Una rigurosa estimación de este indicador, que tome en cuenta variaciones inesperadas en los mercados internacionales, sería una excelente herramienta para valorar los ingresos presupuestarios
A principios de este año, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció un recorte al presupuesto por alrededor de 124 mil 300 millones de pesos (mdp), y según los especialistas se estima que, de mantenerse los precios del petróleo en su nivel actual, o si éstos bajaran aún más —lo que no parece imposible de ocurrir—, los recortes al presupuesto del próximo año podrían superar con mucho lo observado en este primer trimestre de 2015.
Pareciera que los recortes presupuestales son una fatalidad ante las adversidades económicas provocadas por factores sobre los cuales el gobierno tiene poco o ningún control; más grave aún es pensar que son la única respuesta posible a la falta de planeación, previsión y responsabilidad en el manejo de las finanzas públicas.
Hoy día, una estimación más realista del precio del petróleo, un presupuesto y un manejo responsable del gasto público fundados en principios básicos, pero fiables, de la economía es posible. Esta variable, tan importante en el presupuesto del Gobierno Federal, es algo que merece tomarse con seriedad.
ESTRATEGIA COSTOSA
Una rigurosa estimación estadística que tome en cuenta las variaciones inesperadas a las que puede estar sujeto el precio del petróleo en los mercados internacionales sería, sin duda, una excelente herramienta para que los legisladores tengan una mejor idea de lo vulnerable que puede ser un cálculo optimista de los ingresos presupuestarios que aprueban cada año.
Es cierto que se han tomado medidas de prevención para mitigar el riesgo de una caída en los precios del petróleo. El gobierno adquiere una estrategia de coberturas financieras que permiten asegurar un valor mínimo para una parte del volumen total de la plataforma de exportación durante un periodo determinado. Pero esta estrategia no es gratuita; tiene un costo muy alto, que si bien es superado por los beneficios que se obtienen con un precio demasiado bajo del energético, no deberíamos estar deseando que eso ocurra para alegrarnos de haber adoptado una estrategia adecuada. La mejor estrategia es, sin duda, una correcta planeación y un ejercicio presupuestario riguroso, lo cual, pasa por hacer una buena estimación del precio del petróleo.
Pero nada. Lo que tenemos es una estimación alegre y ligera que nos lleva a tener una enorme desviación entre lo que fue aprobado en la Ley de Ingresos y el recorte al presupuesto. El precio del petróleo en los Criterios Generales de Política Económica se estimó en 82 dólares por barril para la Mezcla Mexicana de Exportación, mientras que en enero de este año promedió 40.1 dólares por barril, lo cual representa una caída de más de 50 por ciento.
Pero eso no es todo, veamos algunas implicaciones de esta mala estimación en el crecimiento de la economía.
En el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para este ejercicio fiscal se estimaba un crecimiento del producto interno bruto (PIB) de 3.7 por ciento. Como resultado de la caída de los precios, de la depreciación del peso frente al dólar y del recorte al presupuesto, el Banco de México ha ajustado a la baja su expectativa de crecimiento a un rango de entre 2.5 y 3.5 por ciento, mientras que la opinión de los especialistas ronda alrededor del 3 por ciento y algunos de ellos dudan de que alcance siquiera los tres puntos.
UNA LECCIÓN
La macroeconomía nos enseña que la suma de todos los bienes y servicios producidos en un año tiene varios componentes. Una parte de esos bienes y servicios son consumidos por las familias; otros sirven para que las empresas satisfagan sus necesidades de capital para producir nuevos bienes, a esta parte se le denomina inversión. El gobierno también consume bienes y servicios para producir obras y servicios públicos, o bien interviene mediante empresas públicas en el mercado, a este componente le llamamos gasto de gobierno. Finalmente tenemos las importaciones y las exportaciones.
Esta igualdad nos da una importante lección. Cuando ocurre un incremento en la inversión o el gasto de gobierno en un periodo determinado, se observa un efecto multiplicador en la renta nacional en los periodos subsecuentes. Lo mismo ocurre en el caso contrario.
Lo anterior quiere decir que es de esperarse que un recorte al gasto público y de la inversión tenga efectos negativos en el crecimiento del país. Por eso, no puede dejar de verse con preocupación que sea necesario recurrir a un recorte presupuestario para enfrentar los efectos adversos del exterior, pero también para compensar los efectos de una planeación presupuestaria que pudo haber sido mejor.
Veamos los efectos inmediatos del recorte al presupuesto. Al dar a conocer las “medidas de responsabilidad fiscal para mantener la estabilidad”, la SHCP anunció que los 124 mil 300 mdp que se han recortado al presupuesto representan 0.7 por ciento del PIB. Hay que agregar que ese monto representa 2.6 por ciento del gasto público previsto en cerca de 4.7 billones de pesos para este año.
La reducción del gasto público no es sólo gasto corriente; de acuerdo con dicha dependencia, el monto incluye ajustes por 62 mil mdp a Pemex y de 10 mil mdp a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). A las dependencias y entidades federativas se les recortan 52 mil 300 mdp, de los cuales más de 18 mil mdp corresponden a gastos de inversión.
El monto no es menor y representa casi 38 por ciento de los recursos transferidos a los estados y municipios.
Aunque no se anunció ninguna afectación directa a las aportaciones federales para entidades federativas y municipios del Ramo 33, es previsible una afectación indirecta debido a la cancelación de importantes proyectos de inversión, como el tren de pasajeros Transpeninsular y el Tren de Alta Velocidad México-Querétaro.
Ante este panorama es previsible un menor dinamismo de la actividad económica, una menor demanda agregada de bienes y servicios, y en consecuencia, un menor crecimiento económico. Sin ser pesimista, el escenario puede verse agravado por una mayor depreciación del tipo de cambio del peso frente al dólar, algo que en el mediano plazo puede inducir graves efectos sobre otras variables de la economía, como las tasas de interés y la inflación.
Esperemos prudencia y escuchemos las lecciones de la macroeconomía para no tener que acostumbrarnos a los recortes o al déficit presupuestario. ¿Será esto posible mientras el presupuesto siga dependiendo tanto del precio del petróleo?
0 comentarios