Además de todas aquellas preocupaciones de la vida cotidiana, hoy nos persigue una neurosis más: la incertidumbre de no saber cuándo podemos inundarnos o desfallecer por una onda de calor. Pareciera que los fenómenos meteorológicos se han vuelto más intensos y que cada tormenta es en potencia un nuevo “jinete apocalíptico”.
La realidad es que el crecimiento y el desarrollo del país no siempre se han dado de manera ordenada y planificada. En más de un centro de población se han privilegiado los intereses políticos o inmobiliarios sobre las consideraciones hidrológicas o de vulnerabilidad. En aras de mejorar nuestra calidad de vida, hemos pavimentado miles de kilómetros con materiales impermeables, lo que altera de manera importante el ciclo hidrológico y afecta los microclimas de las ciudades o zonas metropolitanas donde vivimos.
Sin duda, el factor de riesgo meteorológico más importante para México está asociado a la lluvia y las tormentas severas, que incluyen los ciclones tropicales, aproximadamente cinco de los cuales ingresan cada año a territorio nacional y afectan principalmente nuestras poblaciones costeras.
El término de ciclón tropical comúnmente se refiere a toda circulación en la atmósfera que gira en dirección contraria a las manecillas del reloj, como las depresiones tropicales, las tormentas tropicales y los huracanes —que se clasifican en cinco categorías del uno al cinco— y que, a partir del nivel tres, son considerados intensos.
Los ciclones tropicales son los principales transportadores de humedad para llenar los depósitos y reservorios de agua del país, pero en 2011 y, probablemente en 2012, no sobrepasarán el promedio estadístico. De 29 ciclones reportados en 2011, sólo seis impactaron las costas nacionales. En 2012, el número no parece muy diferente pues únicamente cinco han tocado el territorio nacional.
PENSAR ¿DÓNDE VIVIR?
Además de los ciclones, existen otros fenómenos importantes, como los frentes fríos, las ondas de calor y las tormentas severas, que están influenciadas no sólo por la ubicación geográfica del territorio y su orografía, sino por una serie de moduladores climáticos como El Niño/Oscilación del Sur (ENSO), la Oscilación Decadal del Pacífico (PDO) y la Oscilación Multidecadal del Atlántico (AMO), entre otros. Tome en cuenta el lector, que las siglas anteriores están escritas en inglés, como se les conoce internacionalmente.
Así pues, si queremos identificar los lugares con más probabilidades de ser afectados por el mal tiempo, debemos considerar los ciclones tropicales y también otros fenómenos más difíciles de pronosticar.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) acostumbra referirse a los fenómenos meteorológicos como aquellos que se producen desde el momento actual hasta los próximos cuatro días aproximadamente. El resto del tiempo, es decir fenómenos pasados y a más de cuatro días, los consideramos eventos climáticos o información climatológica.
En este sentido, la sequía que ha afectado al territorio nacional por varios meses se considera como un fenómeno climático, mientras que los huracanes, que afectan sólo algunas horas o días cuando mucho, se consideran fenómenos meteorológicos.
2011, EL MÁS SECO EN 13 AÑOS
Tras el verano de 2010, que fue la cuarta temporada más lluviosa de la historia, el país empezó a registrar precipitaciones inferiores a su climatología. Los déficits aumentaron progresivamente en la primavera y el verano de 2011. El año pasado fue el número 13 con menos lluvia desde 1941, con un total anual acumulado de 697.2 litros por metro cuadrado, 10.47 por ciento inferior al promedio histórico de 1941 a 2010.
En nueve meses de 2011, las lluvias totales estuvieron por debajo del promedio. Sólo junio, julio y noviembre presentaron lluvias iguales o mayores a lo normal, por lo que dicho año fue un periodo extremadamente seco en las regiones centro y norte.
En junio, 22.9 por ciento de la superficie del país alcanzó un nivel de sequía excepcional o D4 que, según la clasificación del Monitor de Sequía de América del Norte, es la más intensa.
Los registros del SMN indican que el año pasado, la superficie del país afectada por sequía excepcional alcanzó su máximo nivel de los últimos 13 años, lo que afectó principalmente los estados del norte y del centro.
A partir de octubre de 2011 se observó una disminución progresiva del porcentaje de todas las categorías de sequía. Para septiembre de 2012, únicamente 0.5 por ciento de la superficie nacional sufría sequía extrema, gracias a las constantes lluvias ocurridas hasta ese mes.
ACEPTAR LA VARIABILIDAD
Cualquier análisis sobre el lugar más extremo, desde el punto de vista meteorológico, debe pasar por seleccionar si preferimos calor o frío, lluvia o sequía. O si se prefiere una hermosa vista del océano, entonces debemos aprender a tolerar los huracanes que ocasionalmente pasarán cerca.
Salvo por los ciclones tropicales, la mayor parte de los eventos extremos en 2011 y 2012 no se dieron en centros de población mayores a 250 mil habitantes. Sin embargo, podemos fácilmente imaginar lo que significaría que grandes zonas metropolitanas resultaran afectadas por temperaturas o lluvias extremas.
Mi ciudad preferida es la que reconoce la realidad en la que vive y tiene la voluntad política de planificar y prepararse para ese acontecimiento, que se puede repetir el año próximo o dentro de alguno de los siguientes 50. La variabilidad del clima es un factor que debemos considerar y aprender a vivir con él.
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