Por José Alberto Márquez Salazar
Hace unos días, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, presentó nuevos instrumentos para acelerar la construcción y la vivienda incluyente, sobre todo en la zona central de la Ciudad de México. En esa política pública debe considerarse al espacio público como complemento.
Foto: CMIC
El 10 de marzo, el diputado Roy Torres, Alejandro Piña y Sofía Aguilar, convocaron al Foro “#TuCasaMiCausa”, en el Congreso de la Ciudad de México, y platicamos sobre ese espacio público.
La recuperación del espacio público garantiza un derecho establecido en la Constitución Política de la Ciudad de México y es una alternativa de convivencia para aquellas personas que habitan una vivienda pequeña.
Salvando a los grupos sociales y políticos, con sus intereses particulares, la participación de las personas vecinas para la recuperación o intervención en el espacio público es importante porque advierte las situaciones del parque, de las zonas para el juego y deporte; cuáles las necesidades de ese lugar, cuáles los retos, las ideas erróneas sobre ese espacio público.
En la mayoría de las recuperaciones hay una preocupación latente en las personas: la mejora del espacio público, suponen, viene acompañada de “gentrificación” y, cito, “la expulsión de los que vivimos aquí”.
De acuerdo con el Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva, en tan sólo 20 años, fueron expulsados de la zona central hacía la periferia de la Ciudad de México, 400 mil familias[1]. Y, si uno observa con detenimiento, buena parte de los nuevos desarrollos están destinados a AirBnb (AirBed & Breakfast).
¿Por qué escribir sobre el espacio público cuando se habla de una vivienda digna y habitable?
En primer lugar, porque la evolución de la ciudad y la reducción de los espacios habitables ha generado una necesidad para que los habitantes salgan de su vivienda para disfrutar el espacio público. Es decir, las viviendas pequeñas también expulsan a sus habitantes.
Cito una investigación de María Elena Torres-Pérez, Gladys Arana-López y Yolanda Fernández-Martínez, “La calle y la vivienda: relaciones de espacio público y vida comunitaria”, (2016).
“… la calle adquiere importancia vital tanto para asumir su papel de facilitador de tránsito como en su nuevo papel protagónico para aminorar fenómenos vinculados a la calidad de vida y a la habitabilidad, a niveles arquitectónico de la vivienda y urbano del conjunto”.
Donde ellas hablan de la calle, yo sugiero “el espacio público”. Así:
“… el espacio público adquiere importancia vital tanto para asumir su papel de facilitador de tránsito como en su papel protagónico para aminorar fenómenos vinculados a la calidad de vida y a la habitabilidad…”
En otras palabras, en el espacio público se vive como complemento a la vivienda.
Las condiciones que tiene la Ciudad de México para que las personas adquieran una vivienda digna (con todos los servicios y espacio de habitabilidad) son cada vez más difíciles, sobre todo cuando las personas buscan conectarse con la escuela, el trabajo, el esparcimiento y no solamente descansan o pernoctan.
Toda vivienda digna debe contemplar al espacio público como complemento, un espacio donde las personas garanticen su derecho a la ciudad. Lo dice la Constitución Política de la Ciudad de México, sin ser realidad.
Artículo 13, Ciudad Habitable:
“D. Derecho al espacio público
- Los espacios públicos son bienes comunes. Tienen una función política, social, educativa, cultural, lúdica y recreativa. Las personas tienen derecho a usar, disfrutar y aprovechar todos los espacios públicos para la convivencia pacífica y el ejercicio de las libertades políticas y sociales reconocidas por esta Constitución, de conformidad con lo previsto por la ley.
- Las autoridades de la Ciudad garantizarán el carácter colectivo, comunitario y participativo de los espacios públicos y promoverán su creación y regeneración en condiciones de calidad, de igualdad, de inclusión, accesibilidad y diseño universal, así como de apertura y de seguridad que favorezcan la construcción de la ciudadanía y eviten su privatización.”
¿Es probable desarrollarse en una vivienda con pequeñas dimensiones? ¿Es necesario el espacio público para el desarrollo de las capacidades de las personas?
El impacto que tuvo la vida cotidiana, a raíz de la Pandemia por el SARS-COV-2, también nos demostró la fragilidad de vivir en confinamiento, es decir, de permanecer en una vivienda precaria donde no hay a dónde huir.
El confinamiento social pudo ser bueno para aquellas personas que gozaban de una vivienda amplia, ventilada, donde las personas contagiadas podían aislarse. No fue así para la mayoría de habitantes que convivieron en un espacio pequeño, si es que pudieron quedarse en casa.
Podemos establecer un parámetro de lo que sucedió en el interior de las casas. En diciembre del 2020, la ONU-Mujeres señaló:
“Desde el estallido del COVID-19, la violencia contra las mujeres y las niñas se ha intensificado en países de todo el mundo. Si bien las medidas de bloqueo ayudan a limitar la propagación del virus, las mujeres y las niñas que sufren violencia en el hogar se encuentran cada vez más aisladas de las personas y los recursos que pueden ayudarlas”[2].
Vivienda y seguridad
En 2019, hubo, en México, 210 mil 188, presuntos delitos de violencia familiar; en 2020, 220 mil 031 y en 2021, 253 mil 736. En enero del 2022, 17 mil 389. En el hogar, en la vivienda, la violencia se recrudeció.
Un dato más. De acuerdo con el Informe Nacional sobre la Situación de Violencia contra niñas, Niños y Adolescentes, en 2021: un 24 por ciento no se consideraba seguro en su hogar, en absoluto; 34.5 por ciento se sentían seguros, parte del tiempo; 24.6 por ciento, seguros casi todo el tiempo; 9 por ciento todo el tiempo y un 7.9 por ciento no sabía.
Además, 47.4 por ciento temen ser víctimas de la violencia en la casa; 33.8 por ciento en la escuela; 7 por ciento en la calle y 1.1 por ciento en contextos religiosos. La calle, ¡el espacio público es donde tienen menor temor de ser víctimas!
¿Cómo puede desarrollarse dignamente una persona en una vivienda de menos de 90 mts2? y ¿cómo podrían las mujeres y los menores de edad evitar la violencia?
El espacio público es el sitio a dónde los jóvenes van a buscar ese desarrollo que no puede lograrse en la pequeña vivienda, sobre todo cuando ésta es precaria y hay condiciones de hacinamiento.
De acuerdo con el INEGI (2020), la Ciudad de México cuenta con 2 millones 756 mil 319 viviendas para una población de 9 millones 209 mil 944, lo que representa que, en cada vivienda habitan 3.3 personas.
Pero si el grueso de la población se encuentra en las edades entre los 20 y 35 años, es previsible que haya una necesidad de independencia y de mayor demanda habitacional. ¿Podemos hacer frente a este reto, considerando el impacto económico de la pandemia?
Ante la dinámica inmobiliaria, el espacio público es un complemento a la vivienda. ¿Puede suceder esto en la Ciudad de México? Sí, puede suceder.
Si bien, el Gobierno de la Ciudad de México promueve la posibilidad de que cada desarrollo inmobiliario incluya dentro de sus proyectos un 30 por ciento de vivienda de interés social, también considero que dichas viviendas deben contar con una oferta de espacio público para que las personas puedan desarrollar sus capacidades. Una nueva visión en torno a la vivienda debe:
a) Contemplar a la persona como objetivo de la vivienda, de una vivienda digna para su desarrollo.
b) Contemplar al espacio público como complemento.
[1] https://www.cmic.org/la-cdmx-promueve-diversos-programas-de-vivienda-sheinbaum/
[2] ONU, La pandemia en la sombra: violencia contra las mujeres durante el confinamiento, [En Línea]
https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/in-focus-gender-equality-in-covid-19-response/violence-against-women-during-covid-19 [Consulta: 8 de marzo del 2022]
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