La valoración de las metrópolis
Las imágenes con las que identificamos y recordamos una ciudad, son en su mayoría postales de sus espacios públicos. Si hablamos de París visualizamos la plaza del Trocadero con la Torre Eiffel iluminada en blanco cálido. En la Ciudad de México, la foto de la explanada de la Columna de la Independencia, con el acento dorado en la victoria alada, es un referente internacional. Es así como en la era de la información desarrollamos un juicio valorativo de una ciudad basándonos en la percepción que tenemos de sus espacios públicos.
En la escala local, los espacios públicos adquieren valor en relación con las actividades que se pueden desarrollar en su núcleo y la diversidad de expresiones culturales a las que da lugar. En la medida que la luz incentiva el uso de los parques, plazas o jardines, existe por consecuencia una mejor integración comunitaria y mayor percepción de seguridad.
En este sentido, el diseño de iluminación urbana debe plantearse a partir de un profundo estudio urbano, social y arquitectónico, con el objetivo de mejorar la calidad de vida, reforzar la identificación simbólica de sus habitantes y posicionar a las ciudades en la memoria colectiva.
Propuestas de alumbrado
Las proyecciones de urbanización que plantean organismos como la ONU indican que para el año 2050, 66 por ciento de la población mundial vivirá en áreas urbanas. Las consecuencias de una creciente urbanización han abierto nuevos canales para el análisis crítico con respecto a la forma en la que hacemos ciudad y planteamos la iluminación del espacio urbano. Es así que hoy más que en otro momento histórico, la tendencia global apunta hacia la necesidad de protección ambiental a través del ahorro energético, la disminución de desechos contaminantes y la reducción de polución lumínica. Estas tendencias requieren de nuevos esquemas para la planificación y renovación de luz urbana, con luminarias cada vez más eficientes y con ópticas especializadas, que se integren en sistemas de gestión inteligente para lograr, entre otras cosas, una lectura en tiempo real del consumo energético e implementar estrategias de atenuación en horas de menor tránsito.
En el aspecto social, la seguridad es un tema preponderante ante el crecimiento de las ciudades. Los niveles de iluminación elevados no proveen seguridad sin la apropiación espacial de la comunidad.
La propuesta lumínica, además de enfocar el esfuerzo al reconocimiento de riesgos a distancia y el cuidado del peatón o ciclista, debe generar puntos de atracción y espacios para la contemplación a fin de incentivar el uso prolongado del espacio público. Estrategias como el video-mapping, las instalaciones interactivas o la iluminación multimedia en fachadas, son medios ya comprobados de atracción para el público, con potencial de generar derramas económicas importantes para las ciudades.
Mejores prácticas para la implementación de luz en las ciudades
El diseño y activación de la iluminación de la ciudad debe conceptualizarse a partir de un Plan Maestro de Iluminación, producto de un análisis a diferentes escalas: desde lo macro, entendiendo las necesidades de movilidad peatonal, ciclista, vehicular y la distribución del equipamiento urbano; hasta lo micro, enfatizando los detalles de una fachada o monumento con valor cultural o artístico.
La selección de una empresa que combine esta filosofía con el trabajo de equipos interdisciplinarios experimentados es primordial para la integración de soluciones de iluminación urbana y servicios conectados, a fin de maximizar los beneficios para la ciudad, y lograr diseños que consideren en todo momento al ser humano y su entorno como ejes principales.
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