticamente se construye un tubo nuevo dentro de otro viejo”, refiere el directivo.
Para que la felpa se sujete firmemente al tubo, se hace circular vapor de agua con el fin de endurecer el plástico. El recubrimiento facilita el flujo del agua, ya que la fricción disminuye y, por lo tanto, la red se vuelve más eficiente.
Otra de las ventajas de esta tecnología es que no se ve afectada por los factores que ocasionan daños a los tubos de concreto, como las perforaciones producidas por las raíces de los árboles, debido a que el limer no presenta orificios ni ranuras.
Adrián Cordero Ibarra explica que el tiempo promedio para reparar una tubería con el sistema de curaduría en sitio es de entre 8 y 15 horas, lo cual constituye una de las ventajas más apreciadas de dicho sistema, pues con los métodos convencionales hay que realizar excavaciones y eso puede llevar varios meses. Asimismo, el directivo explica que esta solución reduce cerca de 10 por ciento el costo total de la remediación, en comparación con las reparaciones tradicionales.
Buen ejemplo
En 2011, el gobierno del Distrito Federal (GDF) echó mano de la curaduría en sitio para rehabilitar un tramo de tubería en mal estado que corre por debajo de la avenida Circuito Interior, casi en su cruce con Eduardo Molina.
Carlos García Fernández, director de construcción del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), refiere que en algunas partes de la zona afectada los conductos por donde atraviesa el agua eran prácticamente inexistentes, lo que ocasionó colapsos en la carpeta asfáltica que ponían en peligro a los automovilistas.
El proyecto de remediación, que se realizó en dos etapas, abarcó 1,500 metros de tubería de drenaje con un diámetro de metro y medio. La obra demoró tres meses y sólo se trabajó en la noche. “Si hubiéramos utilizado los métodos tradicionales, tal vez nos hubiéramos tardado hasta un año”, refiere García Fernández y agrega que durante el proceso fue necesario desazolvar los conductos debido a que contenían muchos materiales de desecho que debían ser retirados antes de aplicar el recubrimiento.
El funcionario explica que la obra costó alrededor de 30 mi l lones de pesos (mdp), una inversión alta, aunque menor a lo que se hubiera gastado mediante una solución tradicional, además de que se evitaron molestias a los vecinos del lugar.
Acerca de los requerimientos técnicos que los municipios deben cumplir para adoptar la curaduría en sitio, Cordero Ibarra afirma que no hay ninguna condición especial, ya que la tecnología es muy flexible y se puede adoptar en cualquier sistema de drenaje o agua potable de las alcaldías del país.
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