Los museos y el coronavirus

por | Jun 24, 2020 | De Puño y Letra | 0 Comentarios

Por María Cristina Rosas *

Los museos también evocan el nacionalismo, son motivo de orgullo y son instrumentos de poder suave para los gobiernos y las sociedades

En el mundo existen, aproximadamente, 55 mil museos repartidos en 202 países. México tiene 1 300 museos y su capital, la Ciudad de México orgullosamente alberga 170 museos y 43 galerías. Este no es un tema menor: la gigantesca capital mexicana es una de las ciudades con más museos a escala planetaria, comparable con Londres y por encima de ciudades tan afamadas por su oferta cultural como París, Madrid y Buenos Aires. Los museos son importantes para las sociedades: forman parte de su memoria histórica y coadyuvan a la identidad nacional. Son espacios públicos para la reflexión, la convivencia, la introspección. Los museos también evocan el nacionalismo, son motivo de orgullo y son instrumentos de poder suave para los gobiernos y las sociedades, porque ponen a disposición de sus visitantes exposiciones, piezas de diversas épocas y culturas, arte, documentos, etcétera de valor y relevancia históricos.

La revista Forbes en 2018 destacaba en una subjetiva selección, a los 10 museos más importantes del mundo. Su clasificación la hizo en función de algunas obras icónicas que albergan los recintos que eligió. Por ejemplo, incluyó a la Galería de los Ufizzi en Florencia porque ahí se encuentra El nacimiento de Venus de Botticelli. Asimismo, puso en su lista los Museos Vaticanos dado que ahí se tiene el manuscrito más antiguo de la Biblia, el Codex Vaticanus. A continuación, refiere al Museo Egipcio de El Cairo, donde se puede ver la célebre máscara funeraria de Tutankamón. El Museo de Louvre no podía dejar de aparecer, gracias a la pintura más famosa de Leonardo Da Vinci, la misteriosa Gioconda.  

En seguida, el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México entra a la lista debido a que en sus instalaciones se exhibe la piedra del Sol. La lista continúa con tres museos de Madrid: el Reina Sofía, el Thyssen-Bornemysza y, ciertamente, el Museo del Prado. ¿Qué atractivo tienen estos recintos? El Reina Sofía es visitado por muchas razones, pero, sobre todo para mirar y admirar el Guernika de Pablo Picasso. El Museo del Prado es el hogar de la obra de Velázquez y de su admirada Las Meninas. El Thyssen-Bornemysza reúne a los maestros de la pintura de diversas épocas. En la lista no podían faltar el Museo Nacional de Tokio que tiene la colección conocida como tesoro nacional de Japón y el Museo Metropolitano de Nueva York donde el visitante encontrará La gran ola de Kanagawa. Se antoja visitarlos ¿verdad? Porque por más que existan accesos, visitas y tours virtuales a estos afamados recintos de la cultura, simplemente no es lo mismo a estar ahí.

Desafortunadamente el SARSCoV2, agente causal del COVID-19, ha llevado al cierre del 95 por ciento de los museos de todo el mundo, esto para evitar contagios entre los visitantes y el personal que los atiende y resguarda. Es una medida inédita, si bien entendible dadas las circunstancias. Ante ello, los museos enfrentan muchos retos: el principal, por supuesto, sobrevivir financieramente. El mantenimiento de los museos es costoso y muchos, por más importantes y famosos que sean, se encuentran en el abandono. Un caso muy triste es el del Museo Nacional de Brasil en Río de Janeiro, el cual sucumbió ante un incendio el 2 de septiembre de 2018 y cuyo personal ya había alertado de la precariedad en que operaba. El incendio sólo vino a evidenciar lo que ocurre cuando no se da la debida protección y cuidado al patrimonio cultural.

El apoyo privado que reciben muchos museos, los ayuda a mantener su viabilidad. Hay patronatos integrados por personajes acaudalados quienes suelen sacar la chequera para apoyar a estos recintos, lo que también se traduce en importantes descargas tributarias para ellos. Esto quizá resultará más importante a la luz de la crisis económica que ha generado el SARSCoV2. Será imperioso apelar a apoyos públicos y privados, especialmente en momentos de recortes presupuestales ante la inminente recesión económica global. No se puede permitir que perezca el patrimonio cultural.

En Alemania, por ejemplo, la cultura ha sido definida como un bien de primera necesidad, de manera que, ante la pandemia, el gobierno de Angela Merkel ha dispuesto una línea de liquidez ilimitada a la que tendrán acceso artistas, actores, músicos, teatros, óperas, cines, escritores, museos, galerías y hasta pequeñas y medianas empresas afectadas por la cuarentena cultural. Se trata de un rescate millonario anunciado por la Ministra de Cultura, Monika Grütters, sobre la base de que hoy más que nunca el mundo necesita a la cultura y el arte para mantener en alto el espíritu y la moral. Nada más cierto.

Pero la pregunta subsiste: ¿qué hacer con los museos durante el confinamiento? Recientemente, el Zoológico de Kansas y el Museo de Arte Nelson Atkins auspiciaron una visita de tres pingüinos peruanos -se les conoce también como pingüinos de Humboldt- al museo. El evento fue filmado y dado a conocer a través de los medios de información. Los pingüinos recorrieron las salas del museo, mostrando interés en algunas de las obras ahí exhibidas, en particular las de Caravaggio (el video se puede ver en https://www.youtube.com/watch?v=8-CQIS8GsMI).

Sin embargo, no todo es diversión en el confinamiento. Desafortunadamente, la delincuencia organizada no ha acatado ninguna tregua ante la pandemia. Y los museos son especialmente vulnerables cuando están cerrados. En Oxford, Gran Bretaña, delincuentes sustrajeron a mediados de marzo pasado de la Christ Church Picture Gallery tres importantes obras: La costa rocosa, con soldados estudiando un plan, de Salvator Rosa; El soldado a caballo, de Anthony Van Dyck, y Un niño bebiendo, de Annibale Carracci, valuadas en alrededor de 11 millones de euros. También en Países Bajos la rapiña se hizo presente cuando la obra El jardín de la casa parroquial en Nuenen en la primavera de 1884 de Vincent Van Gogh fue sustraída del Museo Singer Laren de La Haya, a finales del mismo mes.

Es claro que, en tiempos de crisis se generan oportunidades para la delincuencia. Tras el devastador terremoto del 19 de septiembre de 1985 que causó estragos en la Ciudad de México y en otros estados de la República Mexicana, en la navidad de ese año dos estudiantes de veterinaria irrumpieron en el Museo Nacional de Antropología de donde sustrajeron diversos bienes patrimoniales de las salas maya, mexica y de Oaxaca -cabe destacar que las piezas no estaban aseguradas y, peor, el museo no tenía un inventario completo sobre su acervo. Este hecho, narrado en la película Museo (2018) de Alonso Ruizpalacios y protagonizada por Gael García Bernal ilustra la importancia de cuidar los museos especialmente en épocas de zozobra.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Consejo Internacional de Museos (ICOM) y el Comité Internacional para la Seguridad de los Museos (ICSM) han manifestado su consternación por el robo de obras de arte en medio del confinamiento generado por el SARSCoV2, mientras que la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) ha emitido ya algunas recomendaciones a las autoridades de los países y de los museos, para velar por la seguridad de sus colecciones. No resulta sencillo, por supuesto. Como es sabido, el tráfico ilícito de bienes culturales es una actividad muy lucrativa que encuentra oportunidades inmejorables en medio del confinamiento, ello sin dejar de lado que muchas obras cada vez más son vendidas y compradas en línea.

Al respecto, es importante que las autoridades de todos los órdenes de gobierno y las responsables de los museos y galerías, revisen y actualicen sus protocolos de seguridad, incluyendo la disponibilidad del personal de seguridad todos los días del año y en todo momento; tener plenamente identificado y acreditado al personal que ingresa y egresa; vigilar los perímetros de los inmuebles y reportar cualquier actividad sospechosa a las entidades responsables de seguridad pública y ciudadana; cooperar con otras instituciones que enfrenten la misma problemática; sensibilizar a los vecinos para que reporten cualquier actividad sospechosa que observen y, lo más importante, hay que desarrollar un plan de reapertura para el momento en que ello sea posible. De hecho, las mayores vulnerabilidades para los museos, galerías, bibliotecas, edificios religiosos y diversos recintos de relevancia cultural se producen cuando están cerrados. La Gioconda fue robada por Vincenzo Peruggia el 21 de agosto de 1911 justo cuando el Museo de Louvre estaba cerrado -y la obra estuvo perdida por dos años. Ante el cierre es cuando los delincuentes pueden introducirse en los museos y sustraer el patrimonio cultural que albergan. Por eso es tan importante diseñar la estrategia de apertura postpandemia.

El patrimonio cultural se encuentra amenazado por diversos factores, que no sólo incluyen a la delincuencia organizada sino también a fenómenos naturales como terremotos, erupciones volcánicas, fenómenos hidrometeorológicos, vandalismo, negligencia y errores humanos, ello sin dejar de lado los conflictos armados, donde no sólo se destruye físicamente la memoria histórica de los pueblos, sino que también se saquea su patrimonio. Se puede debatir si los museos, o al menos, algunos de ellos, son el resultado de ese saqueo -mucho se ha hablado, por ejemplo, del Museo Británico y de sus colecciones, destacando la de la cultura egipcia, o, para hablar de un caso harto conocido, el del penacho del Emperador Moctezuma que se encuentra en el Museo Etnográfico de Viena, Austria. El retorno del patrimonio cultural a las sociedades de donde fue extraído por guerras de conquista u otras circunstancias, es un tema espinoso que la comunidad internacional deberá ciertamente resolver. Pero ello no significa que no se deba proteger a los museos, especialmente ahora, en estos tiempos de pandemia.

 * María Cristina Rosas es catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Preside el Centro de Análisis e Investigación sobre Paz, Seguridad y Desarrollo Olof Palme A. C. Miembro del Consejo Consultivo de la Agencia Espacial Mexicana y del Panel de Expertos de la Comisión de Cooperación Ambiental del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

María Cristina Rosas

Es catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Preside el Centro de Análisis e Investigación sobre Paz, Seguridad y Desarrollo Olof Palme A. C. Miembro del Consejo Consultivo de la Agencia Espacial Mexicana y del Panel de Expertos de la Comisión de Cooperación Ambiental del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

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