Por José Alberto Márquez Salazar
En México no estábamos preparados para un aislamiento como el que vivimos. Y en este caso, ninguno de nuestros congresos (los 32 estatales) y el federal, tenían normas, reglamentos, modelos y tecnologías que les permitieran continuar sus trabajos de manera virtual.
Entre los principios de todo parlamento se encuentran la deliberación, la representación y la igualdad. Los primeros, tienen fundamento en la relación, interacción, de los seres humanos. La pandemia del Covid19 ha modificado nuestros hábitos y los del contacto físico entre personas.
El Congreso de la Ciudad de México suspendió sus trabajos para responder a la emergencia sanitaria y ha buscado continuar algunos de ellos, especialmente las sesiones de comisiones, utilizando las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs).
A diferencia del uso de la TICs para generar gobernanza electrónica, es decir, para fortalecer las relaciones entre los gobiernos, ciudadanos y organizaciones con el objetivo resolver, atender, escuchar, informar y modificar la conducta de los usuarios, el primer ejercicio realizado por el Congreso de la Ciudad de México, tuvo como fin aprobar la reforma constitucional al Artículo 4º.
Este primer intento debe ayudarnos a configurar un modelo que en el futuro utilicemos. Frente a las amenazas del Covid19, no hay certeza de que lo vivido en estos días sea imposible de repetir.
De entrada, hay que reconocer que en México no estábamos preparados para un aislamiento como el que vivimos. Y en este caso, ninguno de nuestros congresos (los 32 estatales) y el federal, tenían normas, reglamentos, modelos y tecnologías que les permitieran continuar sus trabajos de manera virtual.
En el caso del Congreso de la Ciudad de México, la apuesta parece más arriesgada dada la opacidad que –por uno u otro medio- ha tenido la institución. Recordemos que, al inicio de la Primera Legislatura de este Congreso de la Ciudad de México, los cuestionamientos por el manejo de la información motivaron cambios en algunas direcciones.
A diferencia de lo que sucede en la Cámara de Diputados, donde la página es un modelo casi perfecto de información, en el Congreso de la CDMX la información es mínima (por ejemplo, no podemos tener versiones estenográficas ni de las sesiones del pleno ni de las comisiones en breve tiempo, uno o dos días y menos aún de las legislaturas pasadas). Al momento de escribir estas notas, 23 de abril, la página de la institución tiene elementos mínimos y, previo al inicio de la contingencia sanitaria, había dejado de funcionar.
Si bien, hay muy buenas intenciones para que el Congreso de la CDMX deje atrás su opacidad, como lo ha señalado el diputado Mauricio Tabe, es imprescindible que el esfuerzo se extienda a la información que debe contener la página de la institución y no solamente sea los temas sobre los recursos financieros y humanos los objetos de transparencia.
La primera impresión que tuve al observar la sesión virtual que los diputados del Congreso de la Ciudad de México celebraron el pasado 3 de abril es el salón de pleno es ver a varios de ellos utilizando cubre bocas y ubicados en las curules ¿De qué se trata una sesión virtual si están presentes algunos?
Claro, se podrá argumentar que hay quienes son más cautelosos y no asisten y otros más responsables como para asistir al pleno. Es cierto. Sin embargo, esa pequeña acción desequilibra las condiciones de unos y de otros. Quienes participan de manera virtual están sometidos a los “caprichos” de la tecnología; quienes están presentes, no. De entrada, el principio de la igualdad para cada uno de los integrantes del Congreso de la CDMX no se cumplió.
Si la pandemia por el Covid19 y las medidas de emergencia habían suspendido las actividades en las instituciones, ¿por qué participaban de manera presencial? Es cierto, el punto 4 de las Reglas de Operación para las Reuniones Virtuales de la Junta de Coordinación Política (al que podemos apelar, dado que no encontramos reglas de operación de la sesión del pleno) afirma que:
“…
- La reunión se realizará preferentemente a través de la plataforma digital Zoom, a la que tendrán acceso las y los integrantes de la Junta, la Secretaría Técnica, una persona que coadyuvará en las cuestiones técnicas de la reunión y, en su caso, las demás personas invitadas por la Presidencia de la Junta en razón de su vinculación con algún punto del orden del día. Asimismo, la reunión será transmitida o retransmitida a través de las plataformas electrónicas institucionales del Congreso.
…”[1]
Cabe señalar que las “Reglas de Operación Para Las Reuniones Virtuales De La Junta De Coordinación Política” fueron aprobadas el mismo día 8 de abril con el voto a favor de todos los Grupos Parlamentarios. Es decir, 5 días después de realizada la sesión virtual del pleno, por lo que no hubo unas reglas básicas de operación para ésta (al momento de escribir este artículo la página del Congreso de la CDMX no tenía información al respecto).
Sin embargo, si consideramos en retrospectiva las Reglas, al afirmar “preferentemente” no se establece como obligatorio, para realizar la sesión, la plataforma “Zoom”.
Con todo lo benéfico que nos puede aportar el primer ejercicio al realizar la primera sesión virtual del Congreso de la Ciudad de México, ésta pasará a la historia como una sesión donde la mayoría olvidó el tema que la Ciudad de México y el país viven: la pandemia por el Covid19. No hay, hasta este momento, acción efectiva que la mayoría esté impulsando.
¿Cuál era la urgencia para que el Congreso de la CDMX convocará a una sesión virtual?
¿La ratificación de la reforma al Artículo 4º. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos era más importante que la atención a las medidas y políticas para enfrentar la pandemia y apoyar al Gobierno de la CDMX?
La vida del Congreso de la Ciudad de México, como integrante del Constituyente Permanente, es nueva. Por más de noventa años fuimos excluidos de éste. No tengo presente si alguna de las reformas constitucionales en los últimos veinte años ha sido rechazada por el Constituyente Permanente.
Actualmente, el Movimiento de Regeneración Nacional tiene mayoría en 20 de los 32 Congresos estatales. Quizá de ahí la “urgencia” para ratificar la reforma al 4º. Constitucional. Fue una decisión política, esencialmente.
Desde cualquier punto que se analice, la reforma podía esperar porque, de acuerdo con los transitorios:
“…
Segundo. El Congreso de la Unión deberá armonizar el marco jurídico en la materia para adecuarlo al contenido del presente Decreto en un plazo que no excederá de 365 días a partir de la entrada en vigor del mismo, debiendo incluir disposiciones que determinen los alcances y permitan dar cumplimiento gradual conforme a lo que se apruebe en los presupuestos de egresos correspondientes, así como la concurrencia de los tres órdenes de gobierno para garantizar los derechos derivados del presente Decreto.
…”
Es decir, hay un camino largo para que la reforma tenga efecto. Para armonizar el marco jurídico el Congreso de la Unión, sus comisiones, deberán reunirse. Pero estamos en contingencia.
Si el tiempo del #QuédateenCasa se extiende, ¿Cómo podrán trabajar y agilizar los trabajos los órganos legislativos?
El ejercicio de sesión virtual del Congreso de la Ciudad de México nos ayudará a delinear posibles métodos. Por eso, en la siguiente entrada, analizaremos puntualmente cómo se realizó éste y qué experiencia nos aporta.
El trabajo legislativo, al usar la TICs, debe contar con metodologías claras que le permitan cumplir con los principios parlamentarios. En el caso del de la Ciudad de México, la opacidad puede ser su talón de Aquiles.
[1] http://35.239.82.38/REGLAS.pdf consultado el 20 de abril del 2020.
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