La corrupción convierte a las instituciones públicas y privadas en vacas que las ordeñan no cada mañana sino diez veces al día, y a ese ritmo, ¿qué vaca aguanta?
A estas alturas del partido ya se sabe si este año habrá obra pública y verdaderas acciones de gobierno en cada uno de los municipios, pues ya culminó el primer trimestre del año, y ya va el primer mes del segundo, por lo que no es mala idea decirle a cada alcalde: ¿Y las obras? Ojalá no contesten: ¡Ahorita no joven! qué no ve que estoy robando.
Pareciera que la corrupción es una moda obligatoria, y que si bien ahora es evidente en el grupo de los gobernadores, hay presidentes municipales que no sé que les pasará por la cabeza que tienen como modelos a seguir a Javier Duarte, a Fausto Vallejo, a Andrés Granier, o a otros tantos, y por ello, vemos sus respectivos municipios sumergidos en el subejercicio de recursos, que nunca serán aplicados.
Imaginen el recorte presupuestal que se aplicó a las administraciones municipales por parte del gobierno de la República debido a que no hay dinero, y si a eso le sumamos esa hambre y rapiña que hacen con lo poco que tienen para darle resultados a sus gobernados, y no sólo eso, súmenle el que los ciudadanos que más se quejan son los que menos pagan impuestos, pues, ¡dinero! ¿dónde estás?
La corrupción convierte a las instituciones públicas y privadas en vacas que las ordeñan no cada mañana sino diez veces al día, y a ese ritmo, ¿qué vaca aguanta? Evidente esa vaca verá la muerte pronto; y así ven los municipios varios (as) alcaldes, que ordeñan y ordeñan, pero nada que gobiernan, ni nada que invierten.
Triste historia, la de los municipios ordeñados.
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